Artículos de investigación


CUÉLLAR: DOS ESCUDOS CON LAS ARMAS DEL XIII DUQUE DE ALBURQUERQUE

 JUAN CARLOS LLORENTE MÍNGUEZ, PROFESOR EMÉRITO DE HISTORIA

Don Miguel José María de la Cueva Velasco Enríquez Velasco Guzmán Dávalos y Spínola (1743-1803), fue el décimo tercer Duque de Alburquerque, después de que entraran en la posesión de este ducado los de la Casa de Siruela, Marqueses de la Mina.

Don Miguel poseía los títulos de Conde de Ledesma y Huelma, Marqués de Cuéllar, XVII Conde de Siruela, IV Marqués de la Mina, tres veces Grande de España de la primera clase y antigüedad, junto con otros muchos títulos y señoríos. Casó con Cayetana de la Cerda y Cernesio, de la casa del Conde de Parcent.

Dintel de las "Paneras del  Duque"

Don Miguel, según reza en el dintel de la llamada Casa y Paneras del Duque[1], situada entre las calles del Estudio, del Duque de Alburquerque y de la Solana Alta de la Villa de Cuéllar, mandó levantar, entre los años 1788 y 1790, este gran edificio, en cuyas fachadas oeste (C/ Duque de Alburquerque) y sur (C/ Solana Alta) mandó colocar sendos escudos, iguales en su hechura y con las mismas armas representadas, armas que se pueden describir así:

 


Escudo cuartelado bajo corona ducal cerrada, y arropado por manto de Grande de España, abrazado en el dorso, por la cruz de la Orden de Calatrava; en el primer cuartel, las armas del Condado de Siruela, en el segundo, las armas de Enríquez de Navarra, en el tercero las armas de Spínola y en el cuarto las armas de Guzmán; en el escusón (centro del escudo) las armas de los Cueva. El escudo está ceñido por el Collar de la orden de Carlos III y acompañan, a su alrededor, símbolos de tropa: tambores, cañones y lanzas.

Las armas del Condado de Siruela son las de la gran casa de los Velasco, Condestables de Castilla: “escudo jaquelado de quince piezas, ocho de oro y siete de veros, bordura de castillos y leones” (en este caso, el número de piezas se ha reducido por ajustarse al espacio).


El segundo cuartel tiene armas de la Casa “Enríquez de Navarra”, armas de la madre de este Duque, “cadenas de oro sobre fondo gules, con una esmeralda en el centro que sirve de unión de sus ocho brazos de eslabones, que son las del Antiguo Reino de Navarra”.

El tercer cuartel conlleva las armas de Spínola, correspondientes a las de su abuela paterna, Micaela Guzmán y Spínola, que son:

“Una faja jaquelada de plata y gules en tres órdenes, sosteniendo una espina de gules puesta en palo”.

El cuarto cuartel presenta las armas de Guzmán, también de su abuela Micaela Guzmán y Spínola: “Praefere Patriam Liberis Parentem Decet” (un padre debe anteponer la patria a los hijos), reza el que es el lema de Guzmán, que hace referencia a la legendaria postura que tuvo aquel caballero leonés, Guzmán el Bueno, cuando, en el siglo XIII, fue coaccionado por los moros para que rindiera la plaza de Tarifa a cambio de la vida de su hijo, rehén de aquellos.

Las armas son: “En campo de azur, dos calderas jaqueladas de oro y gules, bordura de plata alternando leones y castillos”.


La corona ducal que preside todo el cuerpo del escudo, se adorna también con un bonete rojo que es sólo propio de los “Grandes de España”. De la corona se desprende el manto abierto de los Grandes de España, anudado en sus laterales con cordón de oro.


En el escusón del escudo, se sobrepone a los demás emblemas, el blasón de los Cueva, Duques de Alburquerque, cuyas armas son: “En campo de oro, dos palos de gules, y el mantel de plata, con un dragón de sínople”.

Tras el escudo, aparecen los brazos de la cruz de la Orden de Calatrava, de la que fue este Duque, Comendador.


Como orla, de la mitad del escudo se desprende el collar de la Orden de Carlos III, que sostienen dos leones con cabeza de simio, cuyo orden de eslabones comienza con el “III” del reinado del monarca, el León, el Castillo de los antiguos reinos, un trofeo de yelmo sobre dos banderas cruzadas, para rematar en una cadeneta que sostienen dos leones con cabeza de simio en la que se engarza una cruz de brazos iguales (símbolo de la Orden de Carlos III) que comprende en su centro un óvalo con la imagen de la Purísima Concepción.

Todos los símbolos en el entorno de estos dos blasones, hacen alusión a los oficios que ejerció Don Miguel, al servicio de los ejércitos: lanzas, tambores y cañones, que se refieren a que fue Teniente General de los Reales Ejércitos del Rey Carlos IV, Capitán de Guardias Alabarderos y Virrey y Capitán General de Aragón, entre otros muchos cargos al servicio de la monarquía.

Dos piezas heráldicas que rezan sobre este XIII Duque de Alburquerque, que suelen pasar desapercibidas, pero que llaman la atención por su buena compostura y sus rico contenido heráldico en referencia a éste, tres veces “Grande de España.”.

PEQUEÑO VOCABULARIO HERÁLDICO

CUARTELADO

Escudo dividido en cuatro partes.

CORONA DUCAL CERRADA

Está compuesta por un cerco de oro adornado de perlas y pedrería, decorado con ocho florones en forma de hojas de apio que se sostienen sobre puntas elaboradas con el mismo metal que la base. Esta es la corona con la que también timbran sus escudos los Grandes de España, estén o no en posesión de un ducado, aunque está cubierta de un bonete de terciopelo rojo rematado en un botón de oro.

ESCUSÓN

Se llama escusón o sobrescudo a la pieza que consiste en un escudo de pequeño tamaño y con unas dimensiones equivalentes a su tercera parte, colocado en el centro del blasón principal.

JAQUELADO

Cuadro o casillas que resulta de las divisiones del escudo.

VERO

El vero se compone de campanas pequeñas, opuestos unos a otros, de modo que la base de cada uno esté siempre junto a la base de otro.

GULES

Usado siempre el plural, es la denominación del color rojo vivo.

FAJA

Se dice de una de las piezas del escudo que lo abraza de un lado al otro ocupando una tercera parte del mismo en su zona central. La faja representa el ceñidor con que se sujetaba el paladín la coraza a su cintura.

PALO

Se llama palo a la pieza heráldica que atraviesa el centro del escudo desde su parte superior hasta la inferior, siempre es de color, metal o esmalte diferentes de los del campo.

AZUR

Es la denominación heráldica de un color azul intenso u oscuro. De entre los esmaltes heráldicos, pertenece al grupo de los colores, junto con el gules (rojo), el sable (negro), el sínople (verde) y el púrpura.

CALDERAS

Las calderas se representan tal cual, pero hay veces que éstas llevan serpientes que salen de uno o ambos costados, junto a las asas.

BORDURA

Se llama bordura a la pieza honorable que rodea el interior del escudo por todos sus lados. La bordura es símbolo de protección, favor y recompensa.

ESMALTES

Es el atributo cromático de un campo o de un fondo. Se trata de colores simbólicos: así el gules se representa por un rojo sea bermellón, escarlata, carmín, carmesí u otro. Los esmaltes están repartidos en tres grupos: A) los metales, compuestos esencialmente del oro y el plata. B) los colores, compuestos esencialmente del azur (azul), del gules (rojo), del sable (negro), del sínople (verde) y del púrpura.

MANTEL

Pieza curvilínea o triangular del escudo.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

FERNÁNDEZ DE BETHENCOURT, FRANCISCO, “Historia genealógica y heráldica de la Monarquía Española”. Madrid 1920.

GONZÁLEZ DORIA, FERNANDO. “Diccionario heráldico y nobiliario de los reinos de España”. Madrid 1987.

GARCÍA BERMEJO, Profesor, “Heráldica”. Madrid 1999

J.A. SCHNIEPER CAMPOS, ROSADO MARTÍN FLÉLIX, “Armorial de apellidos españoles”. Madrid 1999.

VELASCO BAYÓN, BALBINO. “Historia de Cuéllar”. Segovia 1981.

JUAN CARLOS LLORENTE MÍNGUEZ, PROFESOR EMÉRITO DE HISTORIA. AÑO 2020



[1] “Reinando los Señores Don Carlos III y IV y siendo Duque de Alburquerque-Marqués de la Mina y de esta Vila el Exmo. Señor Don Miguel M. de la Cueva- se hizo esta obra a expensas (falta un trozo de la piedra del dintel) desde 28 de abril de 1788 y hasta 22 de (falta un trozo de la piedra del dintel) de 1790

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EL RETABLO MAYOR DE LA IGLESIA DE SAN ESTEBAN

Carlos Arranz Santos

Las importantes reformas efectuadas a lo largo del siglo XVIII en la iglesia de san Esteban de la villa de Cuéllar, culminaron con la colocación de un nuevo retablo mayor, de estilo barroco, cuya ejecución se encomendó al maestro arquitecto Manuel García Sánchez, junto con el tabernáculo, la mesa del altar, un par de credencias a la romana, la imagen de san Antolín y la reparación de la talla del titular de la parroquia, san Esteban Protomártir. El retablo se asentó sobre un zócalo de piedra labrado por Frutos Fraile, maestro cantero, vecino de la villa[1].


En este artículo damos a conocer la traza de este retablo mayor, obra del escultor y ensamblador vallisoletano Pablo Álvaro, así como la escritura de su posterior realización, encomendada al referido Manuel García Sánchez, fechada el 11 de julio de 1772[2].

TRAZA Y CONDICIONES PARA LA EJECUCIÓN DEL RETABLO

Las condiciones establecidas en la traza describen minuciosamente la composición del retablo, con palabras propias del arte de la arquitectura. Se establece, en primer lugar, que toda la madera empleada en la obra “ha de ser de Soria, limpia y seca”. La planta, según mostraba el autor en un dibujo adjunto, no conservado, debía arreglarse al sitio de la capilla mayor, “quedando lugar bastante para las entradas de los costados, que la una puerta sirve de paso para la sacristía y la otra, que se mira en el otro costado, puede servirse para en el hueco, aunque poco, guardar algún trasto perteneciente a la iglesia”.

 


La tercera condición explica cómo irán ensamblados la mesa de altar, zócalos y pedestales, con el grueso correspondiente para que los entrepaños o témpanos vayan metidos en garbel. La cuarta, se refiere al alzado de las columnas e intercolumnios, incluyendo el sagrario y custodia para el Niño. La quinta y la sexta, tratan de la disposición de la cornisa y de la caja principal donde iría colocada la imagen de san Esteban, con inclusión de varios mancebos portando algún atributo del santo. La sexta, habla del cerramiento o cascarón del retablo, que tendría que guardar, en todo, el movimiento de la planta.

 Por cuenta del maestro ensamblador que realizase la obra, quedaría el conducirla a la villa de Cuéllar, una vez finalizada, y asentarla en la iglesia de san Esteban. Una última condición establecía que en el caso de que este diseño, presentado por Pablo Álvaro, fuera elegido, no quedándose él con la obra, sería cuenta del maestro que la ejecutara pagar dicha traza y el viaje efectuado a Cuéllar para reconocer el sitio en que se colocaría el retablo.

 AJUSTE DE LA OBRA CON EL MAESTRO ARQUITECTO MANUEL GARCÍA SÁNCHEZ

 


La traza diseñada por Pablo Álvaro resultó elegida, sin embargo, la realización del retablo se ajustó el 8 de julio de 1772 con Manuel García Sánchez, maestro arquitecto, vecino de la cercana villa de Peñafiel, en 7.700 reales de vellón, comprometiéndose a dar concluida la obra en todo el mes de marzo del año 1773. Respecto a las condiciones originales, se introdujeron algunas modificaciones. Se habían de hacer dos mesitas, una a cada lado, que sirvieran de creencias, y la obra se ceñiría a la pared todo lo posible, quedando sólo el espacio preciso para los fondos de las cajas. Se incluía, además, una advertencia: al maestro que había dado la traza, se le satisfaría el justo valor de ella, pero no se le pagaría nada por razón de viaje, porque lo había hecho por su conveniencia, que así lo practicaban todos los demás maestros en dicho arte.

Tres días más tarde, una nueva cláusula introduce un importante cambio en el diseño inicial: “También se advierte que los zócalos que expresa la tercera condición han de ser de piedra y éstos quedan de cuenta del señor cura, y en recompensa de ellos, queda de mi cargo hacer un santo de la estatura que tiene el san Esteban que hoy está en el retablo antiguo, y a éste se le han de poner las parrillas para que con ellas quede hecho san Lorenzo.”

Ese mismo día, en el lugar de Campaspero, a medio camino entre Cuéllar y Peñafiel, el citado maestro arquitecto Manuel García Sánchez, como principal, y el licenciado don Manuel de Casas, abogado de la Reales Consejos, como su fiador, se obligan a construir el referido retablo del altar mayor en las condiciones acordadas previamente, en presencia de don Tomás de Minguela y Santillana, cura de la iglesia de San Esteban, que se compromete a satisfacer los 7.700 reales en que se había ajustado la obra en los tres plazos acostumbrados: al principiar, para prevención de materiales, al mediar y una vez finalizada. La escritura se otorgó ante Joaquín de Figueroa, escribano de la villa de Cuéllar, siendo testigos el cura de Campaspero, don Francisco de las Monjas, y dos vecinos del pueblo, Francisco Herrera y Atanasio Gómez.

La redacción de la cláusula de la escritura relativa al zócalo, adolece de falta de claridad. Interpretamos que el maestro Manuel García Sánchez talló una imagen nueva, de un santo cuyo nombre no se indica, de la misma altura que el san Esteban venerado entonces en el retablo antiguo. Además, añadiendo unas parrillas a esa imagen de san Esteban existente en el retablo antiguo, la convirtió en un san Lorenzo. La adaptación resultaría fácil, pues ambos santos solían representarse vistiendo dalmática y portando un libro en la mano, por su condición de diáconos. Estas dos esculturas, de la misma estatura, parecen ser las colocadas actualmente en el retablo mayor de la iglesia: en el lado de evangelio san Lorenzo, que ha perdido su parrilla; en el lado de la epístola, san Antolín, también con su dalmática de diácono, llevando como atributos la palma del martirio y un libro. En el centro del retablo, a un nivel superior, se encuentra la imagen de san Esteban, titular de la parroquia, de mayor tamaño que las anteriores, igualmente revestido de dalmática, en calidad de diácono, con una piedra en la mano derecha, simbolizando su lapidación, la palma del martirio en la izquierda y un libro con otra piedra a los pies. Debió de realizarse en la misma época del retablo, sin que conozcamos por el momento el nombre de su autor.

A la talla y ensamblado del retablo seguiría, años después, su dorado, del cual tampoco tenemos conocimiento alguno. La obra, en su conjunto, con las imágenes que contiene, bien merece un estudio especializado por parte de historiadores del arte, como tantas otras de esta antigua villa de Cuéllar. Sirva este sencillo artículo de reconocimiento a la importantísima labor que la revista La Villa, dirigida por Salvador Guijarro, ha realizado en la defensa y promoción del patrimonio histórico y cultural de la villa de Cuéllar y pueblos de su Tierra.


[1] PALOMINO LÁZARO, Ángel L., MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel, FRAILE GÓMEZ, Ana y MARTÍNEZ GONZÁLEZ, Gloria: “La iglesia de San Esteban de Cuéllar. Aproximación a sus contextos histórico y arqueológico.”, en La iglesia de San Esteban de Cuéllar, Segovia, Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León. Cuadernos de Restauración 10, 2011, pp. 15-27.

[2] Diseño, condiciones y postura de la obra del retablo mayor de la iglesia de San Esteban de Cuéllar.  Archivo Histórico Provincial de Segovia: Sección de Protocolos notariales, legajo 4.668, folios 227-230.

 

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LA CAPILLA DE FRANCISCO SANZ DE LA CUEVA O DE LOS AYALA DE LA IGLESIA DE SAN MIGUEL DE CUÉLLAR: EL PANTEÓN DEL CRISTIANO NUEVO.

J. Ramón Criado Miguel 

En Cuéllar, estaba un loco que se decía Chinato. Y entrando en una iglesia en una aldea de Cuéllar, decía misa un clérigo que tenía fama de converso; y estando alzando a Nuestro Señor, comenzó el Chinato a dar grandes voces diciendo:

-Señor, guárdate de las manos de tus enemigos, no te acontezca otro tanto como lo pasado.

Este breve chascarrillo recogido por el escritor del siglo XVI Luis Pinedo nos sirve de ejemplo para poder afirmar que durante bastante tiempo en Cuéllar y su Tierra todos sabían quiénes eran descendientes de aquellos judíos que habían optado por el bautismo para permanecer en su patria evitando así un arriesgado camino del exilio. De esta comunidad de cristianos nuevos se ha escrito muy poco y a día de hoy son unos perfectos desconocidos. Para ir completando esta laguna historiográfica en Cuéllar, traemos aquí el caso de los Sanz de la Cueva, familia conversa cuyo seguimiento se hace posible gracias a la documentación que generaron durante más de cien años, desde el bautismo del primero de la saga en el año 1492, hasta la fundación de la capilla para sus enterramientos en la parroquia de San Miguel de Cuéllar en 1612, por la cuarta generación. A la prolijidad de esta documentación se sumará el hecho de que esta caerá en manos de los mejores depositarios en los que pudiera recalar para su conservación: la familia Ayala, una saga de funcionarios del archivo de Simancas, heredera por uno de sus miembros de las fundaciones y bienes de los Sanz de la Cueva en Cuéllar.

ANTECEDENTES DE LOS SANZ DE LA CUEVA

A principios del año 1492 los Reyes Católicos procedían a la publicación del decreto de expulsión de los judíos. Sin entrar a considerar aquí los motivos y objetivos principales que persiguieron con esta publicación, se da hoy por probado que fueron muchos los judíos que optaron por adoptar el bautismo para poder seguir viviendo en territorio de Castilla. Las razones para el cambio de religión estarían en relación a las nada halagüeñas perspectivas vitales que tenían por delante si persistían en seguir fieles a su credo hebreo. Y serían las propias autoridades castellanas, desde los reyes para abajo, las que los animaron a que se bautizaran. Hubo conversiones masivas en 1492 y 1493, con sospechas sobre la plena sinceridad de todos esos bautismos, dadas las circunstancias en que tuvieron lugar.

Es importante el grupo de judíos que se bautizó después de haber tomado en un primer momento la decisión de emprender el exilio, pero la experiencia, tras haber pasado unas semanas amargas en Portugal, les hizo cambiar de idea y regresar a su lugar de origen, abrazando la fe cristiana. Este es el caso de algunos judíos cuellaranos perfectamente documentados, tanto por su nombre hebreo como por el que adoptaron en el bautismo. En este sentido, muchos nombres y apellidos de los judíos conversos de Cuéllar concuerdan con los de personas destacadas de distintos estamentos de la villa. Sin duda, parecería una osadía inexplicable que los judíos convertidos se hubieran apropiado de los apellidos de la población cristiana sin su padrinazgo o su consentimiento. Más aún si se trataba de apellidos de personajes relevantes por su posición social, incluido el propio duque.[i]

No hay que olvidar que la Cuéllar de D. Beltrán de la Cueva había experimentado un significativo aumento de la población judía desde que el duque recibiera la villa como señorío por merced de Enrique IV en el año 1464. Este incremento de población judía, desde dicho año hasta la expulsión, coincide con la llegada a Cuéllar del converso Diego de Alba, corregidor o alcalde mayor nombrado por el duque de Alburquerque y su hombre de confianza. Habría pasado la aljama judía cuellarana, según un fraile testigo en el proceso inquisitorial al que fue sometido el propio Diego de Alba, de los 50 a más de 200, unas sesenta familias aproximadamente. En este tiempo predicaba en la sinagoga Abraham Simuel, rabino y filósofo además de médico de Beltrán de la Cueva, que decidió bautizarse y evitar el exilio, siendo conocido desde entonces como Maestro Fabricio de la Cueva.[ii]

 Judíos procedentes de Cuéllar, arrepentidos en Portugal del exilio iniciado, convertidos y regresados a Castilla, fueron encarcelados en Segovia acusados de haber sacado moneda y otras cosas prohibidas al tiempo de la expulsión. El duque de Alburquerque intercedió para su liberación. Este sería el primer escollo una vez regresados.

A este grupo pertenecía Francisco Sanz de la Cueva que, una vez en Cuéllar reclamó, amparado por los edictos de los reyes, los bienes vendidos a bajo precio cuando salió del reino por judío, lo que no siempre fue fácil. El hecho de que en esta reivindicación aparezca junto al converso Alonso de Cuéllar nos hace sospechar que éste fuera su hermano. Desconocemos el nombre en el judaísmo de ambos, pero para el caso de Francisco sabemos que antes de la expulsión había sido arrendador de las alcabalas y tercias de la villa de Cuéllar que correspondían a Beltrán de la Cueva y que estaría también dentro de la órbita de la casa ducal como otros judíos que aparecen en la documentación. De sus señores tomaría el apellido de la Cueva en su bautismo y como nombre de pila Francisco, como el heredero del primer duque de Alburquerque.

 PROPIETARIOS BURGUESES


Este Francisco Sanz de la Cueva I fue el bisabuelo de su descendiente homónimo Francisco Sanz de la Cueva III que sería, como cuarta generación de cristianos nuevos en la villa de Cuéllar, el fundador de la conocida hoy como capilla de los Ayala, en la iglesia parroquial de San Miguel. Así consta, entre otra documentación, en el testamento del descendiente otorgado en Cuéllar en el año 1612. La lápida fundacional de la capilla nos deja claro no solo quién fue el fundador, sino que nos aporta los datos referidos a sus familiares más directos y a sus ancestros.

ESTA SEPULTURA ES DE FRANCISCO SANZ DE LA CUEVA FUNDA/DOR DE ESTA CAPILLA / HERMANO DE JUAN DE LA CU/EVA PRIMER MARIDO DE / DOÑA ISABEL DE LO/RENZANA Y EN ELLA ESTÁN ENTERRADOS / SUS GUESOS Y LOS DE / FRANCISCO SANZ SU PADRE / Y JUAN SANZ DE LA CUEBA SU AGUELO.[iii]

No figura el nombre del bisabuelo, pero tenemos claro que este no fue otro que el judío converso Francisco Sanz de la Cueva I ya que a principios del siglo XVI figura como propietario de las casas con bodega de la calle de la Morería que heredarán sus descendientes.[iv] Esto nos pone de manifiesto que, una vez regresado a Cuéllar, el primer converso de la saga, pondría las bases de un patrimonio que iría aumentando con sus sucesores. La actividad económica de este cristiano nuevo derivó hacia la adquisición de propiedades, principalmente agrarias, convencido de la seguridad y de la riqueza que esto le reportaría. Por otra parte, vedado su acceso a la hidalguía por su condición de converso, le supondría un indudable prestigio social. El extraordinario crecimiento demográfico experimentado en el siglo XVI aumentó la demanda y elevó los precios de los productos agrícolas y por lo tanto la rentabilidad de las tierras de labor para los rentistas como los Cueva.

Los Sanz de la Cueva pondrían así las bases de un importante patrimonio comprando  la propiedad de un buen número de obradas en el entorno de Cuéllar. Obradas de pan llevar, pero sobre todo viñedos con la gestión de lo producido en estos y mediante la especulación directa con las rentas en especie recogidas en sus tierras de cereales. La adquisición de bienes agropecuarios continuaría con sus descendientes hasta los realizados por los hermanos Francisco Sanz de la Cueva III y Juan de la Cueva II en las últimas décadas del siglo XVI.

En ningún caso podemos afirmar que los Cueva fueran inversores absentistas, puesto que al tener sus propiedades en el entorno próximo a su villa de residencia, participaban en el control de sus haciendas y arrendamientos. Así como en la dirección de la producción del vino y de su venta, garantizada con preferencia en la Tierra de Cuéllar por la llamada ley de la vieda, ordenanza proteccionista que daba prioridad al consumo de los caldos locales. Consta que el hijo de Francisco Sanz de la Cueva I, Juan de la Cueva I, ya era propietario de viñedos y de las casas con bodegas en el lugar de Vallelado, en cuyo término y en el de Torre concentraban sus tierras dedicadas a viñas, con lo que nos remontaríamos con seguridad a las primeras décadas del siglo XVI.[v] Queda pendiente de comprobar si esta especialización en la producción de vino no les venía a los Cueva de antes de su expulsión.

Cómo inversores, los Cueva aprovecharon en ocasiones los momentos de crisis de los campesinos para quedarse con sus tierras. Sirva de ejemplo el caso de Samboal, que ya dimos a conocer en otro lugar. En competencia con el comendador Gómez Velázquez, se quedaron los Cueva con la subasta de las 830 obradas de tierras baldías de realengo vendidas por arbitrio de Felipe II en el año 1587, pasando a ser renteros de los Cueva los vecinos de dicho lugar de Samboal y sus anejos de Frades y Gómez Ovieco.[vi] Hay indicios para pensar que este propietario burgués era novedoso para los campesinos y que suscitó en estos cierto resentimiento, sobre todo porque sabían su origen converso, en este caso el de los Cueva. Prueba de ello puede ser la demanda que Francisco Sanz de la Cueva III puso a un vecino de Vallelado que lo injurió acusándole de blasfemo y hereje.[vii]

Queda constancia también de que esta familia gestionó préstamos o censos con lo que complementaba con esta actividad financiera las agropecuarias que se han señalado como propietarios o rentistas. Destaca una importante deuda con los Cueva por parte de la alhóndiga de Cuéllar, 2.000 ducados. De la misma manera se habían hecho con algunos inmuebles en las aldeas por incumplimiento en los censos o préstamos.[viii]

UN CASO SINGULAR DE ACCESO A LA HIDALGUÍA.

Los hermanos Francisco Sanz de la Cueva III y Juan de la Cueva formaban sociedad en su hacienda y negocios y tuvieron pro-indivisos toda su vida los bienes heredados de su padre, Francisco Sanz de la Cueva II, más los que fueron adquiriendo. Sin embargo, necesitaban la llave para ser reconocidos como hidalgos, clase social dominante en la villa, para cuyo ingreso en la misma estaban lastrados, en principio, por su condición de cristianos nuevos. Vieron como solución a este asunto el casamiento de Juan de la Cueva con Isabel de Lorenzana, sin duda una boda interesada. La novia era una Monroy y eso suponía la exención de impuestos y el acceso directo a la hidalguía por ser esta mujer descendiente de Antona García Monroy, heroína de Toro ajusticiada en 1476 por los portugueses por conspirar a favor de los Reyes Católicos que la compensaron postumamente por ese mérito. La merced consistía en dar hidalguía a los descendientes de la Antona, varones y hembras, y a quienes con ellos casaran.

Isabel de Lorenzana era prácticamente una niña de catorce años originaria de Olmedo y recibió en arras dos mil ducados señalados sobre la hacienda de los hermanos de la Cueva. Fue un buen negocio para todos. No tardó Juan de la Cueva en reclamar el derecho que le correspondía con esta boda y empezó a pleitear en la Chancillería de Valladolid en el año 1588 para que se le hiciera efectivo, consiguiendo de esta manera la ansiada hidalguía.

Del matrimonio nacieron dos hijos varones, Juan y Francisco Sanz de Lorenzana, llamados a heredar la cuantiosa hacienda. Siendo ya el segundo hijo póstumo, quedó pues pronto Doña Isabel viuda y con sus dos hijos compartiendo con su cuñado Francisco Sanz de la Cueva, soltero, las casas de la calle de la Morería, en la parroquia de San Miguel.

Durante su viudedad, aprovechando las salidas de Francisco a sus negocios, cortejó a doña Isabel un joven caballero de la villa, don Gómez Velázquez de Atienza. Fruto de esos encuentros nació un hijo natural que fue apartado en primera instancia para alejar la vergüenza y se le dio para su cría a una mujer de Arroyo de Cuéllar. Sin embargo, los padres de la criatura acabaron casándose y legitimaron al fruto de su relación, Juan Velázquez de Atienza y Lorenzana, y tuvieron más hijos.[ix]

LA CAPILLA DE FRANCISCO SANZ DE LA CUEVA.

La capellanía fundada por Francisco Sanz de la Cueva nos recuerda la que hacía poco había establecido Juan García Méndez, de quién se habló en la primera parte. La servirían dos capellanes que dirían las misas y responsos todos los días del año en su capilla, perpetuamente, en semanas alternas, remunerados cada uno de ellos en especie con 64 fanegas de pan mediado (trigo/cebada) pagadas el día de Nuestra Señora de septiembre. Más ocho fanegas en la misma forma para la iglesia de San Miguel y otras cuatro al sacristán por los servicios que se le encomiendan en relación a la capilla del fundador (toques de campana, ayudar en las misas y limpieza de la capilla).

En cuanto al ornato de la capilla, el fundador nada deja al azar y detalla los elementos que había de contener en otra de las clausulas:

Item, digo y declaro que si al tiempo de mi fallecimiento no dejare hecho retablo y reja en mi capilla, mando que mis testamentarios lo hagan hacer con la mayor brevedad que fuere posible de mis bienes y hacienda, y el dicho retablo ha de tener de toda costa de talla y pintura hasta cuatrocientos ducados. En el cual mando se ponga de bulto la imagen de Ntra. Sra. del Populo y en tres tableros que ha de haber en dicho retablo se han de poner y pintar de pincel en un tablero un San Juan Bautista, en otro un San José y en el tercero un San Francisco. Y la reja ha de ser de hierro y dorada y dada de azul que cueste hasta otros cuatrocientos ducados, antes más que menos.[x]

La realización del retablo se abordaría inmediatamente pero se terminaría después de la muerte del fundador. Balbino Velasco nos da cuenta de un inventario de 1621 en el que se describe el estado en el que se hallaba la obra: “un retablo de Francisco Sanz de la Cueva en su capilla, de madera, blanco con una nuestra Señora del Populo con un niño en los brazos y cuatro columnas a los lados del altar y otras dos arriba con las figuras de la esperanza y la fe”.


Nueve años después del testamento, el retablo se hallaba pues en madera sin policromar (en blanco) y con las esculturas que se citan. Las de la Fe y la Esperanza no se habían descrito por el fundador y tal vez fueran incluidas por sugerencia del entallador. Se deduce que serían sus herederos en el patronato de la capilla quienes continuarían en años posteriores con la pintura y conclusión de dicho retablo que se caracteriza por un marcado clasicismo en su conjunto. Agotada por estos años la escuela cuellarana de escultura, lo más probable es que su realización se encargara a algún taller vallisoletano tardo-manierista. Ese manierismo es más patente en las obras de pincel con un marcado claroscuro en las composiciones y en el mantenimiento de figuras alargadas que denotan cierta influencia de El Greco, con una señalada desproporción en las figuras humanas, muy marcada en la imagen de San Juan Bautista. Siendo Francisco y Juan nombres recurrentes en la familia, se entiende que el comitente hiciera representar en su retablo a estos santos; otra debe de ser la razón para incluir a San José. Significativa es la fecha que aparece en el retablo: 1641. Puede corresponderse con el año de su conclusión y de ello se encargarían, por lo tanto, los sucesores en el patronato de la capilla.

La actual reja de la capilla solo tiene un siglo de existencia. Fue encargada por la familia Ayala  al cerrajero artístico local Juan Montero y sustituiría a la original por hallarse en mal estado. Esto hace suponer que la antigua pudo hacerse en madera en el siglo XVII y no como la descrita por el fundador. La obra de Montero es de excelente calidad, con un claro aire modernista dentro de su minimalismo.[xi]


LOS SANZ DE TAMAYO Y LOS AYALA, SUCESORES EN EL MAYORAZGO.

Estableció Francisco Sanz de la Cueva en su testamento este orden de sucesión en el disfrute de la fundación:

1º Juan Sanz de la Cueva y Lorenzana, su sobrino, hijo de Juan de la Cueva y de Isabel de Lorenzana.

2º Juan Tamayo de la Cueva, su sobrino hijo de Antonio Tamayo de Curiel y de Doña Ana de la Cueva, hermana del fundador.

3º Juan Velázquez de Atienza, hijo de los señores Gómez Velázquez y de Isabel de Lorenzana, cuñada del fundador.

El primero llamado a este vínculo, Juan Sanz de Lorenzana, vivo en le momento de la redacción del testamento de su tío, fallecería algún año después malográndose, como su hermano Francisco, en plena juventud, por lo que corrió el turno. Así, el mayorazgo recayó por línea femenina en Juan Tamayo de la Cueva, que debió incluir el apellido Sanz en su nombre para cumplir con otro de los requisitos del fundador para ostentar el mayorazgo.

Obsérvese que el tercer llamado era el hijo de la cuñada del fundador habido con Gómez Velázquez de Atienza. Con este nuevo matrimonio de la que fue mujer de su hermano Juan de la Cueva, firmó Francisco Sanz de la Cueva una concordia en la que se obligaba a pasarles anualmente 2000 ducados y 50 fanegas de pan mediado.

Anduvo durante todo el siglo XVII el patronazgo de la capilla en los descendientes directos de Juan Tamayo de la Cueva, sobrino nieto del fundador. Tenemos la línea sucesoria completa y sin fisuras pero no es el caso desarrollarla aquí.[xii] Nos centraremos, no obstante, en el patrón que mandaría policromar el retablo y concluirlo, rematándolo con la inclusión de la heráldica. No hemos obviado el estudio de estos escudos como prueba (por más que se diga lo contrario por pseudohistoriadores asiduos a ponencias sobre historia local) de que la heráldica sí que nos importa. Hemos relacionado uno de los escudos con el de Juan Sanz de Tamayo Velasco y Medinilla, segundo poseedor del mayorazgo, que plasma en él la heráldica de sus abuelos paternos y maternos. Los Velasco, Velázquez de Medinilla, Figueroa, Orozco, además del escudo del fundador (Sanz) y el de la familia Tamayo, aparecen allí representados.[xiii] Por debajo de este escudo asoman los extremos de los brazos de una cruz de Malta; no consta que Juan Sanz de Tamayo Velasco y Medinilla fuera caballero de esta orden.[xiv] La fecha de 1641, que aparece en el centro del retablo, es perfectamente compatible con la asignación que proponemos.

A finales del siglo XVII la rama de los Sanz de Tamayo se agota por línea masculina y los derechos a heredar la fundación de Sanz de la Cueva recayeron en Magdalena de Tamayo. Por matrimonio de esta señora con Pedro Ignacio de Ayala, oficial del Archivo de Simancas, la fundación de Francisco Sanz de la Cueva cae dentro de la órbita de los Ayala y de ellos acabará recibiendo su nombre la capilla.

Durante la crisis del seiscientos, Samboal y sus anejos se habían despoblado para estar así durante algunas décadas; habiendo tierras disponibles en los pueblos próximos sin cargas de rentas, sus vecinos se habían trasladado a ellos. A principios del siglo XVIII se concedieron privilegios a los que decidieran volver a poblar Samboal. Los nuevos vecinos obtuvieron facultad real para poder entrar y labrar por su reconstituido concejo todas las tierras que ocuparon antiguamente los tres lugares que componían la colación. En virtud de esta orden habían vuelto a roturar las tierras donde ya no quedaban linderos y las volvieron a poseer como propias. Incluso arrendaron algunas tierras a personas forasteras. Habían obviado u olvidado quién era el auténtico dueño de esos términos.

En el año 1729, Pedro Ignacio de Ayala, marido de Magdalena Tamayo, presentó su reclamación y derechos a la propiedad. Lo traía todo por el libro: las 830 obradas compradas por los antepasados de su mujer a Felipe II. Los nuevos vecinos de Samboal declararon que no habían conocido las tierras contenidas en la venta judicial de 1587, pero tuvieron que asumir la evidencia y autenticidad del título porque los términos, la toponimia, seguían siendo los mismos.

Casa de Don Cándido María Ayala, en la esquina de la Calle de la Morería y la Calle Escuelas Viejas 

 

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La prolijidad de la documentación generada por las familias tratadas, como decíamos al comienzo, ha determinado que este trabajo de investigación haya sido a la postre transversal, abordando diferentes temas a los que nos conducía su lectura (y otros que no se reflejan por la consideración de este espacio). El objetivo principal era, sin embargo, ir completando ese desconocimiento sobre los judíos que decidieron permanecer en Cuéllar después de la expulsión de 1492 y de su descendencia.

Algo hemos aprendido en el camino: podríamos aplicar un método similar para identificar a los, aún más desconocidos, judíos conversos cuellaranos de finales del siglo XIV y principios del XV, la época que coincide con la vida del fundador del Hospital de la Magdalena, Gómez González. A priori, los resultados son sorprendentes. Así que la polémica está servida, más si viene del análisis de este modesto historiador. Por ello, sigan obviando lo que les cuento (o aprovechándose de ello). Hablen cartas y callen barbas. Mi principal objetivo es que lo disfruten; ese es el mejor reconocimiento a la obra que pretende estar bien hecha.

J. Ramón Criado Miguel

En Sanchonuño, durante el confinamiento y hasta julio de 2020.

 

Fuentes:

Julia Montalvillo García. La judería de Cuéllar. Revista LA VILLA. (Tres artículos).

Balbino Velasco Bayón: Historia de Cuéllar. 5º Edición. 2013.

J. Ramón Criado Miguel. Cuéllar: la historia perdida. 2017. Ejecutoria del pleito litigado por Manuel de Ayala Ladrón de Guevara, oficial en el archivo de Simancas, con el fiscal del rey y el concejo de Samboal, sobre reivindicación de bienes del mayorazgo fundado por Francisco Sanz de la Cueva. Archivo de la Chancillería de Valladolid. Registro de ejecutorias, Caja 3513,33.

HERÁLDICA EN LA CAPILLA DE SANZ DE LA CUEVA

 Escudo de la derecha del retablo (izquierda según se mira).


Sanz: En campo de plata una banda de azur de tres piezas.

Velasco: Escudo jaquelado de quince piezas, ocho de oro y siete de veros.

Tamayo: En plata, una banda de gules engolada en dragantes de oro.

Medinilla: En plata, castillo mamposteado de oro.

Velázquez: Algunos Velázquez de Cuéllar usaron cruz hueca roja (de gules) en campo de oro.

Figueroa: En campo de oro cinco hojas de higuera en sotuer (aspa).

Orozco: Cruz de gules con cuatro aspas y cuatro lobos en sable (negro).

Por debajo asoman los extremos de una cruz blanca de Malta.

Atribución de este escudo: Juan Sanz Tamayo de Velasco y Medinilla, hijo de Juan Tamayo Sanz y de Ana María de Velasco Medinilla. Segundo poseedor de la fundación de Francisco Sanz de la Cueva y sobrino nieto de este. Activo en 1641.

Escudo de la izquierda.

 

Escudo partido.

Primero, Velázquez: En campo de oro, cruz hueca de gules.

Segundo, Tamayo: De azur, una estrella de oro acostada por cinco moharras (puntas de lanza) de plata. Bordura de gules con cuatro armiños blancos.

Por debajo del escudo asoman las aspas de una cruz de Santiago y otra de Malta.

Frontal de la gradilla del altar de la capilla:


Ayala: En plata, dos lobos de sable. Bordura de gules con ocho aspas de oro.

 

 

 

 

 

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[i]Fernand Gómez de la Cueva, en el judaísmo Mosé Galfón, hijo de Rabí Zamaya, es un caso similar a Sanz de la Cueva. Regresado a Cuéllar bautizado desde Portugal. Reclamó se le devolvieran los bienes que vendió al tiempo de la expulsión, pagando él el precio en el que fueron entonces tasados más las mejoras. Relacionado también con la gestión de impuestos y de bienes. Se le reclamó, una vez convertido, para que hiciera información sobre los bienes que dejaron los judíos en Soria, Ágreda y otros lugares del obispado de Osma. Rabí Zamaya habría continuado en el exilio ya que traspasó en Fernand Gómez de la Cueva los contratos y deudas que tenía en Cuéllar y pueblos de su entorno. (AGS. RGS, LEG. 149.306,145)

[ii]Mucho debemos a los trabajos de Julia Montalvillo García para el conocimiento de la comunidad judía de Cuéllar durante la Edad Media. Ella los ha situado en un tiempo y en un espacio, el barrio de San Esteban, incluida la propia sinagoga.

[iii]Se completa esta inscripción en la capilla con otra en el lado derecho que reza: AQUÍ ESTÁ SEPULTADO/ FRANCISCO SANZ DE LOREN/ZANA IJO DE JUAN DE LA CUE/BA Y DE DOÑA ISABEL / DE LORENZANA Y ER/MANO DE IUAN SANZ DE LA CUEVA Y LOREN/ZANA. MURIO BIS/PERA DE SAN MATEO/ DE 1610. RIP

[iv] Unas casas principales con sus bodegas cubas y aparejos que están en la parroquia de San Miguel, con todo lo a ellas anejo que lindan con la cárcel y calle pública. El testamento de Martín López de Córdoba Hinestrosa cita a Francisco Sanz como propietario de estas casas de la Morería en el año 1521.

Tenían los Sanz de la Cueva otros inmuebles en Cuéllar: Otras casas en la parroquia de Santa Marina que compré de Gregorio de Vellosillo y Sancho Velázquez y sus mujeres, difuntos, vecinos que fueron de esta villa, las cuales yo labré de nuevo y con el huerto y corral que tienen, que alindan con casas que eran de Maldonado pintor (Gabriel Cárdenas Maldonado) y con corrales de la casa de arriba, y por delante la calle que va de la Pescadería a la Serranilla.

Item unos hornos que tengo en esta villa que están detrás de la casa en que yo vivo, linderos por delante callejuela que va desde la calle de la Morería a la Serranilla y por otra parte casas de María San Martín que eran de Juan Sanz, clérigo, y por detrás casas de herederos de Francisco de Espinosa.

[v] Casas en Vallelado: Unas casas principales con bodega, cubas y lagares, aparejos de ellos y sus corrales y palomar que están en el lugar de Vallelado, que afrentan en el arroyo de dicho lugar y calles públicas, las cuales eran de mis padres. Y a estas casas de Vallelado añadí otras casas que compré de Pedro García y su mujer, vecinos de dicho lugar.

32 obreros de viña en Vallelado y 152 obreros en el despoblado de Torre, éstos en 4 pedazos.

[vi]En la segunda mitad del siglo XVI, Felipe II procedió a la venta de las llamadas tierras baldías que estaban siendo cultivadas por los campesinos sin tener título de propiedad. Supuso un intento global, ante la desproporcionada participación tributaria, de sanear la voraz Hacienda de su reinado. Los vecinos de la colación de Samboal no pudieron hacer frente a la compra de esas tierras y salieron a pública subasta.

   Detrás de estas ventas está, por un lado, uno de los principales motivos del empobrecimiento paulatino del campesino que, en muchos casos documentados en la comarca, no pudo afrontar a tiempo los pagos de los plazos de la compra, y, por otro, fue la causa del enriquecimiento de los más poderosos.

[vii] Ejecutoria del pleito litigado por Francisco Sanz de la Cueva y su hermano Juan de la Cueva, vecinos de Cuéllar, con Juan Ramos, vecino de Vallelado, sobre injurias con un libelo difamatorio donde se les acusa de herejes. ACHVA.

[viii] Otra casa en San Cristóbal que hube por un censo de Alonso González que alinda con casas de Pedro de Portillo y calles públicas y las eras de dicho lugar.

Item otro censo al quitar que tengo contra la alhóndiga de esta villa de dos mil ducados de principal.

1 ducado= 375 maravedíes. (Valor señalado por Francisco Sanz de la Cueva en sus papeles)

250 ducados para ropas, cáliz y patena de plata y otros para su capilla.

[ix]Estos y otros pormenores de la relación entre Gómez Velázquez de Atienza e Isabel de Lorenzana pueden verse en mi relato Hermanos de leche publicado en mi blog: http://microhistoriases.blogspot.com/

[x] La devoción a la Virgen del Pópulo es de origen italiano. Aunque minoritaria en España, está bien representada en Cuéllar de esta manera y por otra imagen que el obispo cuellarano Juan Torres Osorio se trajo de Nápoles y que legó a uno de sus herederos por no poderle dejar otra cosa, según consta de su testamento (1632) dado a conocer por el investigador Rojo Vega.

[xi] Juan Armindo Hernández Montero: La familia Montero González, maestros de cerrajería artística. LA VILLA nº 33)

[xii]Agradezco la colaboración del genealogista colombiano D. Felipe González y Otoya que nos ayudó a ordenar la linea sucesoria de los Sanz de Tamayo.

[xiii]Todos estos nombres figuran en un listado de apellidos de origen converso por lo que nos planteamos si no se buscaban de alguna manera los cristianos nuevos para concertar matrimonios entre ellos.

[xiv]Sí consta que fuera caballero de San Juan en 1627 su cuñado Diego Velasco Velázquez de Medinilla Orozco de la Serna y Figueroa, nacido en Cuéllar en el año 1603. Con 10 años fue mandado por sus padres como criado o paje del arzobispo de México Juan Pérez de la Serna. Todos estos apellidos están recogidos en la heráldica de la capilla, salvo el de Serna, que posiblemente Diego Velasco tomara de su padrino el arzobispo.


1576, FEBRERO, 4. ALBURQUERQUE: LISTADO DE LAS RELIQUIAS QUE HABÍA EN LA FORTALEZA DE ALBURQUERQUE, ENTREGADAS AL ALCAIDE ALONSO VÉLEZ DE GUEVARA
Transcripción de Julia Montalvillo García



En la villa de Alburquerque, estando en la fortaleza de la dicha villa, a quatro días del mes de hebrero, año del nasçimiento de nuestro saluador Ihesu Christo de mil e quinientos y setenta y seis años, el ilustre señor Jhoan de Atiença, contador del duque mi señor, después que Francisco González Carrón, clérigo presbítero auía dicho missa en la iglesia de las Reliquias que está dentro de la dicha fortaleza y auiendo sacado las sanctas reliquias que en la dicha iglesia están, el dicho señor contador las entregó al illustre señor Alonso Vélez de Gueuara, alcaide del castillo y fortaleza de la dicha villa, que presente estaua, para que el dicho señor alcaide las tenga en guarda como los demás alcaides que han sido en la dicha fortaleza y estuuo presente a ello ansimismo Hernán Gómez, clérigo presbítero vezino de la dicha villa, la qual entrega se hizo por ante mi, Martín Gonçález, escriuano público en la dicha villa a la merçed del duque mi señor, aprouado por Su Magestad, la qual entrega de las dichas reliquias se hizo en la forma y manera siguiente.
Memoria de las Reliquias que están en la iglesia de Sancta María de las Reliquias del castillo y son estas.
Primeramente en vna caxa de marfil con su cerradura vn pedaço de la coluna en que Ihesu Christo fue amarrado y açotado.
En vn çendal verde los huesos de Sant Esteuan (cendal: Tela muy fina y transparente de hilo o de seda)
En otro çendal auirado piedra del monumento de Sancta Catherina. (Avirado = Haberado: rico, valioso)
En otro çendal auirado de la corona de las espinas de nuestro señor Ihesu Christo y es como piedra
En otro çendal auirado y embuelto en otro çendal verde de la piedra de otro monumento revoluto
En otro çendal auirado embuelto en otro çendal verde palo del predicatorio donde predicaua Sant Francisco. (Predicatorio: púlpito de una iglesia o de cualquier otro lugar donde se predicase)
En otro çendal pardillo embuelto en otro çendal verde piedra del pesebre en que fue puesto nuestro señor Ihesu Christo
En otro çendal auirado embuelto en otro çendal verde un pedaço de piedra del monte Caluario donde cruçificaron a nuestro señor Ihesuchristo
En vn lienço blanco delgado huesso del mártir Sant Antolín embuelto en vn çendal uerde

En vn çendal auirado embuelto en otro çendal verde vn pedaço del ábito de Sant Francisco.


En otro çendal avirado embuelto en otro çendal verde de la piedra en que nuestro señor Ihesuchristo puso los pies quando subió a los çielos.
E vn çendal auirado embuelto en otro çendal verde de la coluna de Sancta Báruara
E otras reliquias sin scriptos en vn çendal uerde de tierra blanca y vnos blancos
En vn çendal blanco embuelto en vn çendal uerde huessos de Sant Ypólito y sus compañeros
En otra caxa de plata dorada las reliquias siguientes
En vna cruz de oro pequeña del uero palo de la cruz de nuestro señor Ihesuchristo
Otras reliquias vn pedaço del uelo de Sancta María, otras del parto de la uirgen María embueltos ambos en dos pergaminos
En otro çendal uerde reliquias y piedra de Sant Iago
En otro lienço azul uesos de Sant Nicolás
Otros huesos de rreliquias en vn çendal morado
Otras reliquias en vn çendal colorado
Más al cabo de la caxa donde está metida la cruz del palo de nuestro señor ay tres reliquias, las dos son huesos y la vna piedra, en dos pedaços de lienço pardillo, otras dos rreliquias en la vna dos pedaços de agalla como de açipres (piña de ciprés) y en otro vn pedaço de palo embuelto en vn çendal colorado embuelto en el dicho lienço pardillo.
En otra caxa de hueso que tiene vnos cordones de seda negros las reliquias siguientes
En vn çendal colorado huesos de Sant Siluestre
En otro çendal colorado envuelto en otro çendal verde dos cabellos de Santa Clara y de su uelo
Otras reliquias de Thebeo, hermano de Traçio, Sanctos.
Reliquias del palo del arca de Sant Viçente en çendal colorado
Reliquias de Sancta Yssabel, hija del rey de Boecia, y de las onze mil vírgines embueltas en dos çendales, vno colorado y otro uerde
Otras reliquias de hueso de vn ygnoçente y piedra del sepulchro de otro ygnoçente
Otras reliquias de la capa de fray Pedro Gonçález en çendal colorado


Otras reliquias del palo de la puerta del sepulchro de nuestro señor Ihesuchristo en çendal colorado
Otras reliquias del paño de Sant Bernardo en çendal colorado
Otras reliquias de sangre de vn ygnoçente y huesos de dos sanctos mártires y embueltos en çendal colorado
Otras reliquias en vn çendal colorado de hueso de Sant Adrián
Otra reliquia de San Primo mártir en çendal colorado
Otra reliquia de la çinta de San Bernardo y del altar de Sancta María Madalena quando estaua en suplicio embuelto en çendal colorado
Otra reliquia de la piedra del monumento de nuestro señor Ihesuchristo embuelto en çendal uerde
Otra reliquia embuelta en çendal colorado que son dos cabellos de Santo Domingo
Otras reliquias sin scripto embueltas en lienço blanco de ábito y cabellos
Otra reliquia de la piedra donde fue hallada la Ⴕ (cruz) de nuestro señor Ihesuchristo embuelta en çendal colorado
Otra reliquia del sepulchro donde fue sepultada la bienauenturada Sancta Ana embuelta en çendal verde
Otra reliquia del ábito de frai Gil, compañero de Sant Francisco embuelta en çendal colorado
Otra reliquia en çendal colorado de çinta de Santa Clara
Otras reliquias de uelos pardillos y colorados en lienço blanco y vn poquito de çendal colorado
En otra caxa
En otra caxuela de palo de vna reliquia de dedo de Sancta Elena
Mas en la dicha caxa otros çendales y algodones
Más en otro çendal colorado del monumento de la Magdalena
Las ynfrascriptas reliquias son las que el señor Duque de Alburquerque embió a la dicha iglesia de Sancta María de las Reliquias conviene a saber
En vn çendal de la carne de San Juan Baptista
En vn çendal colorado del ábito de Sant Vicente
En otro çendal de la piedra del Santo Sepulchro


En otro çendal de la palma de nuestra Señora
En otro çendal piedra del sepulchro de Sant Andrés Apóstol
Otra reliquia sin scripto
En otro çendal hueso de San Babil mártir
En otro çendal palo de la palma de Nuestra Señora
Otra reliquia sin scripto y es de palo
Otras reliquias sin scriptos y son tres
Demás de las dichas reliquias se le entregaron al dicho señor allcaide los ornamentos de la dicha iglesia que son los siguientes
Vn cáliz de plata con su patena
Vn misal
Dos candeleros de açofar
Vn Eccehomo
Vn frontal de guadameçi
Vna campanilla
Vna lámpara
Vn bancalillo al pie del altar
Quatro pares de manteles
Más otros manteles
Dos aluas, la vna con bocamangas y faldas verdes y la otra colorada
Vna casulla de damasco blanco con su çenefa colorada
Vna casulla de damasco negro con su çenefa de rraso colorado con manípulo y estola
Otra casulla de cotonia blanca con su estola y manípulo
Quatro pares de corporales el vno labrado de colorado y otro medio peinador labrado de verde
Tres pares de corporales
Tres paños de manos
Dos paños de cáliz
Vn arca vieja y otra nueua en que estaua todo lo suso dicho
Vn portapaz
Dos vinageras
Vna cruz


Todo lo qual se le entregó al dicho señor Alonso Vélez, alcaide, estando presentes Francisco Gómez Carrón e Hernán Gonçález, clérigos, vecinos de la dicha villa e Juan de Enderica, vecino de Cuéllar y lo firmó dicho señor alcaide Alonso Vélez de Guevara. Pasó ante Martín Gómez, escribano. Yo Martín Goméz escribano público de la villa de Alburquerque aprobado por su magestad fuy presente a lo que dicho es segund que ante mi pasó e fiz mio sygno en testimonio de verdad. Martín Gómez.

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LAS CAPILLAS DE LOS PARDO Y DE LOS AYALA DE LA PARROQUIA DE SAN MIGUEL DE CUÉLLAR.
(Algunas aportaciones sobre sus  orígenes y fundadores)

PARTE I
José Ramón Criado Miguel
La aspiración a tener su propia capilla para enterramiento en sus parroquias de referencia, motivó a las familias pudientes y piadosas de la villa de Cuéllar a gestionarse la adquisición de la  suya correspondiente. Hablaremos de dos de esas capillas sitas en la iglesia de San Miguel de Cuéllar que se han tratado, en general, desde el punto de vista artístico y poco en relación a la personalidad de sus fundadores. Nos referimos a las capillas establecidas por Juan García Méndez y la inmediatamente fundada después a ella, que dotó Francisco Sanz de la Cueva, ambas  en los primeros años del siglo XVII. Estas capillas pasaron con el tiempo a ser conocidas como la capilla de los Pardo, la primera, y la de los Ayala, en el segundo caso.
El precedente de las dos capillas de las que hablaremos aquí lo hallamos en la que fundó la familia Daza, en origen situada en el mismo presbiterio de la iglesia de San Miguel. En 1517, D. Francisco Álvarez Daza, hizo una permuta con la parroquia cambiándola por la capilla de San Sebastián (la primera en el lado de la epístola). Un siglo después la reedificó doña María Álvarez Daza, patrona de la capilla. En ella hay una inscripción que alude a las misas y demás sufragios que deberían celebrarse en dicha capilla.[i]

LA CAPILLA DE JUAN GARCÍA MÉNDEZ O DE LOS PARDO: EL PANTEÓN DEL INDIANO.
A continuación de la capilla de San Sebastián, se sitúa la conocida  como capilla de los Pardo. En su origen, esta capilla fue fundada por Juan García Méndez, nacido en Cuéllar (circa 1540) y fallecido en Sevilla en 1600.
 

 Heráldica de los Pardo: En campo de oro, tres antorchas o tizones de sinople, nudosos y encendidos, con las llamas de gules.
Para empezar a situarnos, copiaremos la inscripción que luce en la pared de esta capilla y transcrita por Balbino Velasco en su Historia de Cuéllar:
ESTA CAPILLA ES DE D. JUAN GARCÍA MÉNDEZ  NATURAL / DESTA VILLA. FALLECIO EN SEVILLA Y TRASLADARONSE / SUS GUESOS EN ELLA DONDE DEXO DOS CAPELLANES PER/PETUOS PARIENTES Y CINCUENTA Y UN MIL MAR/AVEDIS DE RENTA PARA CADA UNO Y CIEN DUCADOS / PARA REDEMPCION DE CAUTIVOS. Y PARA QUE BISTAN / SEIS POBRES A DUCIENTOS REALES CADA UNO. QUE SE COM/PREN CIEN DUCADOS DE TRIGO Y SE REPARTAN LAS SEMAN/AS DEL AÑO A POBRES. QUE SE DEN AL HOSPITAL DE LA MA/DALENA CIEN DUCADOS PARA COMBALECER POBRES Y Q/UE SE DEN A GUERFANAS PARIENTAS / A DOCIENTOS DUCADOS / A CADA UNA PARA SU DOTE E A LAS NO PARIENTAS A CIEN DUCADOS / ESTO CADA UN AÑO. PUSOSE ESTA PIEDRA  EN PRIMERO DE HEN/ERO DE MDCX AÑOS, CUYA ANIMA REQUIESCAT IN PACE.
 

Inscripción fundacional de la obra pía de Juan García Méndez. Capilla de los Pardo.
La lápida deja bien claro quién fue el fundador y recoge asimismo las mandas que estableció en su testamento referidas a dos capellanías y las otras obras piadosas. Sin embargo, poco se había  dicho hasta ahora sobre quién fue Juan García Méndez.
En mi libro Cuéllar: la historia perdida, documenté a dos cuellaranos en Nueva España, Francisco y Juan García, dedicados al comercio. Los traté por el hecho anecdótico de que Francisco García había muerto surcando el océano Pacífico, pero ignorando que fueron el origen de la fundación de la que estamos hablando:

..el tercer cuellarano conocido surcando el Pacífico fue Francisco García, natural de Cuéllar, que murió viniendo de la China de regreso a México en el Galeón de Manila. En el año 1586 su hermano el licenciado Frutos García, vecino de Cuéllar, solicitó licencia para pasar a Nueva España en compañía de dos sobrinos (Juan y Ana). Su otro hermano Juan García, residente en la ciudad de México le había hecho llamar a él y a sus sobrinos porque se sentía muy enfermo y para que heredaran lo que allí les correspondía de la hacienda de Francisco García, su hermano fallecido.[ii]

Maqueta del galeón de Manila. Museo Naval de Madrid.
En la solicitud de permiso para pasar a América, Frutos García señala que en Cuéllar él no tenía medios suficientes de vida conforme a la calidad de su persona (era clérigo) por tener además a su cargo a sus sobrinos pobres citados. Termina diciendo que tenía en México otro hermano, Juan García, que era muy rico y no tenía allí parientes ni sucesor alguno, el cual le había llamado para favorecerle y compartir con él su hacienda. A pesar de lo comunes de estos nombres y del apellido García, la documentación que hemos utilizado nos ha permitido confirmar que su hermano no es otro que Juan García Méndez.
Los hermanos Francisco y Juan García Méndez, naturales de Cuéllar, nacerían con poca diferencia en torno al año 1540. Hacia el año 1560, en plena juventud, decidieron cruzar el océano para establecerse en México, la Nueva España en cuya conquista habían participado otros cuellaranos que les precedieron en ese viaje. Su llegada a tierras americanas coincidió con la apertura del comercio, desde 1571, con las islas Filipinas que tuvo un gran auge. Por medio de las islas de Poniente (así llamadas por Magallanes cuando arribó a ellas) se estableció un trato directo con el mercado asiático en el que se incluían objetos suntuarios y gran variedad de textiles a cambio de la plata novohispana. Este comercio con Filipinas se realizaba directamente desde Nueva España, con Acapulco como principal puerto habilitado para este fin, lo que permitió a los mercaderes de México controlar la totalidad del tráfico, desde la importación a la comercialización interior y su exportación a Perú y a la Península Ibérica.
En pocos años, los hermanos García amasaron una importante fortuna que revertiría en sus parientes cuellaranos, a los que emplazaron desde México, por no tener ellos descendencia. Es verosímil que los hermanos García trabajaran asociados y el hecho de que se cite a Francisco García establecido en “las Islas de Poniente” (Islas Filipinas) nos hace pensar que participaran del comercio con Manila. Este comercio de artículos de lujo llegó a convertirse en algo muy lucrativo para los que se dedicaron a él, lo que explicaría el enriquecimiento de los hermanos en poco más de dos décadas en México.[iii]
Juan García Méndez, citado como mercader, ejercía su actividad desde la Ciudad de México, de donde era vecino. En momentos de crisis de salud redactó al menos dos testamentos: en 1578 y en 1582. Hemos hallado el de la última fecha y por él sabemos que en ese año su hermano Francisco seguía vivo, establecido como se ha dicho en Filipinas. Murió por lo tanto entre 1582 y 1585, de regreso en pleno Pacífico.
En este testamento de Juan García Méndez hace constar que era natural de Cuéllar, hijo de Frutos García y de María Méndez y en él podríamos destacar las siguientes cláusulas:
*Ordena ser enterrado en el convento de San Francisco, en la Ciudad de México.
*Mando a mi hermano Francisco García, que está en las Islas de Poniente, 500 pesos de oro común.
*Mando a mi hermano el licenciado Frutos García, clérigo que vive en Cuéllar, 1000 pesos de oro común.
*A Antonio Méndez, mi tío, 500 pesos de oro.
*A mi hermana Isabel Méndez, mujer viuda vecina de Cuéllar y si fuera casada lo reciban sus herederos, 500 pesos de oro.
*A mi hermana Ana Méndez, vecina de Cuéllar, 500 pesos de oro.
*En Cuéllar, manda al convento de San Francisco 200 ducados de Castilla para que recen por su alma.
*Funda una capellanía: que de sus bienes se tomen 10.000 pesos de oro común y se funden con ellos una capellanía de misas por su alma, las de sus padres y parientes, en alguna de las iglesias o monasterios de Cuéllar. Nombra capellán perpetuo de esta fundación a su hermano el Ldo. Frutos García. Con el dinero que destina a esta obra ordena se compren haciendas y tierras en términos de Cuéllar, a criterio de los albaceas, para con sus rentas sostener la capellanía.
No considera, por tanto, la adquisición de una capilla, menos cuando cree que él va a ser enterrado en México. Una vez cumplidas y pagadas sus mandas, nombra heredera a su madre, María Méndez, y albaceas en Castilla a su tío Antonio Méndez, clérigo, y a Gabriel de Cuéllar. En México confía el cumplimiento de su testamento a fray Bartolomé de Nieva, dominico, posiblemente paisano del testador.[iv]
En el año 1586, Juan García Méndez seguía vivo y fue cuando su hermano Frutos García pasó a América (solo con su sobrino, pues se le denegó el paso a su sobrina Ana) requerido por el primero. El siguiente llamado a cruzar el charco fue su sobrino Felipe Hernández Pardo, que seguía en Cuéllar, para que fuera a reunirse con él. Felipe no habría ido con su hermano y su tío en el primer viaje por su minoría de edad, pero en el año de 1593 solicitó la requerida información de su condición para reunirse con sus parientes en Nueva España. En dicha información, los testigos dan cuenta de que el solicitante es hijo de Pedro Hernández Pardo y de Isabel Méndez (hermana de los indianos) y nieto de Frutos García y de María Méndez. Aunque no se recogen los motivos de su viaje a América, ya los podemos suponer. Se deduce del testimonio de los testigos que esta familia no era hidalga, porque de haberlo sido se habría hecho constar en el informe y algunos de los que testificaron lo sabrían porque eran hidalgos. Uno de los testigos insinúa que eran labradores acomodados. Expresamente se deja clara la limpieza de sangre del solicitante, no descendiente de moro, judío o cristiano nuevo. De lo dicho podemos deducir que la buena fortuna de esta familia en México permitiría a estos pecheros acceder a la compra y dotación de una capilla como panteón familiar en una de las parroquias de su villa de origen: en la iglesia de San Miguel de Cuéllar. Lo que solo estaba al alcance de la hidalguía más destacada y pudiente de la villa.[v]
En el año 1600, Juan García Méndez aparece como residente en la ciudad de Sevilla, en la parroquia de San Bartolomé. Se había establecido allí como otros mercaderes documentados que lo hicieron en la última década del siglo XVI, regresados desde México, y desde donde seguían comerciando con Nueva España, donde mantenían sus redes comerciales. Por entonces sobrepasaba los sesenta años y sintiéndose enfermo redactó en Sevilla su último testamento el 6 de abril de ese año, falleciendo poco después. Creemos que los traslados del testamento en los pleitos no lo recogen en su totalidad, pero conocemos algunas de las cláusulas relativas a la fundación del indiano que coinciden con lo expresado en la lápida de la capilla.
Cuadro de Sevilla en el siglo XVI. Allí llegaban las mercancías de América y en ella hizo su testamento Juan García Méndez en el año 1600.
Funda un patronato de legos con dos capellanías y dispone que de las rentas de sus bienes se sacasen 102.000 maravedís cada año perpetuamente para repartir entre dos capellanes que habían de decir 183 misas cada uno, alternándose por semanas, recibiendo cada capellán la mitad de dicha cantidad. Se servirían las capellanías en la capilla y entierro que se compraría y labraría en la iglesia mayor de Cuéllar o en otra iglesia de la villa. Nombró por primeros capellanes a su sobrino Gregorio Hernández, hijo de su hermana Ana Méndez y al Licenciado Álvarez, cura de Gomezserracín. No fue llamado para ocupar una de las capellanías su hermano el Ldo. Frutos García, que figura por estos años vuelto a Cuéllar y cobrando 150 ducados de alimentos de la obra pía de Juan García Méndez.
Estableció que en lo sucesivo tuvieran preferencia los herederos de su familia y dejó por escrito las prioridades para acceder a su disfrute. Instituyó como patronos perpetuos de las capellanías y de su fundación al clérigo más antiguo del Cabildo de Cuéllar y al regidor más antiguo de la villa, junto a su sobrino D. Pedro Hernández Pardo y sus descendientes. Asignando a cada uno 4.000 maravedís al año por su desempeño.
Los restos de Juan García Méndez fueron traídos desde Sevilla y depositados primeramente en San Francisco de Cuéllar y trasladados el 2 de enero de 1611 a la capilla que efectivamente se construyó y se dotó por parte de sus herederos en la iglesia de San Miguel, cumpliendo así lo ordenado por el fundador.
Capilla de los Pardo



Capilla de los  Pardo
Lucillo en la  pared sur

El poder económico del indiano enriquecido con su actividad de mercader en México garantizó desde sus orígenes un importante soporte para lo establecido en su testamento. Juan García Méndez había hecho sobre todo dinero, pues las transacciones de productos se realizaban en metálico. Ese capital lo invirtió en su obra pía y en la adquisición de tierras y censos con cuyas rentas se sostendría la fundación. Además, se observa cómo financió y gastó dinero en los estudios de sus sobrinos que aparecen con el título de licenciados y desligándose de la actividad comercial. Aparte del primer capellán, el Licenciado Gregorio Hernández, el primer patrón de la capilla,  su sobrino Pedro Hernández Pardo II, figura como abogado en la corte y luego de la Chancillería de Valladolid, y el hermano de este, Gabriel Hernández Pardo, como escribano y administrador de bienes. Estos dos últimos, cuando en 1615 falleció el Licenciado Gregorio, su primo, y quedó vacante su capellanía, se enzarzaron ya en el primer pleito familiar para ver  qué hijo de los dos tenía más derecho a recibirla para su disfrute (y todavía eran dos niños).[vi]
El ocaso de la fundación vino con las leyes desamortizadoras liberales del siglo XIX que declararon libres las tierras vinculadas a las capellanías. Es aquí donde los herederos con más derecho entrarían a poseerlas en propiedad privativa. Los últimos capellanes que sirvieron las capellanías fueron, en una, el presbítero Joaquín Perote hasta su fallecimiento en 1838, y en la otra, desde 1828, D. Esteban Muñoz Labiano, (sexto nieto de la hermana del fundador) que la seguía ejerciendo en 1875. Los patronos de la obra pía de Juan García Méndez recurrieron a alguna de estas leyes argumentando que la fundación no era de las incluidas en la supresión establecida en la ley desvinculadora, por lo que se debía mantener para llevar a cabo con sus rentas los piadosos propósitos del fundador. Pero esto no se pudo sostener con el tiempo. En fecha tan tardía como 1871, doña Juliana Capdevila y doña Irene Núñez sostuvieron pleito entre ellas sobre el mejor derecho a los bienes de una de las capellanías fundadas por Juan García Méndez, llegando el caso hasta el Tribunal Supremo, que hizo publicar la sentencia definitiva en su día (1876), lo que nos da idea de la importancia de los bienes vinculados a esta obra pía que fundara el indiano Juan García Méndez.[vii]

(CONTINUARÁ)

PARTE II
LA CAPILLA DE FRANCISCO SANZ DE LA CUEVA O DE LOS AYALA: EL PANTEÓN DEL CRISTIANO NUEVO.



[i]               Balbino Velasco Bayón. Historia de Cuéllar. 5ª Edición, pp. 453-454.
[ii]              J. Ramón Criado Miguel. Cuéllar: la historia perdida. Pág. 221. A partir de AGI. Indiferente. 2063. N.45. Frutos García.
[iii]              Para el contexto del comercio en Nueva España en el siglo XVI hemos recurrido al trabajo de María del Pilar Martínez López-Cano: Los comerciantes de la ciudad de México en el siglo XVI. Hipótesis para su estudio. UNAM. La mayoría de los grandes mercaderes eran peninsulares e iniciaron sus carreras en el comercio trasatlántico, actividad que les permitió hacerse de un capital que pudieron invertir por su cuenta, en el comercio interno e intercolonial y en otras empresas. Desde mediados de siglo, la activación de la economía virreinal, ofreció muchas posibilidades de enriquecimiento y los comerciantes supieron aprovecharlas. Desde 1560 los grandes comerciantes con vecindad en la Ciudad de México solicitaron la fundación de un Consulado, que se haría realidad en 1592. Para entonces, los grandes comerciantes de la capital se encontraban entre los personajes más ricos del Virreinato, gozaban de una gran liquidez, acaparaban los productos del exterior y estaban presentes en las principales rutas comerciales.
[iv]              AGI. CONTRATACIÓN. 484.  Autos de bienes de difuntos (1589 y 1580). De Juan García Méndez, mercader, natural de la villa de Cuéllar, provincia de Segovia, y difunto (¡) en México con testamento y fundación de una capellanía en su patria. Hay error en la nota del archivero, no es Juan García Méndez el difunto como nos hizo a creer en un primer momento y lo que nos dificultó la investigación. Es un expediente en relación a una deuda de 500 pesos que por su primer testamento Juan García había reconocido tener con Lucía de Aguilar, mestiza, y que le reclamaba saldar con los herederos de esta el defensor de los bienes de difuntos, en pleito que se alargó algunos años hasta 1589. Por suerte para nosotros se recoge aquí el testamento de 1582. La burocracia del Imperio español garantizaba a través de la Casa de la Contratación de Sevilla el cumplimiento de los testamentos de los castellanos fallecidos en América o de regreso de ella. En este caso la fallecida era Lucía de Aguilar.
[v]              AGI. CONTRATACIÓN5243,N.2,R.35. Expediente de información y licencia de pasajero a Indias de Felipe Hernández Pardo, vecino de Cuéllar, hijo de Pedro Hernández Pardo e Isabel Méndez, a Nueva España, enero 1593.
[vi]              Los dos hijos y las dos hijas del primer patrón de la familia, Pedro Hernández Pardo II (hijo de la hermana del fundador Isabel Méndez y de su marido Pedro Hernández Pardo I), optaron por la vida religiosa. Isabel y Lucía Pardo en el convento de la Concepción de Cuéllar. Por ello le sucedió Gabriel Hernández Pardo, su hermano menor, establecido en Valladolid. Ya en 1674, el patronato de la capilla de Juan García Méndez había recaído en D. Jacinto Pardo de Santisteban, sobrino nieto del fundador, e hijo de D. Gabriel. Datos dados a conocer por el investigador Anastasio Rojo Vega, que ha publicado su testamento y  otros de esta familia, en el que D. Jacinto Pardo establece lo siguiente:
                Que mi cuerpo sea sepultado en la capilla que tengo en la iglesia parroquial de San Miguel de la villa de Cuéllar de que soy patrón de sangre que la hiço y dotó Juan García Méndez mi tío…

[vii]             AHN. Leg. 13.296, núm. 5. Contiene los árboles genealógicos.
                Sentencias del Tribunal Supremo en materia civil, Partes 2-3, año 1976.

                 
             


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1.957: LA FUGA DEL PENAL DE CUÉLLAR


El castillo de Cuéllar en los años 70, aún conservaba una de las garitas de vigilancia

Aún, a pesar de los años transcurridos, la memoria colectiva de los cuellaranos se agudiza cuando de recordar se trata lo vivido durante aquellos años en que su monumento mayor, el castillo-palacio de los Alburquerque, tenía como destino ser un penal de reclusos. Los últimos años de la Guerra Civil, tras haberse alojado en el mismo tropas italianas camino del frente, comenzaron a llegar soldados prisioneros sobre todo del frente norte; más adelante, llegaron ciudadanos presos políticos, y por último, se añadieron reclusos comunes. La vieja fortaleza, cedida por el Duque de Alburquerque casi obligadamente por las circunstancias reinantes, fue transformándose en prisión estatal que albergó un sanatorio, único en España, antituberculoso de presos y funcionarios. Hasta los años sesenta del pasado siglo en que la Dirección General de Prisiones cerró definitivamente el penal, los años transcurridos en torno al mismo, generaron cantidad de anécdotas y vivencias entre los cuellaranos que el tiempo desdibuja o transforma a veces de manera tal que se desvirtúan los hechos, como el de este caso que nos ocupa. Durante los más de treinta años que he acompañado como monitor, a miles de personas a visitar la fortaleza, en casi ninguna de las visitas ha faltado quien pregunte por el suceso; parece, pues, que es necesario recordar lo ocurrido para volver a recuperar para el colectivo memorial, aquellos sucesos.
Era febrero de 1957, domingo 17, tras una noche de ventiscas racheadas de nieve y lluvia, con apagones de luz intermitentes, cuando sucedió la que se hizo famosa "Fuga del Penal de Cuéllar. Numerosos medios de comunicación a nivel regional y nacional, se hicieron eco del suceso, pero con no muy detallada amplitud. Se conoce que al "Régimen" imperante, lo le gustaba que se airearan estos fallos de las fuerzas de seguridad de sus diversos establecimientos penales. Tan sólo de estos medios, que yo sepa, dedicaron al suceso noticias de mayor detalle y amplitud. Estos dos medios, que ya no se publican, fueron “El Farol, semanario gráfico de sucesos" (cuyo primer número salió el ocho de febrero del mismo mes y año del suceso), y el más conocido de "El Caso" semanario de sucesos que había publicado su primer número el año 1952.

El semanario "El Farol", editó una portada con tres fotos y titulares de gran tamaño

"EVASIÓN EN EL SANATORIO PENITENCIARIO DE CUELLAR", Cinco reclusos se descolgaron por un muro valiéndose de una cuerda de sábanas; dos de ellos fueron muertos.
El semanario desplazó a Cuéllar a su enviado especial Ángel Álvarez Caballero y al fotógrafo Anguita.  Su crónica, publicada el veintidós de febrero, decía así:
"Tres hombres se encuentran fugitivos en algún lugar de la geografía española. Escondiéndose de todo ser humano, ocultando su rostro a la luz del sol. Visten, si es que no se han procurado otra indumentaria, Traje de paño marrón oscuro y alpargatas blancas con suelo de goma: el uniforme de penados del Sanatorio penitenciario de Cuéllar; alguno quizá calce, en vez de alpargatas, unos borceguíes.
Estos tres hombres huyeron de la Penitenciaría el pasado domingo. Uno de ellos, el más peligroso, es Joaquín Aguilar Gil, nacido en Alcalá de Guadaira (Sevilla), donde vivió hasta cumplir los diez y nueve años; entonces inició su carrera delictiva: cometió un atraco y fue capturado por los agentes de la Ley; los Tribunales le condenaron a muerte, pena que después le fue conmutada por la de cadena perpetua; es un hombre de pelo y ojos castaño claro, con grandes entradas, (casi calvo) piel blanca, cara redonda y boca regular. El segundo de los evadidos se llama Diego Martínez Vázquez, tiene treinta y cuatro años y nació en Cartagena; está domiciliado en Barcelona, en el Pasaje de las Baterías 62; es un profesional del robo, cumpliendo varias condenas por delitos de este tipo. El otro es Emilio Moya Álvarez. Nació hace treinta y siete años en Valladolid, donde vivía en la calle de Las Huelgas 36; es un tipo de estatura regular, cara alargada, ojos y pelo negros (este ondulado), delgado.
LA DRAMÁTICA FUGA
La noche del domingo fue, seguramente, la más inclemente de este invierno en tierras segovianas. Hacía un frío cruel; la lluvia y la nieve se alternaban en razas de excesivo rigor, acrecentado por una fortísima ventisca.
En las cinco garitas que rodean el castillo-prisión, otros tantos números de la Guardia Civil permanecían vigilantes, atentos únicamente al cumplimiento de su deber. Su misión no era fácil. La dificultaban, además de las peculiares circunstancias climatológicas, el hecho de que la fortaleza de halla muy poco iluminada al exterior, con unas cuantas bombillas sujetas a unos postes, algunas de las cuales estaban fundidas desde unos días antes y no habían sido repuestas.
Marciano García Domingo, de cuarenta y cinco años de edad, guardia segundo de la Benemérita, se encontraba de centinela en la garita número dos, frente al ala norte del castillo. Eran las nueve de la noche cuando oyó, junto al muro de la fortaleza, a cuarenta o cincuenta metros de donde estaba, un ligero ruido. Agudizó la vista, pero la nieve y la oscuridad de la noche le impedían toda visibilidad. Marciano, apercibiendo el fusil, abrió la puerta de la garita y saltó al exterior. Una ráfaga de viento frío y nieve azotó su rostro.
Avanzó unos pasos descendiendo por el talud que da acceso al camino que discurre por el fondo de lo que debió de ser foso del castillo. A unos quince metros, en medio de la rampa, se detuvo. Vio, en efecto, unos bultos que destacaban ligeramente sobre la nieve, moviéndose sigilosamente.
Marciano dirigió el cañón del arma hacia aquella parte -¡Alto!- gritó.
La voz reglamentaria de los centinelas, que ha de repetirse durante tres veces antes de hacer fuego. Como nada respondiera a su orden, el guardia repitió - ¡Alto….Alto!-. Otra vez el más absoluto silencio fue la respuesta. Sin embargo, los bultos que el guardia tenía ya la seguridad de que correspondían a seres humanos, seguían moviéndose y algunos echaron a correr.
Haciendo puntería, el guardia apretó el gatillo repetidamente. Vio caer a dos de los hombres, Cuando estaban en el suelo, aún les hizo algunos disparos más para asegurarse de que no era víctima de una añagaza. Disparó doce tiros en total de los cuales casi todos se incrustaron en los cuerpos de los dos fugitivos.
RECONOCIMIENTO DEL TERRENO
A raíz del primer tiro, el guardia de centinela en la garita número uno dio la voz reglamentaria -¡Cabo de guardia!-  Salieron los cabos de servicio, don Baldomero Berrocal Ayuso y don Felipe Ramos Santos, seguidos por otros números. Inmediatamente oyeron los otros disparos Seguidos de dos guardias cada uno de los cabos, realizaron un reconocimiento en torno a la fortaleza, empezando uno por la garita cinco y otro por la uno. Fueron a juntarse donde estaba Marciano quien les dio cuenta de lo ocurrido. Y siguiendo sus indicaciones avanzaron hasta el sitio donde estaban tendidos los cuerpos de los reclusos, al parecer sin vida.
Del hecho se dio cuenta rápidamente a las autoridades de la prisión, al Juzgado de instrucción de Cuéllar y a la Jefatura de la línea de la Guardia Civil, y minutos después se constituía en el lugar el Juzgado, personándose el Director de la prisión don Antonio de Mena Polo, y el teniente Jefe de línea don Cándido Galindo Martín, quienes se hicieron cargo de la situación. Horas después acudió también desde Segovia el teniente coronel jefe de la Guardia Civil de la provincia de Segovia, Ruiz Palomo.
Un segundo reconocimiento más minucioso del terreno, hizo posible el descubrimiento, junto al muro de un torreón, de una cuerda formada por ocho sábanas anudadas entre sí. Más arriba, a la altura del segundo piso, la sillería del muro ofrecía un boquete, por el que sin duda se habían descolgado los reclusos.
A la altura del piso de la segunda planta del Torreón grande, en su confluencia con el torreón pequeño, se practicó el boquete

UNO DE LOS MUERTOS ERA EL CABECILLA
Se procedió a la identificación de los dos reclusos. Uno de ellos era Francisco Biendicho Prats, natural de Zaragoza, de treinta y siete años de edad, profesional del robo, era un sujeto muy peligroso y fuguista habitual. Parece que él fue el cerebro del plan de evasión. Sin embargo, se hallaba gravemente enfermo. 

Francisco Biendicho Prast

Como se sabe, la Penitenciaría de Cuéllar es sanatorio de reclusos tuberculosos, hallándose en la actualidad allí unos doscientos enfermos. Francisco Biendicho era uno de los más graves. Dos o tres días antes de la fuga, había tenido una importante hemoptisis, siendo preciso aplicarle seis transfusiones de sangre. A pesar de ello, este hombre especializado en la evasión, parecía animado en una extraña vitalidad cuando de huir se tratase. Del mismo castillo de Cuéllar se escapó el día veinticuatro de julio de 1.956, saltando desde una terraza, entorpeciendo la huida por una pequeña lesión que se produjo en el pie, fue capturado por la Guardia Civil dos días más tarde. El otro muerto por los disparos del centinela fue Julián Emiliano Núñez Gil, natural de la provincia de Badajoz, de cuarenta y cuatro años de edad, que cumplía condena a perpetuidad por diversos delitos de robo. Era el lugarteniente y hombre de confianza de Biendicho. También se hallaba bastante enfermo. Los otros tres que consiguieron evadirse, cuya filiación hemos dejado reseñada al comienzo de esta información, eran en cambio enfermos ya recuperados de su dolencia, casi en plenitud de facultades físicas por tanto.
INICIARON LOS TRABAJOS POR LO MENOS QUINCE DÍAS ANTES
Las investigaciones siguientes permitieron conocer con más detalle el mecanismo de la evasión.
Los cinco reclusos evadidos tenían sus camas con veinticinco enfermos más, en la sala novena, que se halla en el segundo piso del torreón del ala norte. Los reclusos debieron de observar hace algún tiempo que uno de los tabiques de la estancia era de muy leve contextura; en efectivamente, estaba construido de ladrillo del llamado de rasilla, muy ligero.
Contando con esta circunstancia y dispuestos a la fuga, Biendicho y sus compañeros abrieron en el zócalo, pintado de color oscuro, a ras del suelo, un boquete de 40X 37 centímetros. Por él pasaron a la otra parte que resultó ser un rincón perdido de la fortaleza, de dos metros de largo por uno de ancho. Durante quince noches, por lo menos, algunos de los reclusos se turnaron allí para trabajar en la apertura de un boquete en el muro exterior. Tarea ésta mucho más difícil que la anterior, puesto que dicho muro tiene un grosor de por lo menos un metro. Dicha operación la realizaron con mil precauciones, valiéndose de herramientas muy elementales construidas por ellos mismos, tales como una especie de punzón largo, un candil confeccionado con parte de un bote, un trozo de hierro y una rasqueta formada por un trozo de madera, a guisa de un mango y un clavo. Con tales herramientas, el trabajo de los reclusos hubo de ser muy lento y penoso.
SE IBAN A FUGAR MÁS DE VEINTE
Por noticias confidenciales, la Guardia Civil ha sabido que eran más de veinte los reclusos de la sala novena que iban a intentar la fuga.
Hay que suponer, por lo menos, que todos ellos tenían conocimiento de los planes de Biendicho y sus amigos, puesto que el agujero del tabique de la sala, que durante el día cubrían con un cartón pintado del mismo color del zócalo, hubieron de hacerlo en presencia de todos, quienes verían igualmente cómo cada noche lo franqueaban para pasar al rincón perdido donde practicaban la abertura del muro exterior.  Naturalmente, la Ley del Silencio que rige en cualquier ambiente de gente del hampa, y más en un penal donde los reclusos "chivatos" son objeto de represalias por parte de sus compañeros, debió de hacer que los no complicados guardaran absoluto silencio sobre lo que se preparaba. Pero, además de que tuviera conocimiento, es lícito pensar que fueran más los que intentaran la fuga. Seguramente, cuando el centinela abrió fuego sobre Biendicho y Núñez, había otros arriba dispuestos a descolgarse por la cuerda de sábanas anudadas. El hecho de que esta apareciera caída junto al muro es muy significativo, ya que demuestra que los de arriba, prontos a seguir a los otros cinco, al oír los disparos, desistieron de ello, y quizá para evitar que supusieran el mismo propósito en ellos descolgaron la cuerda dejándola caer al exterior, sin pensar, en tan críticos instantes que esta acción era mucho más delatora.
En fin, este es un extremo que sin duda quedará en claro un día, cuando se den por terminadas las investigaciones que realizan actualmente el Juzgado de Instrucción de Cuéllar, la Guardia Civil y los Funcionarios de prisiones, uno de cuyos inspectores, don Manuel Díaz Duque, se trasladó al día siguiente al Sanatorio Penitenciario para dirigir personalmente el asunto.
RÉGIMEN PENITENCIARIO MODELO
El Sanatorio-penitenciario  situado al sur del Castillo, junto a la Huerta del Duque

Al hacer nuestra información, nos interesamos particularmente sobre el motivo que pudieran tener los fugitivos a tan arriesgada determinación. Pensábamos que acaso una disciplina rígida en exceso, o unas condiciones de vida lamentable pudieran haber impulsado a estos hombres a una medida de desesperación.
Nada hay que pueda abonar en lo más mínimo alguno de estos criterios:
"Tengan ustedes en cuenta", nos dijo el Director de la prisión, señor Mena Polo "que además de penados, son enfermos, y esto nos obliga a un régimen disciplinario especialmente benigno. Este tipo de reclusos son los más difíciles de gobernar, puesto que además de la psicología del delincuente, hay que contar con la del enfermo tuberculoso, tan peculiar y difícil. ¿En qué se traduce esto? Como enfermos que son, si alguna vez comenten  una falta que merecería un severo castigo, nosotros podemos olvidar aquella circunstancia y hemos de ser en todo momento benignos. En cuanto al régimen de vida, por la misma causa, cada recluso tiene cama confortable y unos elementos de comodidad más que suficientes, impropios de una penitenciaría. En cuanto a alimentación, se siguen al pie de la letra las prescripciones facultativas, que requieren siempre alimentos abundantes y de primera calidad".
Pudimos comprobar este extremo ya que el momento de nuestra visita coincidió con la hora en que el cocinero del establecimiento, un recluso, pasaba a las autoridades la prueba de la cena de aquella noche: una magnífica sopa magníficamente condimentada, cuatro croquetas, un guiso de carne de cordero con patatas, queso y café, además de pan y vino. Para el día siguiente había filetes de vaca, de primera calidad que el cocinero nos mostró, añadiendo por su cuenta, ya que nadie le hizo pregunta alguna: "No saben ustedes cómo se vive aquí…"(téngase en cuenta que se trata de un penado).
Hay que descartar, pues, que se trate de una evasión por protesta hacia un régimen penitenciario modelo. La fuga de Biendicho y los otros cuatro hay que interpretarla única y exclusivamente como reacción de seres asociales y desesperados ante la perspectiva de purgar, con largos años de encierro, graves delitos.
LA BÚSQUEDA, INÚTIL.
Inmediatamente de producirse la trágica evasión, el teniente Galindo Martín organizó la salida de numerosas patrullas por las inmediaciones a la caza de los tres hombres que habían conseguido burlar la vigilancia de los centinelas. Simultáneamente, hombres a sus órdenes cursaron multitud de telefonemas a los puestos limítrofes y a la Comandancia de Segovia con lo que toda la región fue puesta en alarma a los pocos minutos de producirse la fuga. Más tarde la noticia fue saltando, a través de los cables telefónicos, a todos los puntos de España, donde el heroico Cuerpo tiene fuerzas para velar por la Ley y el Orden.
No se tenía pista alguna del camino que hubiera poder seguido los fugitivos. Lo más probable, sin embargo, por razones de lógica, es que siguieran el camino llamado "de la Fuente que Llueve", frente al ala norte del castillo, hacia el Santuario del Henar, Viloria, Vallelado y el río Cega. Más a pesar de que no se regatearon esfuerzos ni sacrificios por estos hombres que se mantuvieron horas y horas en pie de guerra, batiendo el terreno palmo a palmo, en el momento de cerrar nuestra edición, no se tenía pista alguna de los tres malhechores.
Es difícil, sin embargo, que puedan burlar la estrecha red tendida en torno a ellos. Son hombres sin recursos; en el interior del sanatorio Penitenciario no se les entregaba el dinero que recibían, sino vales que canjeaban al ser puestos en libertad, ni armas, ni, seguramente, en connivencia con nadie del exterior que pudiera prestarles su colaboración.
Los familiares que tienen en los diversos puntos de España están sometidos desde aquel momento, a estrecha vigilancia, por si ellos intentaran establecer algún contacto. Más tarde o más temprano los anónimos héroes de la Guarda Civil, a quien tanto debe España, podrán apuntarse un nuevo triunfo con la captura de Joaquín Aguilar, Diego Martínez y Emilio Moya".
Hasta aquí la crónica que publicó el Diario "El Farol" el 22 de febrero de 1957.
De forma semejante, El Caso, en la misma fecha, publicó la noticia en estos términos:
NOVELESCA FUGA DE CINCO PRESOS (Dos de ellos fueron muertos a tiros por la guardia exterior de la prisión de Cuéllar)
Titular de prensa de El Caso
"Cuéllar, magnífica y populosa villa segoviana, se ha visto estos días, sacudida por un suceso del que hoy habla toda España. La prensa lo ha comentado con mayor o menor amplitud. Las fugas de presos de las penitenciarías no es tema corriente de información. No se producen.
EL LUGAR DE LA EVASIÓN.
En las afueras de Cuéllar, lindando con las carreteras de Valladolid, del Santuario del Henar y la de Olmedo, se alza la majestuosa silueta del castillo de los Alburquerque, que desde hace largos años fue transformado en prisión central y sanatorio penitenciario, destinado a delincuentes comunes. Como todos los castillos, el de Cuéllar guarda laberintos y pasadizos que tan solo consiguen desentrañar los habilísimos maestros del mal.
Los alrededores del castillo-prisión están guarnecidos por cinco puestos de guardia, donde la benemérita aguanta con estoicismo, los rigores de estos días.
El castillo-prisión en estado de abandono. (Foto Rafael)
Ya la noche del día 17 fue cruel. Durante toda la jornada estuvo lloviendo; lluvia envuelta en un vendaval fortísimo que sin duda había de favorecer los planes de los evadidos. La noche era durísima. El teniente de la Benemérita, don Cándido Galindo Martín, jefe de la línea en Cuéllar, nos confirma: "Fue la noche más dura de todo el invierno."
A las nueve de la noche, desde el puesto de guardia número 3, situado en la zona norte del castillo, en medio de una oscuridad total y absoluta, el guardia don Mariano García Domingo, quien, por cierto, llevaba tres días consecutivos de guardia (sufrido servicio el de la Benemérita), escuchó ruidos extraños en su sector. Pronto pudo darse cuenta de que entre la oscuridad se movían, con ligereza felina, extrañas sombras procedentes de las murallas del castillo y en dirección a su garita. Habían salvado la pequeña vaguada que separa el edificio para alcanzar el puesto del centinela. "No cabe la menor duda, nos decía hace unas horas el guardia García Domingo, iban a por mí, y al eliminarme, facilitar la evasión del resto de los reclusos".
El benemérito funcionario actuó con rapidez y valentía. Sobre la blancura nevada avanzaban sigilosamente los fugados. No habían andado muchos metros desde el torreón. Menos de veinte. Sonó un grito en la penumbra de la noche. La voz del guardia don Mariano García sonó clara:"¡Alto…!".  De nuevo reinó el silencio. "¡Alto...! "Momentos de inquietud!,. Lanzó el último grito de alerta. Todo inútil. No vaciló un instante y de la boca del cañón de su fusil salieron varios disparos cuyo resplandor quebraba débilmente la negrura del lugar. La noche era tan intempestiva que desde el puesto de guardia número tres, no escucharon el fragor de la lucha hasta sonar el sexto disparo…. Acudieron inmediatamente sus compañeros de los puestos de guardia lindantes y descubrieron sobre el terreno los cadáveres de dos evadidos del castillo. Eran inconfundibles pues vestían el uniforme penitenciario. Es cuando se descubrió el lugar de la evasión y todo lo relacionado con la misma. Se hizo un recorrido exterior y pudo señalarse perfectamente que, en la parte media de uno de los torreones de la penitenciaría, a unos diez metros del suelo, se había abierto un boquete de 60 centímetros de ancho por casi 40 de altura. Es cuando preguntamos al teniente del Benemérito Cuerpo: ¿Podría usted decirnos qué espesor o grueso tienen los muros del castillo…? - Por el sector de la evasión (dijo) entre noventa centímetros y un metro-. Pero esto, insistimos, es difícil de hacer en una noche o en una tarde, a no ser que hubiesen utilizado herramientas que no están al alcance de gente recluida en esta clase de establecimientos…, - Los útiles de que se valieron, (concretó el teniente don Cándido Galindo Martín), fueron una cuchara convertida en punzón a fuerza de frotar en el suelo. También una especie de destornillador que "fabricaron" con cualquier alambre encontrado en el interior de los patios. Fue, no cabe duda, una labor de varios días-.
¿Era suficiente la guardia existente en la prisión-sanatorio…?
-No, Tenga usted en cuenta que para los cinco puestos de vigilancia no contamos, es decir, no contábamos en aquellos momentos, más que con diez guardias y dos cabos. Las ordenanzas existentes aconsejan que el número había de ser precisamente el doble, a tenor de la cifra de individuos recluidos-.
¿Había entre los evadidos algún elemento de extraordinaria peligrosidad…?
-Sí, tenemos a uno de los todavía no capturados, el llamado Joaquín Aguilar Gil, de veintiocho años de edad, natural de Alcalá de Guadaria, con cabello castaño claro, grandes entradas, casi calvo, que había sido condenado a muerte y conmutada su pena a perpetuidad…-.
¿Llevaba mucho tiempo en prisión…?
- Unos diez años.
Preguntando a unos y otros pudimos igualmente saber que uno de los evadidos que resultó muerto, Francisco Biendicho Prast, del cual publicamos su fotografía, había sido el alma de la organización y realización de la fuga. Era un habilísimo profesional de esta clase de menesteres y ya había conseguido, con más suerte que ahora, fugarse de distintas penitenciarías. No había contado, por lo visto, con la presencia de un guardia como don Marciano García Domingo, que pusiese fin a sus fechorías.
COLOQUIOS CON LOS GUARDIAS DEL CASTILLO
Desde Segovia a Cuéllar cruzamos hermosos pinares resineros. Unos 25 kilómetros antes de llegar a la populosa Villa castellana, paramos en la carretera ante la presencia de una pareja de la Benemérita. Nos reciben amablemente:
¿Se ha capturado ya a los tres evadidos del castillo de Cuéllar…?
- Por ahora (contestaron) no tenemos la menor noticia afirmativa. Todos estamos pendientes de ello…-.
En Cuéllar, era día de mercado. Barro, mucho barro. Carretas castellanas y bueyes dificultan la marcha. íbamos con prisa. La gente del pueblo nos mira con curiosidad. La curiosidad aumenta cuando nos acercamos a la Casa Cuartel de la Guardia Civil. Nuestra llegada a los muros exteriores del castillo (la entrada por la puerta principal fue lo último), estuvo seguida por un auténtico enjambre de chiquillos que nos vigilaban (al decir "vigilar" queremos decir auténticamente vigilar); tanto es así que en un momento determinado uno de ellos gritó: ¡si sacan ustedes alguna fotografía del castillo, se lo decimos al centinela…!
Hicimos, como ustedes ven, las fotografías. Ignoramos si los chavales fueron con la historia al centinela. de todas formas, también podemos decir a ustedes que nadie nos vio movernos con nuestra máquina parte. Es que los reporteros gráficos (y ahí está nuestro compañero Mora) saben mucho de estas cosas.
En los primeros instantes tuvimos un fracaso. En el castillo no estaba de servicio el guardia Don Marciano García Domingo, ni se encontraba allí el director del establecimiento. Vuelta a la población y por fin pudimos encontrar al valeroso miembro de la Benemérita que, como es natural en todos los del glorioso Cuerpo, nos recibe con amabilidad, pero con recelo ante el temor de que puedan surgir indiscreciones a través de nuestra charla. No podemos decir que por parte del personal penitenciario encontráramos la lógica ayuda que la angustia de la comarca exigía de la publicidad de este hecho.
- Sabemos que es usted casado y que tiene dos hijitas monísimas, una de unos ocho años y otra de doce.
- ¿Quiénes son ustedes…?
-- Somos de EL CASO.
- ¿Quién les ha dicho a ustedes lo de mis pequeñas…?
- La gente del pueblo. No olvide usted que en estos momentos está usted a la orden del día…
- Bueno, pero me imagino (dice con cierta sonrisa irónica) que no vendrán únicamente para contarme estas cosas…
- Efectivamente, deseamos saber algo más sobre lo que se ha contado de la fuga del domingo…
- Es que, créanme ustedes, me colocan en un gran compromiso…
- Lo comprendemos perfectamente y sabemos la forma tan callada en que se desenvuelve, la Guardia Civil. No son ustedes amantes de publicidad.
- Pues miren ustedes (nos dice don Marciano García), no hice más que cumplir con mi deber. Lo hecho por mi carece de importancia. Otros en mi lugar hubieran hecho exactamente igual.
- ¿A qué distancia estaba su puesto de guardia de los muros del castillo...?
- a unos veinte metros, aproximadamente.
- Debió ser estudiado perfectamente el lugar de la evasión ¿verdad…?
- No sé qué decirle. En todo caso (añade) que el lugar es  el que se dirige hacia el despoblado más claramente, y el sitio de la fuga, el más a propósito para que no sean vistos más que por un solo puesto de guardia, principalmente en una noche tan terrible como la del domingo, en que incluso se habían apagado las luces a causa del vendaval reinante.
- Dígame, por favor, teniendo en cuenta la altura que existe desde el boque abierto en el muro (ésta parte de la charla era sostenida en el mismo lugar del hecho) ¿cómo pudieron llegar hasta el suelo…?
- Anudando sábanas de las utilizadas por ellos, ocho en total.
La charla se generaliza y se habla de cuánto se está realizando en estos momentos para detener nuevamente a los condenados fugados, y devolver con ello la tranquilidad de las buenas gentes trabajadoras de la extensa comarca, que vive instantes de angustia y de verdadero temor por las andanzas de los bandoleros sueltos.
La relación de los sujetos huidos de la prisión central-sanatorio penitenciario de Cuéllar, en la noche (las nueve exactamente) del pasado domingo día 17, es la siguiente:
Julián Muñoz Gil, de treinta y siete años, natural de Badajoz, y Francisco Biendicho Prast, de treinta y ocho años también que resultaron muertos en el momento de la fuga.
Los evadidos y cuya captura se espera realizar, son: Diego Martín Vázquez, de treinta y siete años, natural de Cartagena; Joaquín Aguilar Gil, de veintiocho, natural de Alcalá de Guadaíra, (Sevilla), y Emilio Moya Álvarez, de veintisiete, natural y vecino de Valladolid.
CARLOS MARTIN.
De nuevo la Prensa de El Farol, el día 5 de abril del año 1957, publicaba un artículo firmado por JUAN LLONGUERAS, bajo el título:
DOS EVADIDOS DE LA PRISIÓN DE CUÉLLAR DETENIDOS POR LA GUARDIA CIVIL DE MASNÓU
(Se proponían marchar a Francia pasando clandestinamente la frontera)
"Nuestros lectores recordarán el amplio reportaje que sobre la evasión de cinco peligrosos reclusos del sanatorio penitenciario de Cuéllar se publicaba en el número 3 de este semanario. El vaticinio final de nuestro corresponsal Álvarez Caballero, la detención de los fugados va siendo realidad. Pero vale la pena recordar los antecedentes:
Eran las nueve de la noche de un domingo, 17 del pasado febrero, cuando en medio del frío y la ventisca, sonaron tres “¡Altos!" conminatorios, seguidos de doce detonaciones en la garita número 2 del torreón noroeste del antiguo castillo de los Alburquerque, desde años Prisión Central del Estado y hoy sanatorio penitenciario en Cuéllar (Segovia). Dos cuerpos acribillados y ocho sábanas anudadas explicaban cumplidamente el motivo de la alarma. Entre los pinares, bajo la nieve, tres hombres corrían.  Eran los únicos supervivientes del intento de fuga que debía afectar a veinte de los veintiséis enfermos de la sala segunda de la penitenciaría.
Rápidamente se identificó a los cadáveres. Uno de ellos era Francisco Biendicho Prast, de treinta y ocho años, natural de Zaragoza, ladrón y fuguista habitual, que no obstante su grave estado (dos días antes precisó seis transfusiones de sangre), había dirigido el plan de evasión, repitiendo la suerte, esta vez más adversa, que la que obtuvo el pasado verano, cuando dos días después de su fuga, fue detenido por la Guardia Civil. El otro muerto era Julián Emiliano Núñez Gil, natural de Badajoz, de cuarenta y cuatro años de edad, amigo y lugarteniente del anterior, enfermo grave también, que cumplía larga condena por sus reiterados delitos.
Los tres hombres fugados que, con su uniforme de penados sobre la ropa de paisano, corrían despavoridos entre la nieve era Joaquín Aguilar Gil, de Alcalá de Guadaíra (Sevilla), de veintiocho años de edad; Diego Martínez Vázquez, de Cartagena, de treinta y cuatro años, y Emilio Moya Álvarez, de treinta y siete años, domiciliado en Valladolid, calle Las Huelgas 36.
De todos, el más peligroso el primero Joaquín Aguilar, que, a los diez y nueve años, se había ya avezado en el duro… del delito, formando parte de la banda de un tío suyo en Sevilla. Tío que murió con plomo en el pecho cuando, a raíz de la compra de una escopeta por parte de Joaquín, pudo ser identificado por las fuerzas de la Benemérita en los riscos andaluces. Sobre este individuo, el fugado, pesaba una condena de muerte, que después le fue generosamente indultada. Cumplía prisión en el penal de Santa María hasta que fue trasladado al sanatorio de Cuéllar. Su fisonomía, pelo y ojos castaño claro, grandes entradas, piel blanca, cara redonda, boca regular, al igual que la de los dos restantes evadidos, la habían dado todos los telégrafos, y sobre la pista de los tres malhechores se hallaban las fuerzas del orden.
Fue el instinto, más que la mera casualidad el que obtuvo éxito. Y en la prensa del día 29 se anunciaba la detención de dos de los fugados, uno de ellos, el peligroso Joaquín Aguilar, por la Guardia Civil de Masnóu.
Diego Martínez Vázquez, uno de los capturados en Masnou

En busca de la noticia nos desplazamos a la simpática Villa, catalana marinera y tranquila donde, una vez más, los esforzados hombres de nuestro instituto armado habían coronado tan difícil servicio. Hablamos con el teniente comandante del puesto, don José Yuste Lomeña, a quien agradecemos su caballerosidad y cortesía- Fue una pareja integrada por los números Joaquín Dols García y Juan Fernández Hernández, la que a las diez y media de la noche del pasado día 28 dio el alto a dos desconocidos que se dirigían, siguiendo la línea férrea, hacia Premiá de Mar. No ofrecieron resistencia, y al ser cacheados se les halló un revolver sin munición y un hacha. Como carecían de toda documentación, fueron detenidos, y resultaron ser los evadidos de Cuéllar. Eso es todo.
Y así, con esta sencillez castrense, glosa el jefe la labor de sus subordinados, labor que él, mejor que nadie, va a valorar después resaltando lo abnegado de ese servicio cotidiano, anónimo y silencioso:
- Lo curioso (dice el comandante Yuste) es la caminata que dieron esos pobres sujetos. Piense que, desde Cuéllar, en pleno temporal de nieve, marchan andando hacia Valladolid. De aquí, a Burgos; toda La Rioja y, siguiendo el Ebro, hasta Mora, donde cogen un mercancías hasta la estación del Morrot, en Barcelona, para buscar afanosos la frontera. Y todo eso de noche, ocultándose durante el día como alimañas. Este largo rodeo sólo se explica pensando que en Barcelona, de donde era vecino Diego Martínez, iban a encontrar alguna ayuda.
Le pedimos permiso para entrevistar a los guardias que llevaron a cabo la detención y su respuesta sintética todo un estilo<. - están de servicio. Digan simplemente que fueron dos guardias civiles. Lo que sí puedo indicarles es el sitio donde tuvo lugar la detención, ya que no pertenece, en este caso, al secreto de las actuaciones.
Y así, despersonalizando, cargando todo el mérito en dos guardias civiles, don José Yuste deja de hablar del suceso para ponderar las excelencias de Masnóu y de sus gentes, de la playa, del verano…
Y al despedirnos, un ruego:
- Hablen sólo de la guardia Civil".
(JUAN LLONGUERAS).

Hasta aquí, el tratamiento y seguimiento que tanto El Farol como El Caso, hicieron con sus publicaciones sobre aquella fuga del penal de Cuéllar. En el último artículo, ya se darán cuenta los lectores de que no se dice nada del tercer evadido que presuntamente, a tenor de lo escrito, sería Emilio Moya Álvarez, natural de Valladolid, del que siempre se ha dijo que era apodado "el Cuchillos" y que al parecer dedicó un disco desde Radio Pirenaica, al Director y demás funcionarios del penal.
















El Adelantado de Segovia también se hizo eco de la fuga

No era la primera vez que se habían evadido presos, pero no con tanta aparatosidad y presencia en los medios de comunicación, que no fueron demasiado explícitos porque seguramente el hecho podría entenderse como un fracaso de los medios de prisiones del Estado.
Según Isaías Rodrigo, nonagenario de memoria prodigiosa, en el año 1948, estando de trabajo en Íscar, una pareja de la Guardia Civil les rogó que a su vuelta a Cuéllar les dejaran conducir en su camión a un preso fugado del penal; en el trayecto, de su propia boca, el preso le narró por qué estaba en presidio…"por cuestiones de amores no entendidos por sus futuros suegros, había matado a tiros a suegro, suegra y novia…".  Otra fuga muy comentada en la población, fue aquella que realizaron dos reclusos que se escondieron, de noche, tras un carro en la calle de la Pelota; otras tuvieron por escenario el arroyo Cerquilla, alguna más sitúan a los escapados por los pueblos de Dehesa Mayor, Lovingos…Las Fuentes. A la zozobra que vivían los vecinos de Cuéllar y Comarca por lo que pudieran hacer los que, a veces eran sujetos de mala ralea, se sumaba la preocupación del posible contagio de la tuberculosis de los enfermos del penal a la población…por ello, las autoridades de Cuéllar, con el Alcalde, Felipe Suárez Muñoz, a la cabeza, comenzaron a gestionar la exigida  desaparición del centro penitenciario, gestiones que dieron como resultado su cierre a lo largo de los primeros años de los sesenta del pasado siglo. Todos los vecinos aplaudieron la solución, aunque la Villa se resintió por la pérdida de población por la salida de reclusos y personal de prisiones, y cómo no, con esa pérdida de población también se resintieron algunos sectores económicos.
Así se vió en la prensa provincial
































La primera planta del sanatorio, en ruina.(Foto Rafael)

(Mi gratitud a don Francisco Alonso Lozano que ha puesto su hemeroteca a mi disposición para elaborar este trabajo).
JUAN CARLOS LLORENTE MÍNGUEZ
(Profesor emérito de Historia en el I.E.S. “Duque de Alburquerque” de Cuéllar”)
Fotografías: Rafael y Juan Carlos Llorente Mínguez



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 EL ALTAR MAYOR DE LA CAPILLA DEL HOSPITAL DE 

SANTA MARÍA MAGDALENA DE CUÉLLAR

Julia Montalvillo García. Archivera Municipal

El Hospital de la Magdalena es una fundación piadosa hecha por el arcediano de Cuéllar D. Gómez González para atender a los enfermos pobres y, mediante limosna, ayudar a todos los pobres de Cuéllar y su Comunidad de Villa y Tierra. Los estatutos fundacionales datan de 1424 y en ellos justifica la creación del Hospital diciendo que entre todas las obras de misericordia una de las principales es la atención de los pobres, proporcionándoles ropa y otras cosas necesarias y porque, pese a ser Cuéllar una villa “notable e populosa e de muchos nobles, clerezía, caualleros, escuderos e otros deuotos seruidores de Dios”, no tenía ninguna institución dedicada al cuidado de los enfermos pobres, lo que él pretende subsanar con esta fundación “por mayor sustentaçión e proueymiento e rrefrigerio de los dichos pobres, en espeçial de los enuergonçados... que será en prouecho comunal e onra de la dicha villa”. Dispone que se construya una capilla “con su altar honesto prinçipal” en el cual se puedan celebrar misas y otros oficios divinos. Para ello acude personalmente a Segovia a pedir licencia para fundar el altar a Fernando García, vicario general y provisor del obispado de Segovia.

Hace unos meses, cuando empezó a realizarse el proyecto de nueva iluminación para la capilla de La Magdalena, me pidieron que documentase el altar, del cual solo sabíamos que fue realizado en el siglo XVIII. Para ello no hay fuente de información más fiable que los libros de cuentas, así pude constatar que el retablo del altar mayor se empezó a pagar en 1699 y acabó en 1704.

Altar mayor de la Capilla de la Magdalena
Cortesía de Gabriel Gómez (Alea Comunicación)
A través de los pagos realizados por los mayordomos del Hospital Juan Tamayo Sanz de Velasco, Francisco de Burgos y Andrés Vázquez, he podido averiguar quienes intervinieron en su elaboración y cuanto costó su trabajo:
Domingo González Amador, maestro de Arquitectura, vecino de Valladolid, que hizo el diseño.
Juan Correa, maestro de Arquitectura y ensamblador, vecino de Valladolid, que ejecutó la obra del retablo.
Vicente Díez, escultor de Valladolid, que hizo las estatuas de San Juan de Dios, las esculturas del retablo y los ángeles que lo coronan.
Antonio de Varreda, dorador vecino de Valladolid, que doró el retablo, doró y estofó la estatua de la Magdalena, los dos ángeles que coronan el retablo, la de San Nicolás, las tarjetas, los escudos de la bóveda, doró las varas del palio y los bastones de los Diputados y pintó unos cuadros para ambos lados del presbiterio.
Juan Durante, cantero, vecino de Valladolid, que hizo el pedestal sobre el que se puso el altar.
Manuel de Aceves, ensamblador, que hizo los escudos para el techo de la capilla.
Manuel Cavallar y Andrés Martín, hicieron la clavazón mayor y menor y grapas para asentar el retablo.
Domingo de la Torre y Francisco González, maestros de carpintería y albañilería, vecinos de Cuéllar que hicieron el andamio para dorar el retablo y 12 libras de clavos (5 kg. 443 gr.)
Santiago Cubollamas, armero, que hizo 4 barras de hierro con sus chapetas para sujetar los escudos y los santos.
Podemos seguir el proceso viendo cada uno de los pagos que se hicieron y por que concepto.

La primera referencia la encontramos el 22 de enero de 1700, en la toma de cuentas del año 1699 a Juan Tamayo Sanz de Velasco, mayordomo del Hospital, ante el escribano Ángel de Burgos, por Don Fernando de la Pinilla, corregidor, D. Patricio Bermúdez, D. Manuel Velázquez de Vellosillo, D. Juan Yrurzum, D. Antonio de Herrera, regidores del estado de los hijosdalgo, D. Andrés Dávila, procurador del estado de los hijosdalgo, Juan Vázquez, regidor del estado general de Villa y Tierra, Juan Calvo, procurador del estado general de la Villa y arrabales, y el licenciado D. Manuel Calvo, capellán del Hospital de la Magdalena. Para empezar tenemos la constancia de que se publicitó, mediante edicto tanto en Segovia como en Valladolid, la obra que se pretendía hacer,  para que quienes estuvieran interesados en pujar acudieran a Cuéllar.
Testimonio de edictos para el retablo: Más catorce reales que pagó de los derechos de dos testimonios de hauerse fijado edictos en las ciudades de Valladolid y Segobia para la obra del retablo de la iglesia de este hospital. Entregolos.
Prometidos del retablo: Más trescientos y veinte y cinco reales que pagó por los mismos que ganaron de prometido los maestros que pusieron la obra del retablo; los doscientos Andrés Alonsso, vecino de Segobia, y los ciento y cincuenta, digo ciento veinte y cinco, Juan Correa, vecino de Valladolid. Entregó los testimonios con reciuos.
Agasajos a dichos maestros: Más reciuen en quenta ciento y veinte reales que de orden de sus mercedes se dieron a los maestros que vinieron a hacer las posturas de dicho retablo para agasajo y ayuda de costa. Entregó libramiento y reciuo.
Por estos dos pagos parece claro que se pagaban los gastos a quienes se personaban a pujar por realizar el altar.
Trazas y condiciones: Más se reciuen en quenta ciento y cinquenta reales que, por libramiento de sus mercedes, pagué a Domingo González Amador, vecino de Valladolid, por las trazas y condiciones de dicho retablo; los ciento y veinte para la vna traza y los otros treinta para la otra traza. Entregó libramiento y reciuos.
Hemos de entender que al decir “trazas” se refiere al diseño del retablo.

Cuentas de 1699
Retablo. Pagado en cuenta de él: Más se le reciuen en quenta tres mil quinientos y quarenta y dos reales y medio que por diez y ocho libramientos del señor Diputado ha pagado a Juan Correa, vecino de Valladolid, maestro que está haciendo el retablo por quenta de lo que ha de hauer por él. Entregolos con reciuo.
Los gastos que se hicieron para el retablo ese año fueron de 4.151 reales y medio, que ascenderían a 28.230,20 Euros actuales.

Las cuentas tomadas el 11 de febrero de 1701 a Francisco de Burgos, mayordomo del Hospital, del año 1700, ante el escribano Ángel de Burgos, por Don Manuel Velázquez de Vellosillo, corregidor, D. Patricio Bermúdez, D. Antonio Velázquez de Vellosillo, D. Juan Tamayo, D. Juan Yrurzum, regidores del estado de los hijosdalgo, D. Andrés Dávila, procurador del estado de los hijosdalgo, Diego de Manzanares, regidor del estado general de Villa y Tierra, Gregorio Ovejero, procurador del estado general de la Villa y arrabales, y los licenciados D. Juan Velázquez y D. Manuel Calvo, capellanes del Hospital de la Magdalena, nos proporcionan más datos sobre la ejecución de la obra, en primer lugar vemos como se acaba de pagar a los ensambladores el precio en que se habían ajustado para realizarlo y las mejoras que se añadieron.
Retablo: Más se le reciuen en quenta tres mil quatrocientos cinquenta y siete reales y medio que, en virtud de treinta y ocho libramientos y decreto de sus mercedes y de los señores Diputados, pagó a Domingo González Amador y Juan Correa, vecinos de la ciudad de Valladolid, maestros de Arquitectura que han hecho el retablo de la capilla mayor de este hospital, con los quales están satisfechos dichos maestros de siete mil reales que ymportó dicho retablo y mejoras, excepto la mejora de la escultura y hechura de San Juan de Dios, que se pagó a parte a dicho esculptor. Entregó decreto, libramientos y reciuos.
San Juan de Dios. Mejora del esculptor: Más se reciuen en quenta quatrocientos reales que de orden de sus mercedes pagó a Vicente Díez, vecino de Valladolid, maestro de esculptura, en esta forma: los trescientos reales por la hechura de San Juan de Dios que se hizo para dicho retablo, por sacar la hechura de San Nicolás que era el que estaba hecho, según las condiciones, para ponerle en su capilla; los cien reales por razón de las mejoras de la esculptura de dicho retablo que estaba condicionado medios cuerpos y los hizo enteros que pueden salir en procesión. Entregó decreto y reciuo.
Hemos de entender que este pago está hecho a parte del precio en que se habían ajustado, lo vemos claramente cuando dice que las esculturas que iban a estar solamente talladas por la parte de delante y se iban a dejar por la parte de atrás lisas, algo muy habitual en esculturas que no iban a ser sacadas del retablo y que proporcionaban un considerable ahorro en los gastos, pero en este caso los Diputados del Hospital deciden que se tallen completamente para sacarlas en procesión cuando hubiera necesidad.
Cuentas de 1700
Clauazón: Más se le reciuen en quenta cien reales para pago de la clauazón mayor y menor y grapas que fue necesario para asentar dicho retablo; los treinta y ocho a Manuel Cauallar y los sesenta y dos reales restantes que ymportó la clauazón que hizo Andrés Martín, herrero de esta villa, y que se trajo de Valladolid por Juan Correa, maestro de dicho retablo.
Los altares se colocaban sobre un pedestal de piedra para evitar que la madera estuviera en contacto con la humedad del suelo, en este caso el pago nos da un dato más y es que se habían hecho obras para cerrar una claraboya y que el cantero empleó el aljez (mineral de yeso) sobrante la obra. Como no podía ser de otra forma, la piedra se trajo desde la cantera de Campaspero, lugar de la Tierra de Cuéllar.
Pedestal de sillería para dicho retablo: Hácensele buenos trescientos sesenta y seis reales que pagó a Juan Durante, cantero, vecino de Valladolid, en esta forma; los trescientos y sesenta reales por los mismos en que se concertó a hechura del pedestal de dicho retablos y sacar la piedra de la cantera de Campaspero y los seis reales de tres fanegas de yeso para asentarle que, aunque se gastaron dos fanegas y media de argez más, aurán sobrado de lo que se compró para cerrar la claraboya que vaya hecho bueno. Entregó libranza y reciuo.

Pedestal de piedra sobre el que se asienta el retablo
Porte de piedras: Más se reciuen en quenta nouenta reales que tuvo de costa el portear las piedras de el pedestal desde la cantera de Campaspero a dicho hospital, así de los carros como de las personas que asistieron a cargar y descargar la dicha piedra. Entregó libramiento.
Los gastos realizados para el altar en 1700 ascendieron a 4.413 reales y medio, unos 30.011,80 Euros.

El altar permaneció desde 1700 a 1703 sin dorar ni policromar, pues había que dejar que se asentara, para comprobar el comportamiento de la madera, si ésta estaba bien seca o si tenía algún defecto. El dorado se realiza en 1704, tiempo suficiente para asegurarse de que no habría problemas a la hora de darle el toque final.
Altar sin dorar ni policromar de la iglesia de San Andrés de Cuéllar.
Así en la toma de cuentas que se hace el 23 de enero de 1705 a Andrés Vázquez, mayordomo del Hospital, de los gastos correspondientes a 1704, ante el escribano Francisco de Burgos y Avendaño, por Don Gómez Bernardino de Pernia Álvarez Osorio, corregidor, D. Patricio Vermúdez de Proaño, D. Manuel Velázquez de Vellosillo, D. Antonio Yrurzum, D. Antonio de Herrera, D. Juan Sanz Dávila, regidores del estado de los hijosdalgo, D. Andrés Dávila, procurador del estado de los hijosdalgo, Manuel Suárez Sanz, regidor del estado general de Villa y Tierra, Fernando Calvo, procurador del estado general de la Villa y arrabales, y los licenciados D. Manuel Calvo y D. Francisco Aceves, capellanes del Hospital de la Magdalena, encontramos los pagos de los remates finales, tanto de dorado como de estofado y nuevas esculturas que se hicieron para darle más empaque.
Esculptura de los dos Ángeles que se augmentaron al retablo: Más se le reciuen en data quinientos y sesenta reales que por tres libramientos del señor Diputado pagó a Vicente Díez, esculptor, vecino de Valladolid en esta forma: los quinientos reales por la echura de los dos Ángeles que de orden de los señores Patronos de este hospital se le mandó hacer para la coronación de el retablo para su maior hermosura y decencia; y treinta reales por venir desde Valladolid a concertarles; y los dichos treinta por componer algunas piezas que se ofrecieron en dicho retablo como parece de dichos libramientos que entregó.
Condiciones de dorar el retablo: Más ciento y ochenta reales que por otro libramiento de los señores diputados pagó a Antonio de Varreda, dorador, vecino de la ciudad de Valladolid por los mismos que los señores Patronos de dicho hospital le mandaron dar por venir desde dicha ciudad a reconocer la obra de dorar el retablo y hacer condiciones como de dicho libramiento que entregó parece.
Pero no es el único que acude a hacer la puja, pues Francisco Leal, dorador de Segovia, también se personó para presentar su oferta y se le pagó por el viaje y la estancia, aunque finalmente no se le adjudicó.
Francisco Leal, dorador, vecino de Segovia: Más ciento y veinte reales que por libramiento del señor diputado pagó a Francisco Leal, dorador, vecino de Segobia por los mismos que los dichos señores Patronos mandaron se le diesen por el trauajo de venir a reconocer dicha obra y condiciones y ver si podía hacer postura en ellas; entregole.
Camas para dichos doradores: Más quatro reales que por libramiento de el señor diputado pagó a Martín Aldudo por el derecho de quatro camas en que durmieron los doradores el día que vinieron a comenzar la obra mientras se les despuso en dicho hospital; entregó libramiento.
El Hospital tenía que dar alojamiento al dorador y sus oficiales y hasta que se les dio uno fueron alojados por Martín Aldudo.
Andamio: Más ciento y quarenta y cinco reales y diez y ocho maravedís que por libramiento de el señor Diputado pagó a Domingo de la Torre Menor y Francisco González, maestros de carpintería y albañilería, vecinos de esta villa y los mesmos que los dichos señores Patronos les mandaron dar por hacer los andamios que se ofrecieron durante la obra de dorar el retablo en que entran quince reales y diez y ocho maravedís de doce libras de clauazón; entregó el libramiento.
Dorar el retablo: Más se le reciuen en data doce mill y quinientos reales que pagó al dicho Antonio Varreda, dorador, por los mesmos en que está concertada toda la obra principal de dorar el retablo de el altar maior de la yglesia de dicho hospital, los quales pagó según los libramientos que se dieron por los eñores Diputados que ajustada la quenta recogió dicho dorador y dio reicuo por entero que entregó dicho mayordomo.
Cuentas de 1704
Al dicho (Antonio de Varreda) por dorar y estofar la Magdalena y Ángeles: Más se le reciuen en data mill reales que pagó al dicho Antonio Varreda por los mesmos que le mandaron dar dichos señores Patronos por dorar y estofar la Magdalena y los dos Ángeles que se añadieron al dicho retablo de que entregó reciuo.
Dorar y estofar San Nicolás, targetas, escudos y otras cosas: Más se le reciuen en data seiscientos y ochenta reales que pagó a dicho Antonio de Varreda por los mismos que le mandaron dar dichos señores Patronos por dorar y estofar la hechura de San Nicolás, targetas y escudos de las vóbedas y varas del palio y vastones de los señores Diputados, entregó reciuo.
Los Diputados del Hospital aprovecharon la ocasión para añadir cartelas y escudos en las bóvedas de la capilla. Los escudos son el de Cuéllar y el del fundador, el arcediano Don Gómez González, los escudos los realizó Manuel de Aceves, ensamblador.

Escudo de Gómez González
Cortesía de Cristina Sancho
(Radio Cuéllar)
Escudo de Cuéllar
Cortesía de Cristina Sancho
 (Radio Cuéllar)



















Escudos: Más viente y dos reales que pagó por libramiento del señor Diputado a Manuel de Aceues por la hechura de vnos escudos que hizo de madera para la techumbre de dicha capilla maior; entregó el libramiento.









Y también se abonaron los gastos de viajes y manutención del dorador mientras estuvo en Cuéllar
Al dicho Varreda por razón de diferentes gastos que por condición debió pagar el hospital: Más se le reciuen en data mill ciento y veinte reales que pagó a dicho dorador por los mesmos en que se ajustaron que se condicionó auía de pagar el hospital como son darle caruón, leña, cauallerías para venir a esta villa y bolber en las ocasiones que se ofrecieran dicho dorador y oficiales para hacer los recados necesarios para dorar dicho retablo y pintar vnos quadros que se mandaron poner en los laterales del presbiterio de la capilla mayor; entregó reciuo.
Varras de yerro y chapetas: Más veinte y seis reales que por otro libramiento pagó a Santiago de Cubollamas por hacer cuatro varras de yerro con sus chapetas para dichos escudos.
A Manuel de Aceues por aiudar a asentar halgunas piezas del retablo: Más veinte y seis reales y medio que por memorial de dicho señor Diputado pagó a Manuel de Aceues, ensamblador, por los días que asistió a ayudar a asentar algunas piezas del retablo; entregó el libramiento.
María García, hospitalera: Más sesenta reales que por decreto de dichos señores Patronos pagó a María García, hospitalera, por la asistencia que tubo a los doradores durante la obra; entregó dicho decreto. (La hospitalera les haría la comida, limpiaría el cuarto, haría las camas, les lavaría la ropa, etc.)
Tornillos y chapetas para los santos y escudos: Más quarenta reales que por libramiento del señor Diputado pagó a Santiago de Cubollamas, armero, por catorce tornillos y diez chapetas de yerro que hizo para los santos y escudos; entregole.
Los gastos realizados en 1704 ascendieron a 16.353 reales y 26 maravedís, o sea 111.205,60 Euros.
Si sumamos el importe de lo gastado en 1699, 1700 y 1704, el retablo costó 24.919 reales, unos 169.451 Euros.

FUENTES: Archivo Histórico Municipal de Cuéllar.
A.H.M.C. SECCIÓN II LEG 3 Nº 12
A.H.M.C. SECCIÓN II LEG 3 Nº 13
A.H.M.C. SECCIÓN II LEG 3 Nº 14



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NUESTRO CLIMA A DEBATE” 
CONFERENCIA pronunciada por Guillermo Calonge Cano el día 5 de enero de 2018 en Cuéllar, dentro del ciclo de conferencias de la revista "La Villa"

ALGUNAS NOCIONES BÁSICAS DE CLIMATOLOGÍA
-Definición de clima.-
1) Es el ambiente atmosférico que rodea la actividad humana e influye en ella.
2). Los tipos de tiempo (definición de esta noción) sobre un lugar en su sucesión habitual durante un largo periodo de tiempo, que abarca treinta años al menos. No tiene por qué ser el periodo de treinta años “internacional” marcado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM): el actual es el de 1991-2020. Ésta es la definición más correcta; e implica una concepción genético-dinámica del clima.
3). Es la totalidad de los tipos de tiempo sobre un lugar.
4). Es el estado medio de la atmósfera sobre un lugar. Advertencia sobre las medias numéricas calculadas, que son un “estadístico” y que en gran parte no es real.


-Dos nociones prácticas de Climatología y de Meteorología.-
1). ¿Cómo se calienta el aire?. El efecto (de) invernadero.



2). ¿Cómo o por qué se producen las precipitaciones “normales o convencionales”?; es decir, ¿Por qué llueve?.
- Procesos de colisión de las gotas de agua en las nubes por turbulencias en el aire.



-Tipos de Clima. Nuestro clima en las llanuras altas (altiplanicies) interiores de la Cuenca del Duero.-
Tipo de clima Mediterráneo-frío (clasificación genético-dinámica):
-Inviernos largos y fríos. Cinco meses de duración y un periodo sin heladas seguro de cuatro meses escasos (de junio a septiembre).
-Veranos cortos y  moderadamente cálidos.
-Estaciones intermedias (primavera y otoño) frescas y breves.
-Precipitaciones de cuantía moderada. En torno a 450-500 mm/año de promedio anual.
-Aridez estival de unos tres meses: mediados de junio a mediados de septiembre. Diversos criterios para medir y delimitar la aridez; pero ninguno se puede considerar correcto del todo.
-Irregularidad interanual, sobre todo pluviométrica. Ésta última con un índice de 3,5 (aproximado) de relación entre los años con más y menos precipitaciones.

-Evolución y cambio de Clima. El supuesto Cambio Climático Global.-
-En el Sur de Europa (el entorno del Mar Mediterráneo) mayores temperaturas y mayor sequía que lo habitual. Esto se habría empezado a notar desde los años sesenta del pasado siglo XX.
-Aumento de los fenómenos extremos: tanto olas de frío y de calor como temporales de precipitaciones y vientos.
-El aumento de las temperaturas, como hecho fundamental del Cambio Climático Global, por el incremento del dióxido de carbono (y otros gases de efecto invernadero) es un planteamiento científico sencillo y asumido por la opinión pública internacional y la “parte oficial” de la Comunidad Científica.
-Una minoría  de científicos (climatólogos y meteorólogos) contradicen (“negacionistas”) o son escépticos con respecto al planteamiento oficial de Cambio Climático Global. Arguyen que el tema no está suficientemente debatido en congresos entre expertos científicos y que ha fallado “el arco del conocimiento” que debe llevar a los conocimientos científicos rigurosos y acertados.
-Algunos expertos opinan que estamos en “el Antropoceno” y que lo verdaderamente importante, que ya causa miles de muertos al año (según Organización Mundial de  la Salud), es  la contaminación de diversas procedencias, para lo cual los gases de efecto invernadero no tienen importancia. Este hecho trágico (aumento de la mortandad) es un asunto polémico y que existe, aunque no sea verdad el supuesto Cambio Climático Global.


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Oficios concejiles privativos de los caballeros hijosdalgo en el siglo XVII (I)

Los caballeros hijosdalgo de Cuéllar y su Tierra, eran los descendientes de aquellos primeros repobladores que en los documentos medievales aparecen nombrados como “Caballeros, escuderos, dueñas e doncellas”, es decir la clase alta de la villa, una especie de nobleza sin título. Estaban organizados en ocho linajes, divididos a su vez en dos partidas: La de Arriba, formada por los linajes de los Oyados, los Concejales, el de Ortún Velasco y el de Pedro Puerco; y la de Abajo, por el linaje de Sancho Vela, el de Hernán Gómez, el del Obispo y el de Don Fernando.
Algunos oficios de regidores, escribanos y procuradores generales estaban reservados exclusivamente para ellos, se heredaban dentro de las mismas familias, aunque con frecuencia el “propietario” se lo cedía a otra persona del mismo linaje, suponemos que previo pago pues nadie renuncia gratuitamente a una fuente de ingresos como la que suponía cualquiera de esos cargos.

Trámite, previo, para ocupar una vacante de escribano del estado de los hijosdalgo en el Cuéllar del siglo XVII

Cuando uno de ellos moría se solía hacer una información sobre su defunción, antes de que el sucesor ocupara su puesto. Este es el caso del documento que resumimos y transcribimos a continuación:
El 14 de marzo de 1661, Juan Antonio de Santillana se presenta ante el licenciado Francisco de Adrada Torquemada, corregidor en Cuéllar y su Tierra, para pedirle que se haga una información del fallecimiento en Valladolid, en junio de 1660, de García Álvarez de la Vega, escribano por el linaje de los Oyados; el corregidor ordena al escribano Ángel de Burgos que haga la información solicitada.
A continuación, Juan Antonio de Santillana, presenta los testigos a quienes se toma juramento y se les pregunta lo que saben acerca del tema. El primero en declarar es Pedro García de la Vega, de 60 años de edad, vecino de Cogeces del Monte y hermano del fallecido, quien declara que su hermano murió, de muerte natural, en el convento de San Juan de la Penitencia de Valladolid y que fue enterrado en su iglesia.
Seguidamente declara García de Vallejo, de 40 años, vecino de Cuéllar, quien dijo que García Álvarez de la Vega murió en Valladolid en junio de 1660 en el convento de San Juan de la Penitencia, y lo sabe porque concertó los derechos de su entierro y asistió a él.
Finalmente se interroga a Gregorio Ramírez de Cañizares, de 38 años, vecino de Cuéllar, quien declaró que estando en Valladolid, por San Juan de junio, fue a ver a García Álvarez de la Vega, que estaba enfermo en el convento de San Juan de la Penitencia de Valladolid, preguntó por él y un religioso le dijo que había muerto y que García de Vallejo y Antolín de Cuadrillos habían concertado el entierro.
Una vez hecha la información, Santillana se la presenta al corregidor pidiéndole que mandase al escribano que le diese una copia, y solicitó al escribano Ángel de Burgos que le diera una fe, con transcripción, de uno de los acuerdos tomados en el regimiento extraordinario del domingo 5 de febrero de 1651, en el cual García Álvarez de la Vega presentó un título de escribano del linaje de los Oyados, otorgado por el duque de Alburquerque, oficio que había quedado libre por la muerte de Luis González y no haberse presentado ningún pariente a reclamarlo en los 30 días siguientes al fallecimiento; en ese momento hizo el juramento preceptivo sobre la vara del corregidor y dio las “propinas” inherentes al cargo. (El corregidor o el alcalde mayor eran la máxima autoridad judicial a nivel local, portaban la vara como símbolo de justicia, y así se llamaba “Vara de justicia”, que pervive hasta la actualidad en el bastón de mando de los actuales alcaldes).

Transcripción del documento

Información de la muerte de Garçía Áluarez


 1r. Juan Antonio de Santillana, beçino desta uilla, ante buestra merced parezco y digo que a mi derecho conbiene azer ynformaçión como Garçía Álbarez de la Uega, escribano que fue del número y ayuntamiento desta uilla, es muerto y pasado desta presente bida y que murió en la çiudad de Balladolid por un día del mes de junio que pasó del año de seysçientos y sesenta, a buestra merced suplico la mande reçibir y echa me de un tanto della con la solesnidad nezesaria, que en ello pido justiçia. Juan Antonio de Santillana.
(Al margen) Auto.
Que de la informaçión y dada se hayga ante su merced para probeer justiçia y comisión al presente escribano, lo probeyó su merced el señor lizenciado Don Francisco de Adrada Torquemada, correjidor en esta uilla de Cuéllar y su tierra, en ella a catorce de março de mill y seiscientos y sesenta y un años. El licenciado Adrada. Ante mi, Ángel de Burgos.
(Al margen) Ynformación
En la dicha uilla de Cuéllar dicho día, mes y año dichos, el dicho Juan Antonio de Santillana, para su ynformazión, presentó por testigo a Garçía Áluarez de la Uega (debe ser Pedro, no García), beçino de Cogezes del Monte, del qual yo, el escribano, reçibí juramento por Dios y a una cruz. en forma de derecho, el que le yço bien y cunplidamente y prometió de deçir berdad y preguntado dijo que lo que saue es que un día del mes de junio del año pasado de seisçientos y sesenta Garçía Álbarez de la Uega, su ermano, escribano que fue de esta dicha uilla, murió naturalmente en el conbento de San Juan de la Penitençia de la çiudad de Balladolid y fue enterrado en la iglesia de dicho conbento y eso es público y notorio y la uerdad, so cargo del juramento fecho en que se afirmó y rratificó y lo firmó y dijo ser de sesenta años, poco más o menos, y se alló este testigo a su entierro.

1v. Pedro Álbarez de la Uega. Ante mi, Ánjel de Burgos.

(Al margen) Testigo.
En la dicha uilla dicho día, mes y año dichos, la dicha parte presentó por testigo a don Garçía de Ballejo, beçino desta uilla del qual yo, el escribano, rreçibí juramento por Dios y a una cruz en forma de derecho, el qual le yço bien y cunplidamente y prometió deçir berdad y preguntado dijo que saue que Garçía Álbarez de la Uega, escribano que fue del número y ayuntamiento desta billa, es muerto y pasado desta presente bida y murió en la çiudad de Balladolid, en el conbento de San Juan de la Penitençia de la dicha çiudad y fue por uno de los días del mes de junio que pasó del año de sesenta y vno y eso lo saue por auer conzertado los derechos del entierro y auerse allado a él y esto es público y notorio y la berdad, so cargo del juramento fecho en que se afirmó y rratificó y lo firmó y dijo ser de edad de quarenta años, poco más o menos. Don Garçía de Ballejo. Ante mi, Ánjel de Burgos.
(Al margen) Testigo.
En la dicha uilla el dicho día, mes y año dichos, la dicha parte para su ynformación presentó por testigo a Don Gregorio Rramírez de Cañizares, vecino desta uilla, del qual yo, el escribano, tomé y rreçibí juramento por Dios y a una cruz, en forma de derecho, el qual echo bien y cunplidamente y prometió de deçir la uerdad y preguntado dijo que lo que saue es que estando en la çiudad de Balladolid fue a ber a Garçía Álbarez de la Uega, escribano que fue desta uilla que estaua enfermo en el conbento de San Juan de la Penitençia y preguntando por él le dijo un rrelijioso que ya abía espirado dicho Garçía Álbarez y que Don Garçía de Ballejo y Antolín de Quadrillos abían conzertado el entierro y esto fue por San Juan de junio que paso deste año de sesenta y es público y notorio y la uerdad, so cargo del juramento fecho en que se afirmó y rratificó y lo firmó de su nombre y dijo ser de treinta y ocho años, poco más o menos. Don Gregorio Ramírez de Cañizares. Ante mi, Ánjel de Burgos.
(Al margen) Petición.
Juan Antonio de Santillana, bezino desta uilla de Cuéllar

2r. ante vuestra merced parezco y digo que yo tengo echa la informazión ofreçida conforme a mi pedimiento atento lo qual a buestra merced suplico mande que el presente escribano me de un tanto de ella para en guarda de mi derecho para presentarla a donde conbenga que es justicia que pido. Juan Antonio de Santillana.
(Al margen) Auto
por presentada y bista por su merced mandó se le lleben los autos para probeer justiçia y abiéndolos bisto dijo que mandaua y mandó que el presente escribano le entregase un tanto de la dicha informaçión y signado y firmado en pública forma y en manera que aga fee que al dicho traslado y a su original interponía e interpuso su autoridad y decreto judiçial en forma para que balga y aga fee en juycio y fuera del y la presente a donde conbenga, lo probeyó su merced del señor licenciado Don Francisco de Adrada Torquemada, correjidor en esta uilla de Cuéllar y su tierra en ella a catorze de março de mill y seisçientos y sesenta y un años y lo firmó. El licenciado Adrada. Ante mi, Ánjel de Burgos. E yo, el dicho Ánjel de Vurgos, escribano del ayuntamiento y número desta uilla de Cuéllar y su tierra presente fui a lo que de mi se hace mención y concuerda con la información y demás autos orexinales que en mi poder quedan a que me rrefiero en el sello quarto y lo signé y firmé día del auto de arriua.
En testimonio. Rúbrica. de verdad.
Ánjel de Burgos.
Información de la muerte de Garçía Álbarez de la Vega, escribano que fue de el número de Cuéllar.

Yo, Ánjel de Burgos, escribano público, uno de los del número y ayuntamiento desta uilla de Cuéllar y su tierra, aprobado por el rrey nuestro señor, doy fee y testimonio de berdad a los que el presente bieren como en el rrejimiento que yço la justiçia y rrejimiento traordinario del domingo çinco de ebrero de año pasado de mill y seiscientos y çinquenta y uno entre los acuerdos que se yçieron pareçe uno del tenor siguiente;
Este día presentó un título de escribano de los Oyados, partida de arriba, Garçía Álbarez de la Uega en que su excelencia el Duque, mi señor, le açía merced por los días y bida del suso dicho por fin y muerte de Don Luis González, por no se aber presentado en los treynta días el pariente que le tocaua y bisto por sus mercedes le obedeçieron y ordenaron que yçiese el juramento neçesrio y se le admitió sin perjuizio de terzero que mejor derecho tenga del dicho oficio, el qual yzo el juramento en forma en la uara del corregidor de azer bien y fielmente el dicho ofiçio de tal escribano y que diese las propinas como se acostunbra y manda en el dicho título y las dio en dicha conformidad.
Lo qual consta más largamente de el dicho acuerdo y queda escrito en el libro de los Acuerdos del dicho año y queda en las casas y archibo de su ayuntamiento y para que dello conste de pedimiento de Juan Antonio de Santillana di el presente en esta uilla a catorze de março de mill y seiscientos y sesenta y un años. Y en fee dello lo signé y firmé. En testimonio. Rúbrica. de verdad.
Ánjel de Burgos.
  
Texto, transcripción y fotografías: Julia María Montalvillo García


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El Entierro de Cristo y la ceremonia del Descendimiento en Cuéllar
Por Xurde Smith
Una de las imágenes más características de la Semana Santa en Cuéllar es la que conocemos popularmente en nuestra villa como el Cristo Yacente o Cristo de la Urna, que representa el Entierro de Cristo. Con ella las cofradías de la Cruz y de la Soledad llevaron a cabo en nuestra villa la escenificación de la ceremonia del Descendimiento, al menos desde el siglo XVII hasta el último tercio del siglo XIX.


En las siguientes líneas intentaremos profundizar tanto en la propia imagen, como en las características generales de dicha escenificación y en las particularidades con las que se celebraba en Cuéllar, aprovechando que es la imagen elegida para el cartel oficial de la Semana Santa de este año.

Imagen del Entierro de Cristo
El cronista oficial de nuestra villa se aventuró erróneamente en su Historia de Cuéllar a atribuir la pertenencia de esta imagen a la capilla familiar de los Rojas en el monasterio de san Francisco. Este error fue debido a una mala lectura del documento en el que apoyó su afirmación: la bula de indulgencia expedida en 1578 por Gregorio XIII, que la familia consiguió para las misas que se dijeran en el altar de su capilla, dedicado a Nuestra Señora, y no a Nuestro Señor, como creyó leer Balbino Velasco. El documento dice textualmente:
«... que con cada missa que se dixere y çelebrare en el altar de la ymbocaçion de Nuestra Señora questa sixto en la capilla de los Rojas questa en la yglesia y monasterio de San Francisco [...] de la villa de Cuéllar [...] la anima por quien se dixere consiga del Thesoro de la Yglesia yndulgençia [...] y sea libre de las penas del purgatorio».

Confirma que esta imagen no pertenece a la capilla de los Rojas la declaración de fray Francisco Calderón quien, en 1679, escribe que «no debe pasarse en silencio la capilla de los Velázquez, que llaman del entierro de Christo, por tener una santísima y muy devota imagen de Nuestro Señor en el sepulcro». Esta noticia invalida la afirmación hecha por Balbino Velasco y pone de manifiesto su verdadero origen.


Una vez aclarada su procedencia, podemos detenernos en su datación. Se trata de una talla barroca correspondiente al siglo XVII, y que fue fechada por Juan José Martín González en la última década de dicho siglo[1]. El testimonio de fray Francisco Calderón nos confirma que es anterior a 1679, pues ya entonces tenía una gran devoción, y debe existir un margen cronológico anterior en el que surgiese dicha devoción; por ello, podríamos situarla su realización a mediados del siglo XVII sin incurrir  en error.

Tampoco se ha esclarecido nada sobre su autoría. Ha sido adjudicada a la escuela del escultor Gregorio Fernández, máximo representante de la escuela de escultura barroca castellana, famoso en la imaginería procesional por sus obras referentes al entierro de Cristo, como por ejemplo el existente en la iglesia de San Miguel y San Julián, el de San Pablo, o el que regaló Felipe IV al monasterio de san Joaquín y Santa Ana (actualmente en el Museo Nacional de Escultura), todos en Valladolid. También son obra suya el que se conserva en El Pardo y el de la catedral de Segovia. 

Sabemos que su taller realizó un gran número de copias a lo largo del siglo XVII. Curiosamente uno de sus discípulos fue Alonso de Mondrevilla, a quien encontramos avecindado en Cuéllar en el año 1600, realizando una talla de san Roque para la parroquia de Piñel de Abajo (Valladolid). ¿Fue Alonso de Mondrevilla el autor del “Cristo Yacente” de Cuéllar? Por el momento no existen datos que puedan ratificar esta hipótesis y adjudicarle su autoría, pero merece la pena puntualizarlo por si en un futuro puede ayudar a confirmar o desmentir esta hipótesis. Sobre este escultor, nacido posiblemente en Medina del Campo hacia 1560, sabemos que trabajó en el retablo mayor de la catedral de Plasencia (Cáceres), y que es obra suya la Virgen del Rosario de Ciruelos de Coca (Segovia), fechada en 1590. 

La imagen que nos ocupa, el Cristo Yacente, representa el cuerpo inerte de Jesucristo una vez descendido de la cruz, con las heridas provocadas por los soldados, que pretenden hacer un llamamiento al llanto y el dolor de los penitentes, tendencia marcada en el Siglo de Oro e influida por el espíritu de la Contrarreforma, que fue muy reflejada por la escuela castellana.







En origen fue una imagen articulada, con el fin de recrear la ceremonia del desenclavo o descendimiento, pues su postura nos indica claramente que fue realizado para verle crucificado, como se puede apreciar en la rigidez del paño de pureza,
 




la postura de los pies, uno sobre otro, como si aún estuviera en a cruz, la posición de la cabeza sobre el pecho

 y los dedos de las manos que se doblan hacia las palmas. 

 


Lamentablemente, durante una restauración, los brazos fueron inmovilizados por lo que en la actualidad no es posible extenderle los brazos. 






 Sabemos, además, que estaba ubicado en un altar dentro de su capilla, como se desprende del testamento de Jerónimo Senovilla, vecino de Cuéllar, otorgado en esta villa en 1742 ante el escribano Antonio de Figueroa; entre otras mandas, el otorgante, ordenó que dijeran varias misas en dicho altar, refiriéndose a él como “El Entierro de Cristo”.


La ceremonia del Descendimiento
Las representaciones del nacimiento, pasión y muerte de Jesucristo están íntimamente ligadas a san Francisco de Asís y a su orden. Al propio santo se le debe la instalación del primer belén o nacimiento del que se tiene noticia, en una cueva próxima a la ermita de Greccio (Italia) en la Nochebuena de 1223. Por ello, la escenificación de la ceremonia del Descendimiento de Cristo, conocida en algunos lugares como «el desenclavo» también tiene origen franciscano, originalmente con personas que hacían de actores, hasta la llegada del Concilio de Trento que, en 1563, promulgó la necesidad de catequizar a los fieles mediante imágenes, proliferando las esculturas procesionales para las cofradías.

Sobre esta ceremonia y su modo de ejecución nos aporta la conservadora Ruth Fernández González, en su tesis doctoral, lo siguiente:
«El auto sacramental se representa estructurado en varias escenas. La primera de ellas, la Adoratio Crucis, la adoración de la cruz, se representaba después de las tres de la tarde, hora de la muerte de Cristo, en el interior de la iglesia. Dos diáconos sacaban el crucifijo en procesión cubierta con una tela que se retiraba una vez acabados los cánticos de arrepentimiento. Adoraban la cruz y besaban los pies de la imagen. La Depositio crucis era la escena del descendimiento, la escenificación de bajar a Cristo muerto de la Cruz y el Santo Entierro de la imagen. La última escenificación del Viernes Santo era la Visitatio Sepulcri. En ella las tres marías acuden a visitar la tumba de Jesús. Finalmente es la Elevatio, el Domingo de Resurrección, Cristo volvía de nuevo al altar mayor».

Esta representación es muy característica de los franciscanos, muy especialmente dada en Castilla, aunque se da también en Extremadura, Aragón, Galicia y otros puntos de la geografía española. Una de las pocas obras pictóricas que plasman esta representación se conserva en Medina del Campo (Valladolid), en un cuadro fechado en 1722 que ilustra estas líneas. 


 El Descendimiento en Cuéllar
Los franciscanos de Cuéllar participaron de las mismas tradiciones que el resto de la orden y, si ya en el siglo XVII contaban con un misterio para representar el Nacimiento de Jesucristo, no iban a ser menos a la hora de hacerlo con su Pasión y Muerte. La ceremonia del descendimiento se representó en Cuéllar al menos desde el año 1684, primero en el que aparecen en los inventarios de alhajas y ornamentos los anjeos (un tipo de lienzo basto)[2] con los que era colgada la imagen de Cristo en la capilla mayor.
Suponemos que se custodiaba en su altar dentro del sepulcro durante todo el año, y el día de Jueves Santo era colgado en la capilla mayor. Nos atrevemos a imaginamos la escena visible ese día de Jueves Santo a partir de las noticias que tenemos:
«En una atmósfera casi mágica dentro de la iglesia franciscana, ese azul que tanto llama la atención de día pierde ahora protagonismo en la noche frente al dorado del techo de la nave central, con un brillo especial acentuado con infinidad de velas por las que gotean devoción y promesas. Los altares están cubiertos con velos, y al levantar la vista en tan grande lugar nos encontramos con Cristo ya muerto, colgado en medio de la capilla mayor, icónicamente esperando el momento. Desde dentro se escucha un leve murmullo en la calle, al salir a la puerta vemos el motivo de tal: ya se ve doblar la esquina de la huerta de santa Ana a la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, que un año más lleva a cabo su tradición y baja a su imagen titular en andas desde la iglesia de san Martín. Es de noche, siempre de noche, se escucha cómo sus nazarenos golpean sus cruces de madera al andar. Iluminan el camino las velas que acompañan el cortejo, y de pronto, la Madre alcanza la puerta. Una escena que aunque esperada sigue siendo desgarradora: la Madre contempla el triste final del Hijo, muerto en la cruz… y cuando el gentío regresa a casa allí se queda ella, con toda una noche que compartir con el cuerpo finado de su vástago».

Aunque con dramatismo, este relato envuelve muchos datos históricos reales: los colores del templo, la bajada de la Soledad desde san Martín, de noche, con nazarenos portando cruces y velas, la iglesia colgada[3]…Esta impactante imagen lleva sin repetirse en Cuéllar posiblemente desde el último tercio del siglo XIX, cuando las imágenes son trasladadas a la parroquia de san Miguel, y este tipo de manifestaciones desaparecen en tantos lugares.

Al día siguiente, Viernes Santo, tenía lugar el Sermón del Descendimiento (también conocido como Sermón de las Siete Palabras), que tenía a cargo la cofradía de la Soledad. Se celebra a las seis de la tarde, y en él, el oficiante narra las siete palabras que, según el Evangelio, Jesús pronunció en la cruz: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen», junto a otras citas bíblicas. Acabado el sermón, se reza una oración a la Virgen, y ante ella comienza el descendimiento del cuerpo inerte de Jesucristo, y una vez introducido en el sepulcro, se inicia la procesión. En Cuéllar se llamaba la procesión del Entierro de Cristo, y participaban la cofradía de la Cruz y la de la Soledad, que era la encargada de portar las insignias de la pasión.
En otros municipios cercanos como Olmedo (Valladolid) conservaron la tradición hasta la década de 1940, mientras que Peñafiel aún la conmemora. En la actualidad son numerosos los municipios que continúan celebrando esta escenificación, entre los que destaca Bercianos de Aliste, en la provincia de Zamora, donde se remonta a 1615. Por su parte, aquellos que la perdieron en el devenir de los tiempos tratan de recuperarla, como lo hiciera en el año 2012 la cofradía de la Soledad de Cáceres, tras dos siglos en el olvido.




[1] “Escultura barroca castellana”, 1959, tomo I, p. 106
[2] El Diccionario de Autoridades lo define como “Lienzo de estópa, ò lino basto y grosséro, que se trahe de fuera de estos Réinos, y comunmente de la Provincia de Anjou en Francia, por cuya razón se llama Angéo.
[3] Es posible que en la velación de las imágenes sobreviva el velo de Cuaresma, mencionado ya en el siglo XI y que al empezar este período litúrgico se suspendía delante del altar mayor. Thurston  relaciona el origen del velo cuaresmal con la antigua disciplina de la penitencia: así como los penitentes públicos eran expulsados del templo, de un modo análogo los otros fieles, que recibiendo la ceniza al principio de la Cuaresma se declaraban penitentes voluntarios, veíanse privados al menos de la vista del santuario, del altar.”

Parientes, criados y allegados de un señor de la 

Tierra de Campos: 

El testamento de Fernán Gutiérrez de Vega, 

señor de Grajal de Campos (1435)

Víctor Muñoz Gómez

Instituto Universitario de Estudios Medievales y Renacentistas. Universidad de La Laguna

Probablemente existen pocos documentos más ricos que los testamentos para estudiar las formas de sociabilidad que afectaban a la aristocracia en el Occidente del final de la Edad Media y, más en concreto, a la de este cuerpo social en la Corona de Castilla durante esta época. En este sentido, la casa era el marco preferente para el desarrollo de esas relaciones sobre las que se sostenía su poder. Hemos de entender por casa, dentro de los diversos sentidos con los que este término se usaba en la Baja Edad Media en los medios aristocráticos, el conjunto de personas ligadas al servicio de un señor y situadas en condición de dependencia respecto a éste. Un entorno humano vinculado en términos de dependencia, cohabitación, patronazgo, servicio y retribución a la autoridad de un señor y que, en esta época, podía reunir, dependiendo del rango y calidad social de tal señor a un número variable aunque siempre importante de parientes, dependientes y allegados. Éstos a menudo son referidos por las fuentes con términos como criados, vasallos, hombres de, acostados, etc., dependiendo de las relaciones de parentesco y clientela que compartieran con su señor.
Los fondos del Archivo de la Casa Ducal de Alburquerque albergan no pocas piezas de extraordinario valor para el conocimiento de este personal integrado en las parentelas y casas de la aristocracia de la Castilla bajomedieval y que nos ayudan a comprender mejor el funcionamiento de estas estos entornos de relación. Buen ejemplo de ello son los propios testamentos e inventarios de la casa de don Beltrán de la Cueva sus descendientes. Sin embargo, en esta ocasión nos ocuparemos de una pieza documental de notable valor en tal sentido, que nos sitúa en las primeras décadas del siglo XV en el territorio de la Tierra de Campos. Se trata del testamento de Fernán Gutiérrez de Vega, señor de Grajal de Campos, en la provincia de León, un personaje de notable relevancia en su época en el reino y, de hecho, fundador del linaje de los condes de Grajal, título que terminaría incorporándose con su patrimonio y archivos a los de la casa de los duques de Alburquerque.
Concesión de la villa de Grajal

Fernán Gutiérrez de Vega, fue un personaje perteneciente a familia aristocrática de rango medio de la zona occidental de la Tierra de Campos. Su fama y fortuna está ligada a su condición como uno de los individuos de mayor confianza de la casa del infante Fernando “el de Antequera”, hermano del rey Enrique III y tío, tutor y regente de su sobrino, el rey Juan II, durante su minoría de edad. Fernán Gutiérrez sucedió a su padre Lope Fernández de Vega, a su muerte, como repostero mayor del infante Fernando y desde entonces su carrera al servicio de su señor muestra su notable influencia en torno a éste.

Así, Fernán Gutiérrez fue uno de los principales agentes del infante en los negocios que lo llevaron hasta el trono de la Corona de Aragón entre 1410 y 1412, ejerciendo como emisario ante el parlamento de Cataluña y ante los compromisarios reunidos en Caspe para dirimir la sucesión del rey Martín el Humano. 

Como recompensa a su buen hacer en Castilla y en la Corona de Aragón, a comienzos de 1413 el ya rey Fernando I le hizo merced de la villa de Grajal de Campos, cabeza del señorío que consolidarían sus descendientes. Fernán Gutiérrez, en efecto, siguió a su señor a la Corona de Aragón, convirtiéndose en ujier de armas de la casa del rey y miembro de su Consejo Real. Ese mismo año fue nombrado nada menos que maestre portulano del reino de Sicilia, pasando en 1414 a la isla en el ejercicio de su oficio como uno de los vicerrengentes para el gobierno de este reino junto con el doctor Martín de Torres, el maestre de Montesa, el perpiñanés Llorenç Redó y el cuellarano Fernán Velázquez de Cuéllar, canciller del rey y maestre secreto del reino de Sicilia. Allí permaneció hasta la muerte del rey, ejerciendo también como castellano de la estratégica fortaleza de la ciudad de Catania y sirviendo al infante Juan de Aragón desde 1415, cuando éste se trasladó a Sicilia para ejercer como regente de este reino y se intentó sellar, infructuosamente, su matrimonio con la reina de Nápoles.
Tras estos años, en 1416, fallecido Fernando de Antequera, Fernán Gutiérrez de Vega regresó, como buen número de los castellanos que habían acompañado a aquél a la Corona de Aragón, a Castilla. Allí se ocupó de administrar y seguir ampliando su patrimonio señorial en la zona occidental de la Tierra de Campos, en torno a la villa de Grajal aunque residiendo habitualmente a caballo entre sus dominios, las villas de Mayorga y Villalón y la corte del infante Juan de Aragón. Precisamente, hasta 1430 siguió al servicio del infante Juan, rey de Navarra desde 1425 gracias a su matrimonio con la heredera de este reino, Blanca de Navarra. Hay que recordar que don Juan había sido principal heredero del rey Fernando I de Aragón en Castilla, como señor de Lara, duque de Peñafiel y conde de Mayorga, entre otros títulos, siendo Fernán Gutiérrez de Vega su canciller y alcaide del alcázar de Mayorga. Tras la derrota de los “infantes de Aragón” en la guerra que los enfrentó contra el rey Juan II y el partido liderado por el valido Álvaro de Luna, Fernán Gutiérrez de Vega y su esposa María Rodríguez de Escobar fueron capaces de mantener su posición, fieles al rey de Castilla, ampliando aún más sus bienes en el valle del río Valderaduey hasta la muerte de Fernán Gutiérrez en 1435.
No corresponde aquí tratar sobre los bienes reunidos por la pareja desde los últimos años del siglo XIV – asunto, por otro lado, tratado por el profesor Alfonso Franco Silva en una meritoria monografía –sino que nos centraremos en analizar el testamento otorgado en 1435 para disponer de las últimas voluntades espirituales y materiales de Fernán Gutiérrez de Vega y, más específicamente, a partir de él, ese entorno de parientes, criados y personas afines ligadas a su casa. 
El documento, conservado en el fondo Grajal del Archivo de la Casa Ducal de Alburquerque (Cª. 196, leg. 4, nº. 3), consta de 5 pliegos en papel y fue otorgado por los testamentarios de Fernán Gutiérrez, previsiblemente ante el mal estado de salud de éste como para hacerse cargo de este último negocio jurídico. Su datación concreta ha de situarse en 1435, no más tarde del 21 de septiembre de 1435, pues en esa fecha se confeccionó un inventario post mortem de las joyas que habían pertenecido a su viuda, María Rodríguez de Escobar, mencionada como viva en el testamento y que, como puede verse, siguió poco después a su esposo a la tumba (Este inventario se conserva en el Archivo Municipal de Mayorga, Cª. 469, Carp. 8).
Considerando ya, pues, a las personas citadas en ese testamento de Fernán Gutiérrez de Vega y que pueden vincularse a su entorno, encontramos recogidos un número no desdeñable de individuos. Por una parte, hasta 11 parientes consanguíneos. Por la otra, más de 21 criados pero también amigos, aliados y compañeros u otro vinculados. Ciertamente, no se trata de la totalidad de su casa pero no son escasos datos, teniendo en cuenta la naturaleza del documento, su extensión y la categoría social de Fernán Gutiérrez, un señor laico de un nivel intermedio para los parámetros de la época en que vivió. En efecto, aquí hallaremos significados a los personajes más directamente ligados con el señor, aquéllos de mayor confianza, con los que se reconocían los lazos más estrechos o mayor convivencia se había tenido. Eso afectaba a que fueran rememorados en estos momentos postreros, claves para la representación del poder de los miembros de la aristocracia de la Baja Edad Media, para la perpetuación de su memoria y para la transmisión de su legado.
Monasterio de San Pedro de la Santa Espina
Así, entre sus parientes encontramos nombrados tanto a vivos como a difuntos. Primeramente, entre estos últimos se nos habla de su padre Lope Fernández de Vega, de Marina Íñiguez, su madre, y de María Íñiguez, su hermana, y Juan de Vega, su hermano, a cuenta de su entierro en la capilla que mandaba realizar para sí y sus ancestros en el monasterio de San Pedro de la Espina. Por otro lado, entre los vivos se recoge 7 personas: su esposa María Rodríguez de Escobar, sus hijos Lope de Vega y Fernando de Vega y sus hijas, María, mujer de Rodrigo de Prado, Brianda, mujer de Nuño Cabeza de Vaca, y Leonor, aún soltera. Por fin, también se refiere a su tía Urraca Fernández. Un entorno parentelar relativamente estrecho, alejado de la perspectiva amplia que podríamos manejar del linaje y que nos aproxima más a una cierta idea de familia nuclear a la que se suman un número muy restringido de colaterales próximos, en la que aparecen la viuda, los vástagos del testador y unos pocos parientes de éstos. 


 



En cualquier caso, las referencias al entierro en un panteón familiar que va a fundarse de los padres y hermanos de Fernán Gutiérrez de Vega y las referencias a los mayorazgos con que se había dotado a Lope y Fernando de Vega sí nos muestra algunos indicios de interés sobre el afán de Fernán Gutiérrez de establecer las bases que fijasen el fundamento del linaje que en torno a él y el señorío de Grajal pretendía establecer.
Por lo que toca a los criados y otras personas afines, nos encontramos con el siguiente listado, 21 personas aparecen reflejadas por sus nombres, más otras tantas más que son recogidas de forma genérica. Los motivos para ello son diversos pero pueden sintetizarse en el ejercicio como testamentarios del difunto, su condición como beneficiarios de mandas señaladas por su señor o la de acreedores suyos a los cuales se ordenaba satisfacer las deudas pendientes. Se trata de:
Alfonso de Urueña, abad de San Pedro de la Espina, testamentario.

Gonzalo Muñoz de Madrigal, vecino de Mayorga, su criado, testamentario.

Alfonso Iuan, vecino de Robladilla.

Fernán González de Villapadierna, su criado, testamentario.

Rodrigo de Vega, escudero suyo.

Rodrigo de Vega, escudero suyo.

Juan de San Pedro, su criado.

Perico de Escobar, su criado y paje.

Pedro de Campuzano
Lope Ardín


Juan de Sahagún, su criado.Nuño de Mata.


Abraham Abogado, judío, vecino de Grajal, mayordomo de Fernán Gutiérrez.

Juan de Nuceda, escudero que fue de Fernán Gutiérrez.

Pedro Triguero, su criado.

Juan Vaquero el mozo.

María Juan de Valverde.

Álvar Rodríguez de Escobar.

Pedro de Caduérniga.

El abad de Sandoval.

Alfonso Martínez y Fernán Pérez, tenderos, vecinos de Villalón.

De forma mucho más genéricas, este elenco se amplía gracias a otras noticias recogidas en el testamento. Por una parte, la existencia de otras más deudas que pudiera haber y que afectarían por tanto a otras personas no mencionadas, de las cuales sí se reconocen al menos una de 3.300 maravedís con varios individuos no individualizados. Por otra parte, los … escuderos de tierra, con escuderos de quitaçiones, con omes de pie, acemileros, collaços, rapaçes e esclaruos… que estaban o vivían con el señor en el momento de su finamiento, normalmente para que se cumpla con el pago de lo que se les debiera hasta la fecha o bien para que los testamentarios y el principal heredero del señor tomaran cargo de estos hombres dependientes. Así pues, nos encontramos con un entorno social de relación en el que hallamos hasta 28 individuos vivos, entre parientes y otros personajes dependientes o con los que se había establecido tratos duraderos en el tiempo, si bien es evidente que esa red de relaciones de Fernán Gutiérrez de Vega circunscrita a su casa era mucho más extensa, tanto por lo que tocaba a sus yernos – aliados por matrimonio de sus hijos –, criados no específicamente nombrados y las distintas personas que a todos ellos se podían ligar.
Entrando a valorar la importancia de todas estas relaciones recogidas en el testamento de Fernán Gutiérrez de Vega, destaca la presencia de la viuda. Lo hace, especialmente, ligada al reconocimiento de sus derechos sobre sus propios bienes aportados al matrimonio y sobre los gananciales adquiridos por la pareja durante su vida en común. Una muestra, si se quiere indirecta, de ello puede localizarse en el inventario de las joyas que pertenecieron a María Rodríguez de Escobar, viuda de Fernán Gutiérrez de Vega, realizado tras su muerte en 1435, poco después de la de su esposa, y que recoge toda una serie de alhajas y otras piezas en metales preciosos. En el testamento de su marido se recogen de forma detallada los ajuares de cámara y de mesa, ropas de cama, mantelerías, mobiliario doméstico y revestimientos para las cámaras, equipamientos de cocina y también las piezas de vajilla de plata, de uso común por la familia señorial pero que son comprendidos claramente como un patrimonio a gestionar por el señor. También aparecen, por otro lado, los bienes particulares de Fernán Gutiérrez de Vega, entendidos como tales sus monturas – caballos y mulas – bestias de carga y las armas ofensivas y defensivas de la armería señorial – no todas usadas por él mismo, como veremos –, además de algunas joyas como collares, cuentas de oro, piedras preciosas o perlas. Efectivamente, lo que no aparece en el testamento en ningún caso son los bienes privativos de la esposa del señor y que ella gestionaba particularmente, entre los cuales han de considerarse justamente también sus vestidos o sus joyas.

 Entre los criados destacan escuderos, pajes, mozos y servidores o incluso vasallos y oficiales señoriales como Abraham Abogado, judío, vecino de Grajal, mayordomo de Fernán Gutiérrez de Vega. A ellos se les reconoce el pago de retribuciones adeudadas pero también la entrega de determinados bienes del testador en recompensa por la continuidad del servicio a él prestado y de cara a su establecimiento futuro tras la muerte de su señor. Incluso, la influencia de algunos de esos criados y vasallos dentro de la estructura de ejercicio del poder señorial, en paralelo a la de los parientes consanguíneos, queda remarcado con el nombramiento de los testamentarios. En este caso, fueron designados Gonzalo Muñoz de Madrigal, vecino de Mayorga, y Fernán González de Villapadierna, criados de Fernán Gutiérrez de Vega, junto con don Alfonso de Urueña, abad del monasterio de San Pedro de la Espina. A ellos se otorgó carta de poder de su señor para poder disponer su testamento, dejándose en este caso de lado a cualquier pariente, incluida su mujer o sus dos hijos mayores, Lope de Vega y Fernando de Vega, para los cuales se habían formado sendos mayorazgos.
Inventario de las joyas de María Rodríguez de Escobar
(1435-IX-21, Mayorga)
- 1 caja pintada en que yacían 19 tocas y 1 franja y 6 piezas de guarnición de adaraga doradas y un sello de plata de las armas de mosén Fernando con otras cosas menudas.
- 1 caja de cuchillos
- Otra caja negra con 8 peines.
- Otra caja con 4 madejuelas de filo de oro y 2 dedales y 1 tornillo y un ganchete y una bolsa.
- 4 copas con sus sobrecopas doradas y esmaltadas.
- 5 copas de pies llanas.
- 1 aguamanil dorado y esmaltado y un jarro blanco y un plato de plata grande y una taza pequeña; abollones en el fondón.
- 22 cucharas de planta en una caja.
- En una arca con un pedazo de leche de Santa María
- Una cinta de caderas y un petral de 48 esslauones y 12 cencerros de plata dorados y un peso con su mazo.
- 1 frutero bosslado
- 1 çinta negra de cuero con se ferilla de oro e con 58 chatones de oro sin cabo.
- Otra cinta de un texillo negro guarnida de plata dorada.
- Una bolsa negra de seda con 3 doblas de la Banda y 1 nobre de Ingraterra y 1 real
- 1 hilo de corales gruesos en que hay 130 piezas.
- 1 tajuela en que yace un firmalle (joya en forma de broche) de oro que hay dos balajes y un diamante pequeño y dos perlas y una vánora de nácar guarnida de oro con siete perlas.
- 1 arquilla de hueso donde yacen (9) "sortijas", 1 cornalina, 1 turquesa, 1 esmeralda
y 2 çafyles y 2 diamantes y 1 verga de oro y otras de plata.
- 1 cruz pequeña negra guarnida de oro y 1 de oro.
- 3 pedazos de cornalinas.
- 1 filo de patresnostres de oro en que hay 25 patresnostres gruesos y 26 menores.
- 1 guirnalda de plata dorada en que hay 16 rosas guarnidas de perlas y de piedras salvo la una que falleçe una piedra.
- 1 haua de cristal guarnida de oro.
- 1 pedazo de coral guarnido en plata.
- 1 filo de paternostres de coral y de oro en que hay 57 corales y 75 paternostres de oro.
- 1 almohanaca de aljófar toda cumplida.
- 1 aluanega (un tipo de cofia) de oro y de aljofar toda cumplida.
- 1 alfaite de aljófar con 6 alcorçíes y 6 rosquelas.
- Otro alfaite de aljófar en que hay 9 alcorcíes
- 1 red de aljófar y otro aljófar menudo que pesa todo con el paño en que está envuelto 1 marco y tres onzas poco más o menos.
- Otro hilo de corales en que hay 172 corales y 23 sartas de plata doradas.
- Unos paternostres negros en que hay 92 cuentas de oro.
- 15 firmalles guarnidos de piedras de vidrio y de perlas según por ellas parecía.
- 1 cinta de texillo negro guarnida de plata dorada con cabo y fonilla.
- 1 canotillos de plata dorados en un paño ¿dorado?
- 2 mangos de ¿caniuedes? de cornalinas.
- 2 ¿biochaditras? de plata doradas en que hay 67 botones menudillos


Dentro de estas recompensas, cabe decir que su naturaleza era sumamente variada, tocando a patrimonios y derechos señoriales y cantidades de dinero en metálico de una cierta cuantía pero que, en la mayoría de los casos, era modesta. Hablamos de cantidades de dinero líquido entre los 5.000 y unos pocos cientos de maravedís, de cabalgaduras, armas y piezas de arnés defensivo o incluso, más raramente, alguna prenda de vestir que pertenecía a la cámara de su señor. Respecto al armamento citado, cabe señalar, además, que en muchos casos estos criados ya estaban utilizándolo en vida de su señor pese a que esos objetos perteneciesen a éste, como se detalla con la entrega de caballos, cotas, bacinetes, brazales, manoplas y fojas a algunos de estos hombres.
Ejemplos de mandas a criados y otros afines de Fernán Gutiérrez de Vega
o        Rodrigo de Vega, escudero suyo, el potro rucio en que andaba y las armas que tenía de su señor afuera de la cota.

o        Perico de Escobar, su criado y paje, el potro morcillo que compró en Medina de Rioseco, armas para su cuerpo las que hubiere menester, una cota y 1.000 mrs. para vestir

o        Juan de Sahagún, su criado, 1.000 mrs. y que devuelva la cota que de él tiene.

o        Se hagan cuentas con los escuderos de tierra, con escuderos de quitaciones, con hombres de pie, acemileros, collazos, rapaces y esclaruos que tenía Fernán Gutiérrez a su finamiento para cumplir lo que se les debía.
o        Juan de Nuceda, escudero que fue de Fernán Gutiérrez, 300 mrs. por cargo del tiempo en que venía él.


·         Deudas con un Juan Vaquero el mozo, por las yeguas que su padre dejó y le tomó Fernán Gutiérrez.


·         Se destinen para casar 7 mozas de sus lugares de Torre, Castrillo, Villalinvierno, Valverde y Robladilla, 600 mrs., a cada y 5 varas de paño a 30 mrs. la vara, que sean honestas, virginales y de nombre María – si no las hubiera, de otro nombre –, en devoción a la Virgen.



Por fin, merecen la pena reconocer que, para el cumplimiento del testamento, también se requiere a los testamentarios que cobren deudas que otras personas y colectivos tenían contraídas con Fernán Gutiérrez de Vega. Por esta vía también es posible reconocer algunos otros lazos de relación con otros allegados a su casa. Así, algunas de ellas podían resultar más moderadas, como las de Pedro de Cabuérniga, de 4.000 maravedís, o la del abad de Sandoval, de 5.000 maravedís. Sin embargo, en otros casos eran mucho más severas. Otro señor de la misma comarca terracampina y relevancia pareja a Fernán Gutiérrez de Vega, con el cual, además, se hallaba emparentado, Álvar Rodríguez de Escobar, le debía 300 florines de Aragón y 120 doblas baladís mientras que Alfonso Martínez y Fernán Pérez, tenderos, vecinos de Villalón, adeudaban al señor de Grajal hasta 100.000 maravedíes. Estos ejemplos nos muestran la propia riqueza en capital líquido que un señor de la influencia que podía ejercer Fernán Gutiérrez de Vega, un señor que había prosperado a la sombra de los principales parientes del rey de Castilla de su tiempo, Fernando de Antequera y luego el infante Juan de Aragón.
Estos últimos ejemplos nos permiten recapitular sobre cómo también la riqueza – igual que el resto de derechos y bienes señoriales – que se traducían para los miembros de la aristocracia bajomedieval en Castilla en capacidad para atraer y movilizar en su entorno de relaciones al mayor número posible de parientes, criados y allegados posibles. El testamento de Fernán Gutiérrez de Vega es viva muestra de ello, de cómo se levaban a la práctica estos tratos sociales y de cómo sirvieron para consolidar el poder señorial de los señores de Grajal en el área circundante a su señorío en la Tierra de Campos occidental a principios del siglo XV.
BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA
BRESC, Henri, Un monde méditerranéen. Économie et société en Sicile 1300-1450, Roma, 1986, Vol II, pp. 763-766, 849-850.
Corrao, Pietro, Governare un regno. Potere, società e istituzioni in Sicilia fra Trecento e Quattrocento, Nápoles, 1991.
FRANCO SILVA, Alfonso, Grajal de Campos: un señorío leonés en la Baja Edad Media, Cádiz, 2001.
GARCÍA FLORES, Antonio, RUIZ SOUZA, Juan Carlos, “La capilla de los Vega en el monasterio de San Pedro de la Espina (Siglos XV-XVII)”, Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, 9, 1999, pp. 77-92.
MUÑOZ GÓMEZ, Víctor, “Una aproximación a la presencia castellana en el gobierno de la Corona de Aragón durante el reinado de Fernando”, en FALCÓN, María Isabel (coord.), El Compromiso de Caspe (1412), cambios dinásticos y constitucionalismo en la Corona de Aragón, Zaragoza, 2013, pp. 548-559.
MUÑOZ GÓMEZ, Víctor, “La candidatura al trono del infante Fernando de Antequera y la intervención castellana en la Corona de Aragón durante el Interregno”, en FERRER I MALLOL, Maria Teresa (ed.), Martí lHumà, El darrer rei de la dinastía de Barcelona (1396-1410). L'interregne i el Compromís de Casp, Barcelona, 2015, pp. 1.113-1.161.
MUÑOZ GÓMEZ, Víctor, “Vida material y sociabilidad de casa entre los grupos aristocráticos de la Castilla bajomedieval. Una aproximación a partir de la documentación testamentaria (fin. s. XIV-princ. s. XV)”, en PUIG I AMAT, Neus, VIADER I CROUS, Monte (eds.), La vida quotidiana a l’Edat Mitjana. Actes del IV Seminari d’Estudis Medievals d’Hostalric (20-21 de novembre de 2014, Hostalric), Hostalri, 2015, pp. 199-210.
MUÑOZ GÓMEZ, Víctor, Corona, señoríos y redes clientelares en la Castilla Bajomedieval (ss. XIV-XV). El Estado señorial y la Casa de Fernando de Antequera y Leonor de Alburquerque, infantes de Castilla y reyes de Aragón (1376-1435), tesis doctoral inédita defendida en la Universidad de Valladolid bajo la dirección del profesor Dr. D. Pascual Martínez Sopena, 2015.
Víctor Muñoz Gómez es Doctor en Historia Medieval por la Universidad de Valladolid. Actualmente es investigador miembro del Instituto Universitario de Estudios Medievales y Renacentistas de la Universidad de La Laguna y profesor del Lycée Français “Jules Verne” de Santa Cruza de Tenerife.


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El 1 y el 6 de enero
LA FIESTA DEL NIÑO JESÚS DE LA BOLA
La historia comenzó nada menos que en el siglo XVII. El libro de actas que se conserva en el archivo parroquial se inicia en el año 1.679 y cierra en 1.891. No sabemos qué ocurrió hasta 1.912 en que se inicia otro libro hasta 1.949; otro libro desde 1.950 hasta la actualidad. Pero debemos hacer una observación: no se conoce el libro fundacional, es decir, aquel en que se señalarían los objetivos que pretende la Cofradía, por lo que debemos señalar como muy posible que la fundación tuviera lugar antes de esa fecha indicada de 1.679.
 Imagen del Niño en sus andas procesionales dieciochescas

La propia talla del Niño Jesús es típicamente barroca y fechable en torno a esos años. Últimamente se ha recogido la tradición oral de que la imagen del Niño procediera de Nueva España (México), rasgos que se pueden apreciar en las facciones del rostro, a sabiendas de que ha habido dos Duques de Alburquerque que fueron Virreyes de aquel territorio entonces español.
Es natural el caso de que durante tantos años de vigencia, la Cofradía haya variado de estructuras y de organización. En este sentido señalo que sus primeros cien años las estructuras estuvieron sujetas a la de la propia sociedad estamental del Antiguo Régimen Señorial, por ello no es de extrañar el hecho de que en sus orígenes se contemplara para los cofrades la distinción en dos estamentos, el de los nobles y el del pueblo llano o gentil, diferencias que fueron desapareciendo hasta que en 1.779 se constata en los libros de actas la igualdad de los cofrades.
De forma general los cargos que se establecían entre los cofrades eran los siguientes:

  • El abad: era el párroco de San Esteban. Con la unificación de las parroquias a mediados del siglo XIX, es el de San Miguel. Hoy día cualquiera de los sacerdotes de la parroquia o quien deleguen los mismos.
  • El Mayordomo, que curiosamente tenía que pertenecer al estado llano.
  • Los Regidores: dos hasta 1.779 y cuatro desde ahí en adelante. A veces se constata que eran ellos con el Mayordomo quienes sufragaban los gastos de las celebraciones.
  • Las Varas perpetuas que se constatan en lo que parece que fue una refundación a partir de 1.912. Eran cinco y como su propio nombre indica, no se sometían a sorteo, en todo caso delegaban anualmente el cargo a quien quisieren. Con el tiempo han desaparecido, aunque estaban vigentes hasta los años ochenta del siglo XX.
  • El Notario, al principio ajeno a la Cofradía, luego se le hizo pertenecer a la misma. Se encargaba de redactar las actas. Hoy día este cargo no existe y se encargan los hermanos de su cometido.
  • El Alguacil. Se encargaban de notificar a los hermanos los días y horas de las celebraciones. Hoy día no existe el cargo y su cometido lo hacen los hermanos.
  • Los Danzantes, que eran ocho, aunque tan sólo dos de ellos eran hermanos; los hermanos solían delegar su puesto en otros. Se sorteaban los puestos para la danza.
  • Los portadores de las Varas, en un principio eran los Regidores y el Mayordomo, después los hermanos de la Varas perpetuas y más adelante los hermanos o aquellos en quien deleguen.

Otros cargos fueron el de Guión, portador del estandarte Real que abría la procesión, los portadores de los estandartes de la cofradía, y otros de menor importancia.
Costumbres curiosas que han desaparecido eran, por ejemplo, la visita que hacían los hermanos al Mayordomo la víspera del día uno por la tarde-noche: el Mayordomo encendía una hoguera a la puerta de su casa y ofrecía vino y pastas.
Otra que ha perdurado hasta hace pocos años eran las visitas al Mayordomo después de la Misa matinal y sermón del Niño Jesús para tomar el llamado “Refresco” en el que tan sólo el señor cura tenía derecho a “chocolate”. El rito se celebraba igualmente por la tarde tras la procesión.
Quedaron atrás también las concurridas “novenas” en que los niños no se cansaban de cantar villancicos y tocar las típicas “castañuelas cuellaranas” (también denominadas tejoletas).
Algunos devotos danzando y tocando castñuelas y tejoletas
El recorrido de las dos procesiones y el horario han variado, aunque es prácticamente el mismo, salvo la entrada y la salida puesto que por el estado en que se encontraba la iglesia de San Esteban, ahora ya rehabilitada pero sin culto, estos se trasladaron a la de San Miguel y de allí salen y entran las procesiones así como las Misas matutinas, haciéndose una parada y visita a la iglesia de San Esteban al paso de la procesión por la misma.

El Niño de la Bola a su llegada a la iglesia de San Esteban

 Desaparecieron, de forma extraña, los trajes de los danzantes que procedían de la cofradía de las Candelas de la vecina parroquia de San Andrés: Los del Niño debían de ser parecidos, y se perdieron, según tradición oral, en un incendio en la casa de un Mayordomo.
Dejaron de celebrarse los bailes en la Plaza del Estudio o en la del Mercado del Pan tras el término de las procesiones, y la costumbre de llevar una cántara de vino a los presos de la cercana cárcel pública.
La Procesión bajo las murallas de la ciudadela de la Villa
Debía de ser muy emocionante la costumbre de la Danza a la salida y a la llegada de la procesión. En un caso y en otro los danzantes esperaban arrodillados para al término de la música de la marcha real, iniciar la danza de la Entradilla. Al finalizar los danzantes seguían tras las “andas” del Niño hasta el altar mayor, danzando y haciendo genuflexiones.
La Coral Cuellarana hace unos años se hizo eco del delicado Villancico al Niño de la Bola, que posiblemente, por su melodía y letra, sea de principios del siglo XX y ha estado a punto de caer en el olvido:
Adiós Niño Cariñoso
Adiós Niño muy querido
Adiós capullo nacido
del más cándido rosal.
Al irme de tu presencia
te consagro mi cariño
bendíceme dulce Niño
que desde hoy te quiero amar,
bendíceme dulce Niño
que desde hoy te quiero amar.
Adiós dulce Niño, Adiós tierno Infante
Adiós dulce amante, Adiós, Adiós, Adiós.
Es tal tu hermosura,
es tal tu candor
que el alma me roba,
que el alma me roba,
que el alma me roba,
me roba el amor.

Desde los años setenta del pasado siglo, el Ayuntamiento, siendo alcalde Rafael de las Heras, dada la popular devoción al Niño de la Bola y su centenaria tradición, para evitar la posible desaparición de estos festejos navideños, decidió costear a su costa los emolumentos de los dulzaineros, claves ellos en el mantenimiento de la tradición de pasacalles por la mañana y procesión vistosa y devocional de los danzantes por la tarde, que durante horas danzan al son de piezas musicales propias del Niño y de las más antiguas del cancionero popular de Castilla, a las que asisten dulzaineros de los de mayor raigambre y buena ejecución de Cuéllar y de la provincia.
Dulzaineros y danzantes durante el recorrido de la procesión
 A la Cofradía, en la actualidad, pueden pertenecer las personas que lo deseen, así como ostentar el cargo de Mayordomo, que según costumbre, se suele delegar en los niños de las familias de los cofrades.
JUAN CARLOS LLORENTE MÍNGUEZ
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LA JUDERÍA DE CUÉLLAR A TRAVÉS DE LOS DOCUMENTOS DE LOS ARCHIVOS DE LA VILLA

En este artículo trataremos de situar la judería dentro del entramado urbano de Cuéllar guiándonos por los diferentes documentos medievales que conservamos. 

Tomaremos como punto de partida para definir sus límites el arco de la Judería, un pequeño portillo situado en la muralla de la ciudadela, a través de él entramos en la calle del mismo nombre, ésta nos lleva hasta la calle San Esteban, que bordea la iglesia del mismo nombre, y que antes era conocida como la calle La Nusa[1], llega por un lado hasta el Arco de San Andrés, una de las puertas de la muralla de la villa, y por el otro la Plaza del Mercado del Pan y, desde allí, hasta la calle de la Magdalena, que acaba en el citado arco.

Arco de la Judería visto desde la Plaza de San Gil









Arco de la Judería visto desde la calle del mismo nombre.

Foto antigua del Arco, por ella nos podemos hacer una idea de lo que sería su acceso en la Edad Media


 Calle de la Judería vista desde el Arco
Calle de la Judería, al fondo la torre de la iglesia de San Esteban, colación a la que pertenecían sus habitantes
Confluencia de las calles La Judería y San Esteban
Calle San Esteban hacia el Mercado del Pan
Calle San Esteban hacia el Arco de San Andrés
Calle de La Magdalena desde el Arco de San Andrés
Plaza del Mercado del Pan, marcaría uno de los límites de la Judería
Calle El Estudio, desde el Mercado del Pan hasta la iglesia de San Esteban, que vemos al fondo, marcaría otro de los límites de la Judería.

Entre los documentos del Archivo Histórico Municipal de Cuéllar, encontramos una serie de escrituras que hablan de la judería, fechadas el 26 y el 27 de abril de 1447, en ellas el hospital de Santa María Magdalena da en censo enfitéutico[2] varias de casas de su propiedad a algunos judíos. En la primera Ça Moratón adquiere “…un par de casas que el dicho hospital tiene en esta dicha villa que son çerca del dicho hospital, de que son lynderos de la una parte casas de Johán Alvarez del Olmo, e de la otra parte la calle pública, e de la otra parte casas del dicho hospital que tomó en ençense Habrahán Leví, su yerno…”, el texto no parece que nos de muchas pistas y por el contrario plantea muchas dudas: ¿a qué se refiere al decir “un par de casas”?, seguramente no se refiere a dos casas diferentes, puede ser que la casa tuviera dos pisos o que “pares” sea una abreviatura de paredes. Evidentemente los nombres de los propietarios o moradores de las otras viviendas no nos sirven de mucho a la hora de situar los edificios, sin embargo nos dice que estaban “cerca” del hospital, pero ¿cómo de cerca?, no parece que fuera en el mismo lado de la calle, porque en él está la muralla y tanto la capilla como el hospital se construyen sobre ella, mediante expreso privilegio dado por Juan de Navarra, siendo señor de Cuéllar en 1427, al arcediano Gómez González; en él ordena al concejo que le permita levantar el edificio que destina a hospital de pobres, aunque le construya encima de la muralla e incluso la sobrepase “por encima y fuera de la barrera”, con la condición de que tendrá que dejar paso libre para la ronda de la muralla, además de comprometerse a derribarlo en caso de que obstaculizara la defensa de la villa. No hay constancia de que tal privilegio se extendiera a ningún cuellarano más.
La siguiente escritura nos da una pista nueva, en este caso el hospital da a los judíos Mayr de Vides, Abrahám Leví y Yudá “tres pares de casas que el dicho hospital ha e tiene en esta dicha villa a la judería, con sus corrales e solares que llegan fasta las casas que tomó Muñino a encense del dicho hospital, que son en surco[3] de la una parte casas del dicho don Mayr de Vides e de la otra parte casas e corral de Juan Álvarez, fijo de Gonzalo Álvarez e por en somo[4] la calle real desta dicha villa”. Dos cosas destacan en el documento, la primera es que, pese a decir que las casas están en la judería, lindan con las de un cristiano, Juan Álvarez, y la segunda que por encima de las casas pasaba la calle real, pero ¿cuál era la calle real? ¿la actual calle Magdalena o la calle San Esteban?, si tenemos en cuenta que se llamaba calle real a toda calle cuya salida fuera una vía de comunicación importante, la calle Magdalena cumple los dos requisitos imprescindibles para ser llamada así, parte de una plaza, la del Mercado del Pan, y desemboca en la salida hacia Valladolid por el arco de San Andrés. En otra escritura da en censo enfitéutico a “… Habrahán Muñino, e a vos, doña Hurudueña, vuestra muger… e a Iaco e Santo, vuestros fijos, e a Abrahán, vuestro yerno, judíos, vecinos de la dicha villa… dos pares de casas que el dicho hospital ha e tyene en esta dicha villa que son a la judería, de que son surqueros de la una parte casas de don Mayr de Vides e otrosí casas e solares que el dicho Mayr de Vides e David de Aça tomaron a encense del dicho hospital, e casas e corrales de Iohán Alvarez, e de la otra parte casas del dicho hospital.”, este Iohán Alvarez es el Juan Álvarez de la escritura anterior y, puesto que las casas están juntas, éstas han de situarse en dirección al arco de San Andrés. También dan a “… Abrahán Leví e Yudá, vuestro yerno, judíos, vecinos de la dicha villa de Cuéllar… tres pares de casas que el dicho hospital ha e tiene en esta dicha villa que son a la judería, de que son surqueros de la una parte casas de Juan Álvarez del Olmo e de la otra parte casas del dicho hospital que tomó a ençense Ça Moratón, judío, e de la otra parte la calle pública…”, nuevamente nos encontramos un cristiano como lindero de las casas situadas en la judería, lo mismo ocurre en la escritura de censo enfitéutico otorgada el 27 de abril, por la cual el concejo, en nombre del hospital de Santa María Magdalena, da a “… Ysaque, pelligero, fijo de Salamón, pelligero, commo principal deudor e a vos, Juan González de Valladolid, commo su fiador … vecinos de la villa de Cuéllar… dos pares de casas que el dicho hospital ha e tyene… que son a la judería e que son en surco de la una parte casas del dicho hospital en que mora la muger de Juan Alfonso del Astilero e de la otra parte casas del dicho hospital que tomó en ençense Muñino, judío…”, esta vez no solamente lindan con casas ocupadas por una cristiana, sino que quien avala al judío es un cristiano. Aquí ya solo caben las suposiciones, por ejemplo que las casas de los cristianos estaban junto a la plaza del Mercado del Pan y las casas de toman los judíos van en dirección a los arcos de San Andrés y la Judería. 
Restos de un antiguo batán situado en las cercanías de la iglesia de San Esteban
Podemos concluir que la judería de Cuéllar no fuera un espacio cerrado habitado solo por judíos hasta poco antes de que se produjera la expulsión, convivirían en el mismo espacio urbano tanto hebreos como cristianos, como podemos corroborar en una carta de “trueque y cambio” de 1481 cuando el concejo de Cuéllar, en nombre  del hospital de la Magdalena cambia con Isaac de Aça, judío, zapatero de profesión, unas casas del hospital en la judería, que tenía en censo Fernán García Sevillano, por otras de Isaac en la colación de San Esteban, que tenía dadas a censo a Moisés de Aça, pellejero.
Un elemento de suma importancia en este “barrio” era la SINAGOGA, que estaba situada entre las calles de la Magdalena y San Esteban, frente al arco de San Andrés.
Confluencia de las calles San Esteban y La Magdalena
Lateral del edificio en la calle La Magdalena

así lo deducimos de una carta de venta fechada el martes 17 de agosto de 1518, por la cual Catalina García, viuda de Diego de León, que fue herrero, y su hijo Diego de León, cerrajero, venden a Cristóbal Núñez, recaudador del duque “unas casas tejadas con su corral… situadas en el Barrio Nuevo, en la bela de la puerta del Barrio Nuevo[5], que tiene por linderos de una parte casas de Pedro Gil Sánchez e de la otra parte casa de Rodrigo Herrero e la caballeriza vieja que SOLÍA SER SINAGOGA y por delante la calle pública”, es decir que estaba situada frente al arco, pues de haber estado al lado, uno de los linderos hubiera sido la muralla, además, los vecinos que nos da son cuatro.

Respecto a la población judía, en los archivos de Cuéllar, encontramos varios documentos, la mayor parte de los cuales fueron publicados en 2010 en la “Colección Documental de Cuéllar” y nos proporcionan información sobre ellos y sus relaciones con los cuellaranos cristianos y con los señores de la villa.
1411, junio, 3. VALLADOLID[6]. El infante D. Fernando de Antequera, pide a la aljama de los judíos de Cuéllar una aportación extraordinaria de 6.100 maravedís, que le han de entregar en el plazo de 40 días, pues tenía dificultades financieras debido a los gastos que tenía en la sucesión de la corona de Aragón y la compra de Alba de Tormes.
Hasta 1384, Cuéllar había sido villa de realengo, ese año, pese a las peticiones del concejo, Juan I se la da a su segunda esposa, Beatriz de Portugal; en su testamento se la deja a su hijo Fernando “el de Antequera”; cuando murió el rey de Aragón, sin dejar  herederos legítimos, se presentaron varios candidatos a ocupar el trono, que en el compromiso de Caspe le fue adjudicado a Don Fernando; indudablemente ese proceso requirió mucho gasto por su parte, dejemos que él mismo nos lo cuente: “De mi, el infante don Fernando…, al aljama de los judíos de la mi villa de Cuéllar… para proseguir la subzeçión de Aragón por la determinación que se ha de fazer en los dichos reynos me han rrecreçido e rrecreçen grandes costas e espensas, asy para enbajadores commo en los muchos gastos e costas que para el tal negocio rrequieren e otrosy para la conpra de Alva de Tormes… la qual me costó una gand quantya de maravedís. E porque todas cosas non las puedo yo comprar syn vuestra ayuda, considerados los grandes gastos cotidianos que de cada día yo fago, asi en la guerra de los moros commo en el regimiento del reyno…”. No nos consta que exigiera ninguna derrama a los cristianos de la villa.
1420, junio, 10. VALLADOLID. El miércoles 5 de junio, el concejo de Cuéllar dio carta de poder a los regidores Gil González, Juan Álvarez, Gonzalo Velázquez y  Gonzalo Fernández, para que pidieran al infante Juan de Aragón[7] que, como señor de Cuéllar, confirmase a la villa todos sus privilegios, cartas y fueros, usos y costumbres, oficios, franquezas  libertades. Una vez que el infante hubo jurado que los respetaría y confirmaría, los representantes villanos le hacen pleito homenaje por sí “e en nombre del dicho conçejo e justiçia e regidores e caballeros e escuderos e omes buenos, así christianos commo judíos e moros”. Pese a profesar diferente religión, los judíos eran considerados como parte de los vecinos y moradores de la villa y por tanto se les incluye en el pleito homenaje.
1442, junio, 16, lunes. CUÉLLAR. Alfonso García, arcediano de Cuéllar, pronuncia sentencia en el pleito que había entre los clérigos beneficiados de la iglesia de San Esteban de Cuéllar, de una parte, y don Moisés, hijo de Bello Cid, judío vecino de la villa, sobre el carnero que, según costumbre antigua, éste tenía que pagarles con motivo del casamiento de su hijo y que no les había entregado. Mateo Sánchez, Iohán López y García Fernández, reclaman el carnero diciendo “de poco tiempo acá el dicho don Mosé avia casado un fijo suyo e por razón del dicho casamiento e aver casado en la collaçion de la dicha iglesia de Sanct Estevan, que les era obligado a dar un carnero bueno o su valía, segund costumbre antigua…”, pero el judío no ha entregado y en sus alegaciones “les negava el ser obligado a les dar el dicho carnero, nin ser la tal costumbre antigua commo ellos dezian” y razón no le faltaba, puede que la casa del judío perteneciera a la colación de San Esteban, pero la boda no fue por el rito cristiano, sino por el hebreo, por tanto ¿porqué tenía que entregar nada a los clérigos?; éstos pidieron al arcediano que les dejase probar la antigüedad de esa costumbre, a lo que, evidentemente accedió, llegados a este punto el judío es consciente de que a él no le van a dejar probar lo contrario, sabe que los testimonios que puede aportar son los de otros hebreos y en un juicio su palabra no vale lo mismo que la de un cristiano, por lo tanto da marcha atrás y se aviene al pago diciendo “que en satisfaçion del dicho carnero que les quería dar un buen par de ansarones”, el arcediano le dio tres días para que entregase las aves o su valor en dinero.
1466, enero, 27 – junio, 2. CUÉLLAR. Enrique IV ordenó a los concejos de Roa, Cuéllar y La Adrada, que eran de Beltrán de la Cueva, que consintieran que Pedro de Toledo, vecino de Toledo, pudiera arrendar en su nombre las alcabalas[8] y tercias[9] de esas villas y sus tierras por tres años (1466, 1467 y 1468), debía rematarlas en almoneda pública durante nueve días, pero no acude en persona, delega en Diego Álvarez de Haza, vecino de Cuéllar, para que en su nombre pudiera hacerlo en esta villa.
Diego Álvarez de Haza o Daza, el 27 de enero “mandó apregonar a altas bozes” al pregonero Johán Corregidor, de la siguiente manera:
“Sepan todos los vezinos e moradores desta dicha villa de Cuéllar e su tierra e otras personas qualesquier, quel rrey, nuestro señor, manda arrendar las rrentas de las alcaualas e terçias desta dicha villa de Cuéllar e su tierra deste año en que estamos del Señor de mill e quatroçientos e sesenta e seys años, e de los años syguientes venideros de mill e quatroçientos e sesenta e syete años e de mill e quatroçientos e sesenta e ocho años, e de cada vno dellos, segund e con las condiçiones de los años pasados. ¿Ay quién las ponga en presçio?”. Dio el pregón tres veces en la plaza y apareció “Dauí d’Aça, judío, vezino de la dicha villa de Cuéllar” que ofreció 250.000 maravedís “A lo qual todo fueron presentes por testigos: Lope de Rrojas e Pero Gonçález de Çibdad Rrodrigo e Johán de la Basa, vezinos de la dicha villa de Cuéllar, e otras asaz grandes della”. Ese “asaz grandes” nos indica que acudió mucha gente a oír el pregón, era un tema que les interesaba mucho, pues ellos tendrían que pagar el equivalente a la cantidad en que se rematase.
El pregón se repite los días 28, 29, 30 y 31 de enero y el 1 y 2 de febrero sin que se presentase nadie que diera más de los 250.000 maravedís; sin embargo el día 3 aparece Francisco Daza, vecino de Cuéllar y ofrece 300.000. El día 4 se da el noveno pregón “diziendo a altas bozes: “trezientas mill maravedís dan por las alcaualas e terçias de la villa de Cuéllar e su tierra, de cada vno de los dichos años … e de cada vno dellos, … ¿ay quién da más por estas dichas alcaualas e terçias?” y se presentó Yuçé Castellano, judío vecino de Cuéllar,          quien ofreció 350.000 maravedís, Diego Álvarez dijo que se le habían adjudicado y que tenía que presentar las fianzas y avales pertinentes, cosa que hizo el día 2 de junio.
1407, junio, 17, viernes. CUÉLLAR. Carta de pago otorgada por Juan González, hijo de Gil González, vecino de Cuéllar, por sí y en nombre de Velasco Jiménez, Gil Sánchez, don Jacob y don Mayr, judíos, todos vecinos de Cuéllar, arrendadores de la alcabala del pan del año 1406, reconociendo de haber recibido de Pedro Martínez, procurador de los pecheros de la villa, 2.000 maravedís que les tenía que pagar como resultado del pleito que habían sostenido sobre el pan[10]. Poca información más nos proporciona este documento, pero es interesante ver como cristianos y judíos hacían negocios juntos, sin que la religión fuera un obstáculo.
Entre los documentos que hacen referencia a judíos, conservados en los archivos de Cuéllar, hay dos que nos proporcionan algunas noticias importantes sobre ellos y su relación con la población cristiana.
1402 a 1425. Cuaderno de vecinos del adra de San Pedro de Cuéllar. El adra era  una de las divisiones del vecindario de un pueblo, en Cuéllar cada adra constaba de cuatro cuartos, cada uno de ellos articulado en torno a una iglesia; por el texto podemos deducir que Cuéllar estaba dividida en cuatro adras pues, cada cuatro años, le toca a la de San Pedro desempeñar los oficios “… que pertenecían a los dichos caualleros e escuderos fijos dalgo, ansy de la seña e señorío de los judíos commo de las tablas e sellos del dicho conçejo”, los cuartos eran el de San Pedro, el de San Miguel, el de Santa Marina y el de Santo Tomé.
El domingo, 4 de enero de 1405, los caballeros y escuderos del adra de San Pedro se reúnen en la casa de García López, hijo de Ruy González para poner “por rrenta por almoneda entre sy e finieron apregonar a Pedro Fernández, andador, que quien daría más por los derechos que pertenecían a la seña e señorío (de los judíos)”.
En 1409, les toca otra vez, el domingo 6 de enero se reúnen en la misma casa y el señorío de los judíos se adjudica a Gómez Fernández por 160 maravedís. En 1413, se reúnen el 4 de enero en la huerta de Alfonso Velázquez, la seña y el señorío se adjudicaron a García López por 350 maravedís. En 1417, se juntan en casa de Nuño Sánchez, alguacil, el domingo 10 de enero, la renta del señorío se la quedó García Álvarez por 60 maravedís. El sábado 4 de enero de 1421 se reúnen en la casa de Alvar López de Segovia, en la puja Sancho Sánchez, regidor, se quedó con la renta del señorío de los judíos por 140 maravedís. Finalmente, el 5 de enero de 1425, se juntaron en casa de Nuño Sánchez, y la seña y el señorío de los judíos se adjudicó a Ruy Sánchez en 295 maravedís.



Nuño Rodríguez, tesorero mayor de de la reina Isabel, madre de Isabel la Católica, representado por Lope Vázquez de Sanabria, otorga una escritura de arrendamiento de la recaudación de las alcabalas y tercias de Cuéllar a Juan López, Ferrán Gutiérrez Sevillano, Diego Rodríguez, Juan López de la Plaza y Salamón Nájera, judío, vecinos todos ellos de Cuéllar, éstos entregarán 300.000 maravedís, la forma de pago será la siguiente: 115.000 maravedís en octubre, 115.000 en enero, que son los pagos por las alcabalas y 60.000 por las tercias, que se pagarán por mitad el día de San Juan y el día de San Miguel, además se obligan a dar “e pagar a la señora rreyna e a los dichos tesoreros… dies e ocho mill e ochoçientos maravedís de la moneda por rrason de los pechos e derechos pertenecientes a la ynfante doña Ysabel, nuestra señora, en la dicha villa de Cuéllar de este dicho presente año”, estos 18.800 maravedís los pagarán por tercios y el dinero se lo entregarán en Arévalo o en Madrigal, salvo que la reina no estuviera en ninguno de esos dos lugares, en tal caso ella tendría que enviar a alguien a Cuéllar para recogerlo. Como curiosidad hay que apuntar que al final de la carta no aparece el nombre del judío, quizás fue un olvido del escribano a la hora de hacer la copia para los interesados.


En los Acuerdos del Regimiento de 1484 a 1490 encontramos menciones a judíos. En el regimiento  del viernes 27 de enero de 1486, en el consistorio presidido por el alcalde, el licenciado de Alba, “mandaron dar a Huda Rojas seisçientas e seys maravedís que deben de una obligación que sobre Françisco Nunnes el Maçío tenien”. El 1 de febrero de ese año “…mandaron dar dos oyos de carbón de cándalo a Rabinçe Meme”; el 6 de junio dieron licencia a Mayr Sormaga, judío, para que pudiera sacar fuera del término de la comunidad de villa y tierra cuarenta fanegas de trigo sin que se le pusiera ninguna multa, a condición de meter quinientas fanegas de tierra de Íscar en el plazo de 3 meses.

En 1487, el 23 de febrero, ordenan que el mayordomo del hospital de la Magdalena reciba 12.000 maravedís de Yhudá Rojas y le de carta de pago, incluyo todo el texto para que ustedes mismos comprueben lo enrevesado que es “Este día los dichos sennores mandaron quel mayordomo del hospital tome e reciba en pago a Yhuda Rojas de la renta del Alcaçaren dies mill e doscientos maravedís e que le de carta de pago dellos por quanto Diego Alvares Daça, regidor, salvo por los pagar por pedir de los quales devia al dicho Yhuda Rojas e a las pagar en esta manera, luego dos mill maravedís e en el terçio segundo deste anno los ocho mill e doscientos por los quales se obligó el dicho Diego Alvares”. El 3 de agosto se presenta en el consistorio Rabí Yucé Memé, para entregarles dos cartas de don Beltrán de la Cueva; el día 23 ordenaban que los maravedís que el duque de Alburquerque mandó dar al concejo de la pena de la rubia, que Rabí Yucé Memé se los entregue a Pedro Sánchez, quien dará cuenta de ellos al concejo. El 20 de febrero de 1489, este mismo judío, se presenta llevando una carta del duque de Alburquerque dando órdenes sobre los caminos por donde han de entrar los ganados sin parar a ordeñar, sestear, esquilar o dormir estando vedados los cotos.

Beltrán de la Cueva empleó a su servicio a judíos de Cuéllar, el más famoso de ellos fue su médico, Rabí Simuel, un intelectual de gran categoría cuyos sermones en la sinagoga de Cuéllar eran tan famosos que incluso los cristianos de la villa iban a escucharle. Su mayordomo era, como hemos visto en los acuerdos del regimiento, Rabí Yucé Memé y su recaudador mayor Iuzá Hadida.
 
A través de estos documentos podemos hacernos una idea que quienes y cómo eran esos hombres y mujeres que vivieron en nuestra villa durante unos cuantos siglos, de esos cuellaranos que profesaban una religión diferente y que, ante la disyuntiva de convertirse a cristianismo o seguir fieles a sus creencias, prefirieron abandonar su tierra a abandonar su fe, algunos no soportaron vivir lejos y volvieron, como Francisco Sánchez de la Cueva, Fernán Gómez de la Cueva, Pedro de León, María Gómez, María Díez y otros.





[1] Es un nombre extraño, tras consultar algunos diccionarios no encontré esa palabra, sin embargo en un diccionario de griego clásico la encontré y su tradución es VALLA, este significado se acomoda plenamente a esa calle, pues uno de sus lados lo forma el muro, casi una muralla, que bordea la iglesia de San Esteban.
[2] Un censo era una obligación o carga sobre alguna propiedad por la cual el que la disfruta tiene que pagar cierta cantidad en reconocimiento del dominio del propietario sobre la finca. Un censo enfitéutico sería la cesión perpetuo o por un espacio largo de tiempo del dominio útil sobre una finca o un inmueble, mediante el pago anual de un canon al que hace la cesión, que conserva el dominio directo sobre ella.
[3] Estaban juntas, sin ningún espacio de separación entre ellas y compartiendo paredes laterales
[4] Encima
[5] Tras la expulsión de los judíos su barrio tomó el nombre de Barrio Nuevo, pues sus casas pasaron a ser ocupadas por cristianos, esta puerta “del Barrio Nuevo”, es el arco de San Andrés.
[6] Utilizaremos la fecha diplomática: año, mes, día del mes, día de la semana (si aparece en la data) y finalmente el lugar donde fue otorgado el documento.
[7] Padre de Fernando el Católico.
[8] Tributo del 10 por ciento en los contratos de compraventa y de permuta.
[9] Renta de la hacienda real castellana consistente en la percepción de dos novenos de los diezmos eclesiásticos.
[10] Pan en este caso no se refiere al pan cocido, sino a los cereales en general: trigo, cebada, avena y centeno
[11] El regimiento o concejo, en Cuéllar se reunía todos los viernes, salvo en verano, que se hacía cada dos semanas para no entorpecer las labores agrícolas de los representantes de la Comunidad de Villa y Tierra en el regimiento.


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ALTAR DE LA VIRGEN DE LA IGLESIA DE SAN ESTEBAN
 DE CUÉLLAR
D. Juan Carlos Llorente Mínguez
En la iglesia de San Esteban de Cuéllar (popular del Niño de la Bola), en la nave lateral derecha, se ubica un retablo conformado por ocho pinturas sobre tabla, seis de tema mariano de pasajes de la vida de la Virgen, y dos dedicadas, una a San Antonio Abad y otra a la Misa de San Gregorio.

En el ático, bajo tres escudos , dos con armas de los Herrera y uno, sobre ellos, de los Cueva, Duques de Alburquerque, la tabla de la izquierda hace referencia a la historia de San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Virgen María; este episodio en concreto narra el encuentro de los dos cuando se comprometen en matrimonio, ante una de las puertas de Jerusalén, la Puerta Dorada. Los progenitores aparecen abrazados y besándose, momento en el cual se consideraba que Santa Ana concibió a la Virgen, ya que según la Iglesia, María había sido concebida sin pecado. Acompañan a San Joaquín y Santa Ana varios personajes, dos damas y un pastor con un cordero al hombro, en clara referencia al Buen Pastor.
La tabla central representa a la Virgen como "concebida sin pecado original…" La Virgen está representada como una bella joven de cabellos rubios y posada sobre la Luna. Al fondo se representa la Jerusalén celestial y otros motivos…barco, palmera, espejo, pozo, fuente…hacen referencia a las loas a la Virgen.

   

La tabla de la derecha representa el nacimiento de la Virgen; postrada en cama bajo dosel, Santa Ana es atendida por una dama; en primer término otra dama lleva entre sus brazos a la recién nacida, mientras que otra trajina con un paño en las labores del parto, una tercera dama acompaña la escena mientras otra al fondo observa el acontecimiento desde una ventana.







En la calle central, la tabla de la izquierda personifica la presentación de la Virgen al Templo. San Joaquín y Santa Ana observan la escena en que la Virgen (no tan niña como la iconografía la suele representar) sube unas escaleras hacia el Templo donde la espera el Sumo Sacerdote. Desde el interior del Templo cuatro jóvenes contemplan a la que iba a ser, por un tiempo, su nueva compañera en el estudio de las Sagradas Escrituras. Al fondo, desde una arquitectura renacentista, otros personajes completan el escenario.



 

En el centro hay una hornacina que albergaba la imagen gótica de la Virgen Digna, cuya cofradía tuvo una impronta muy fuerte en el panorama religioso de Cuéllar, durante siglos; la imagen está custodiada en dependencias parroquiales.


La tabla de la derecha representa los Desposorios de la Virgen y San José. Ante la puerta de un templo de marcada arquitectura renacentista, la joven Virgen María y el ya hombre maduro San José participan en la ceremonia de los Desposorios. Al pie de la escena observan San Joaquín y Santa Ana. A los lados, invitados a la boda: los de la derecha portan varas que hacen referencia a la leyenda de que al terminar las jóvenes su estancia en el templo, los sumos sacerdotes convocaban a hombres de la Casa de David para que optaran a ellas…en este caso, la vara de San José floreció como signo de ser elegido; en el resto se percibe el malestar por el hecho.
  En la predela del altar, tres tablas cierran el conjunto.

La de la izquierda representa a San Antonio Abad y la simbología de sus "tentaciones".
Con el toque de la minuciosidad de la pintura flamenca, las tentaciones de San Antón o Antonio abad de múltiples versiones a lo largo de los siglos, nos ofrecen numerosos detalles:
Las tres damas representan la riqueza, que ofrece una bolsa de monedas, la lujuria es la mujer central (con cuernos en la cabeza, pues era el demonio disfrazado) y la gula es la de la derecha que ofrece un plato de viandas; la riqueza y la gula tienen sobre sus cabezas máscaras de calavera. A los pies de San Antonio, un jabalí (porque curó a una jabalina y por eso siempre siguió al Santo (también representa la sumisión de la impureza, pues los cerdos en Egipto se consideraban animales impuros...). Sobre el tejadillo de la iglesia hay un demonio comenzando a volar; en el suelo otro toca una trompeta, y otro parece abrazar una guadaña. 
En la mesa del Santo hay un candelabro que remata en la forma de la letra griega Tau (el Santo era egipcio y allí este símbolo ha sido tenido por milagroso y curativo); al lado un demonio vestido de fraile (con cuernos) lee, y otro revolotea detrás de él. La iglesia es del estilo de las del norte de Europa. Al fondo se adivina un castillo; sobre la mesa un libro porque el Santo no sabía leer pero recibió esa gracia desde el Cielo.
 
La tabla central, representaba la Anunciación, pero ha llegado a nosotros cercenada, pues cobijó un sagrario para lo que se reaprovechó.



La tabla de la derecha representa la misa de San Gregorio, en que el Papa, cuya mitra aparece sobre el altar, eleva la Sagrada Forma en el momento en que Cristo aparece como saliendo del sepulcro, portando una cruz y sangrando por el costado. Según la leyenda, uno de los asistentes a la Misa había dudado de la presencia de Cristo en la Eucaristía y por ello se obró el milagro. El papa está tocado de bella dalmática así como los dos ayudantes, el uno tocando la esquila y el otro moviendo el incensario. Acompañan varios clérigos más. Llama la atención el pavimento de la estancia de bellos trazos que buscan el punto de fuga de la  escena.
La cartela sobre la mesa del altar reza así:
" Este retablo dejaron hecho de tabla los honrados señores Francisco Gómez y Lucía de Herrera su mujer. Hízole pintar Juan Gómez de Herrera, su hijo. A.1546."
De él dice el catedrático Collar de Cáceres, especialista en la pintura entre 1.500 y 1.631 en la Diócesis de Segovia:
" …Las pinturas son de un artista provinciano que se sirve de estampas germánicas y de otras fuentes figurativas (Durero, Coecke).En los modelos femeninos cabe advertir cierta proximidad al repertorio figurativo de Antonio Vázquez".
La mazonería del conjunto es típica del plateresco de mediados del siglo XVI.
Recientemente restaurado, el altar se suma al notable conjunto de obras de arte que alberga esta iglesia de San Esteban.
Juan Carlos Llorente Mínguez.
BBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
PINTURA DE LA ANTIGUA DIÓCESIS DE SEGOVIA 1500-1631. FERNANDO COLLAR DE CÁCERES. DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE SEGOVIA.1989.
HISTORIA DE CUÉLLAR. BALBINO VELASCO. DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE SEGOVIA.1981.
ICONOGRAFÍA DE LOS SANTOS. JUAN FERRANDO ROIG. EDICIONES OMEGA. 1991.
 Juan Carlos Llorente Mínguez. Profesor emérito de Historia del I.E.S. "Duque de Alburquerque". Historiador especialista en Historia del Arte.

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"EL FUERO DE LA EXTREMADURA CASTELLANA"

Transcripción y fotografías de Julia Montalvillo García

El lunes, 14 de febrero de 1289, estando en Palencia, Sancho IV de Castilla, marido de Doña María de Molina, confirma el privilegio de Alfonso X el Sabio, su padre, fechado en Sevilla a 29 de abril de 1264, por el cual concedió a los concejos de la “Extremadura” (territorios situados al sur del río Duero) privilegio general y les confirmó el “Libro del Fuero”. Era aplicable solamente a los lugares de realengo, no a las ciudades, villas y lugares cuyo señorío era eclesiástico, monacal, orden militar o nobiliario. Cuéllar hasta finales del siglo XIV era una villa perteneciente a la corona, por lo tanto se beneficia de todo lo contenido en el documento.
Hemos de tener en cuenta que en Castilla en el siglo XIII se utilizaba para fechar la era hispánica, que va 38 años por delante del Año del Señor, por ello uno está fechado en la era de 1327 y otro en la de 1302. Además, ambos reyes, añaden el año de su reinado, el quinto en el caso de Sancho IV y el duodécimo en el de Alfonso X.
De este tipo de documentos que avalan fueros, privilegios y libertades, solían hacerse copias para preservar el original de "qualquier caso fortuyto de agua, fuego..."; este es el caso que nos ocupa, hacia 1350 el escribano de Cuéllar, Sancho García, escribano de Cuéllar, hace un traslado que hemos conservado junto al original de la confirmación; desgraciadamente el "caso fortuyto" debió producirse, pues no conservamos el documento de 1264.

  1289, febrero, 14, lunes. Palencia.



(Cristo. Alfa y omega) En el nonbre de Dios Padre e Fijo e Spíiritu Sancto, que son tres personas e un Dios, e a onrra e a seruicio de Sancta María, su madre, que nos tenemos por señora e por auogada en todos nuestros fechos. Porque es natural cosa que todo omne que bien faze quiere que ge lo lieuen adelante, e que se non oluide nin se pierda, que comoquier que can/sse e mingüe el cursso de la uida deste mundo aquello es lo que finca en remenbrança por él al mundo, e este bien es guiador de la su alma ante Dios, e por non caer en oluido lo mandaron los rreyes poner en escripto en sus priuilegios, porque los reyes que regnassen depués dellos e touiessen el so logar fu/3essen tenudos de guardar aquello, e de lo leuar adelante, confirmándolo por sos priuilegios. Por ende nos, catando esto, queremos que sepan por este nuestro priuilegio, los que agora son e serán daquí adelante, cómo nos, don Sancho, por la gracia de Dios rrey de Castiella, de Toledo, de León, de Gallizia, / de Seuilla, de Córdoua, de Murcia, de Jahén e del Algarue, viemos priuilegio del rrey don Alffonso, nuestro padre, fecho en esta guisa:
            Porque entre todas las cosas que los rreyes deuen a fazer, señaladamente estas dos les conuienen mucho, la una de dar gualardon a los que bien e lealmente los siruieron; la otra que mager / los omnes sean adebdados con ellos por naturaleza e por señorío de les fazer seruiçio, adebdarlos aún más faziéndo­les bien e merçet, porque cabodelante ayan mayor uoluntad de los seruir e de los amar. Por ende nos, don Alffonso, por la gracia de Dios rrey de Castiella, de Toledo, de León, de Galli­zia, de Seuilla, de Córdoua, de /6 Murcia, de Jahén e del Al­garue, como todos los conceios de Estremadura enuiassen caua­lleros e omes bonos de los pueblos con quien enuiaron pedir merced a la rreyna doña Yolant, mi mugier, que nos rogasse por ellos que les tolliéssemos algunos agrauiamientos que dizíen que auíen, e que les fiziéssemos bien e onrra por gualardonarles el seruicio que fizieron aquéllos onde / ellos uienen a los de nuestro linage, e ellos otrossí a nos; e porque daquí adelante ouiessen mayor uoluntad de nos seruir e lo podiessen meior fazer, nos, por ruego de la rreyna e con conseio del arçobispo de Seuilla e de los obispos e de los rricos omes e de los maes­tros e de los otros omes de Orden que connusco eran, fazemos estas mercedes e estas onrras que son escriptas en este priuile­gio, / a uos, los caualleros e al conceio de Cuéllar:
§ De lo que nos mostraron uuestros caualleros en razón de los diezmos, que no osáuades coger uuestros panes en las eras ni encerrarlos fata que tañíen la canpana, e por este logar que perdíedes muchos dellos e uos era grande daño, tenemos por bien e mandamos que coiades uuestros panes cada que quisiéredes, e que uos non fagan ý otra /9 premia ni agrauiamien­to ninguno. E uos dar uuestros diezmos bien e derechamientre, sin escatima, assí como deuedes; e los clérigos recíbanlos. E si algunos omnes ý ouiere que non quisieren dar los diez­mos assí commo deuen, el obispo o los clérigos que los ha de auer, muéstrenlo a la justiçia, e él fágagelos dar, si el obispo o los clérigos los quisieren auer por él.
§ Otrossí de lo que nos / dixeron que uos agrauiáuades que los arrendadores e los que recabdauan aquella parte que a nos dan de las terçias, que uos fazíen muchas escatima en ellas e que uos non queríen tomar el pan e el vino e los corderos e las otras cosas quando el obispo e los clerigos tomauan su parte, e que lo demandauan quando ellos se queríen, e si alguna cosa minguaua o se perdíe o se podrecíe, que lo fazíen pechar a los ter/ce­ros, en manera que se uos tornaua en grande daño, nos, por uos fazer bien e merçed, tenemos por bien e mandamos que los nuestros arrendadores, o los que ouieren a recabdar aquella nuestra parte de las tercias que dan a nos, que pongan en cada un de los logares quien lo recabde e lo tome por ellos, a la sazón que el obispo e los clérigos tomaren su parte. E si lo non fizieren assí, que les non recudan por los daños /12 que acae­ciere por culpa de los arrendadores, o de los que lo ouieren a recabdar. E si los terceros les quisieren guardar su pan e su uino e los otros derechos que los arrendadores deuieren auer, que les den las cuestas e las missiones que ý fizieren, segunt fuere razón e guisado. E mandamos que los nuestros arrendadores o los que ouie­ren a recabdar esta parte de las tercias que a nos dan, que non tomen / ninguna cosa de la tercia que fica en las eglisias; e que fique su parte quita a la eglisia. E si cuestas e missiones fizieren los terceros por guardar o allegar las tercias, que esto que salga todo del alffolí comu­nalmientre, ante que ninguna cosa se parta ende. E de lo que nos dixieron que uos fazíen traer el pan por fuerça de las aldeas a la villa e de unos logares a otros, man/da­mos que los que recabdaren la nuestra parte de las tercias, que tomen el pan e el uino e las otras cosas en aquellos logares o fuere e les cayere; e que non les fagan otro agrauiamiento nin otra fuerça por traerlo.
§ E porque nos mostraron que uos era agrauiamiento en ra­zón de la tregua del omne que non auíe ualía de cient maravedís, que diesse fiador raygado por la tre/15gua de quantía de cient maravedís, a esto tenemos por bien que dé fiador en quanto que ha; e si non ouiere nada o fuere sospechoso e mal enfamado, que los alcaldes e la justiçia quel eche de la villa e del término, e quel den plazo a que pueda salir de la tierra; e si depués del plazo le fallaren, quel recabden e que nos lo enuíen dezir. E si el omne fuere atal que non sea sospechoso, mager / non aya nada, esté sobre su tregua.
§ E de lo que nos pidieron merced que los caualleros ouiésse­des paniguados, assí como fijos e hermanos e sobrinos, que fues­sen escusados, nos por uos fazer bien e merced mandamos que sean escusados fata el tienpo de la edat que manda el libro del fuero a que pueden demandar sus bienes; e dent adelante, si non touieren cauallos e armas, que / non sean escusados.
§ Otrossí de lo que nos dixieron que uos agraviáuades por­que las mugieres bibdas e las donzellas que non auíen caloña ninguna en el fuero por el denosteo, o por otra desonra que les fiziessen, e que las casadas auíen trezientos sueldos, e nos pi­dieron merced que ouiessen alguna caloña las bibdas e las don­zellas, tenémoslo por bien e mandamos /18 que la mugier casa­da aya los trezientos sueldos, assí como el fuero dize; e la bibda, dozientos sueldos; e la donzella en cabello, cient sueldos.
§ De lo ál que nos pidieron merced, que quando el cauallero enbibdasse, que el cauallo e las armas que ouiesse que ficassen al cauallero; e los fijos nin los parientes de la mugier que non partiessen ende ninguna cosa. E otrossí cuando el cauallero / finasse, que ficassen el cauallo e las armas al fijo mayor, tené­moslo por bien e mandamos que quando el cauallero finare, que fiquen el cauallo e las armas en el fijo mayor; e que non entren en partición de la mugier nin de los otros fijos, mas que fique al fijo mayor. E si este ouiere armas de suyo, que fiquen a otro fijo que ouiere çerca del mayor. E si mas armas oui/ere el padre sacado ende armas con­plidas de caualleros, las otras que las metan en partición; e esto mismo sea quando finare la mugier del cauallero, que fiquen las armas conplidas al marido e non partan en ellas los parientes della nin los fijos, mas que fiquen en él e depués en el fijo, assí como sobredicho es. E si más armas ý ouiere de cunplimiento para cauallero, entren /21 en partición; e si non ouiere fijo, que fiquen al pariente más propinco que las non ouiere.
§ E otrossí de lo que nos pidieron en razón de los escusados que solíen auer quando yvan en hueste, nos por fazerles bien e merced, mandamos que los ayan assí como los solíen auer.
§ E de lo que nos mostraron, que en el priuilegio que nos diemos a las bibdas que fuessen escusadas, que no dize ý / de las bibdas que enbibdaron ante que les nos fiziéssemos esta franqueza, e nos pidieron merced que fuessen aquellas bibdas escusadas assí commo eran las otras, nos, por fazerles bien e merced, mandamos que las bibdas que eran ante que nos diésse­mos el nuestro priuilegio a las que enbibdaron depués que las que fueron mugieres de caualleros que teníen cauallos e armas e eran escusados / sus maridos a la sazón que finaron, que sean escusadas, assí las de ante commo las de depués, e que ayan aque­lla franqueza que dize en el nuestro priuilegio, que nos diemos sobresta razón.
§ E porque nos pidíen merced que las caloñas que fazen los que entran los exidos de conceio, que uos las diéssemos pora pro de uuestro conceio, nos, por fazeruos bien e merced, catando que los muros de la villa e otrossí las /24 puentes que auedes mucho mester son a pro e a guarda de uos, e que son cosas de que uos auedes mucho a seruir, e que non podedes escusar, tenemos por bien que las caloñas que fueren por razón de los exidos que sean para estas cosas sobredichas. E que dedes dos omes bonos que lo recabden, e estos que lo metan en labrar los muros e las puentes, e que den cuenta cada año a la justicia e al escriua/no de conceio que nos pusiemos, porque sepan en qué entra e nos den recabdo quando ge lo demandáremos.
§ E de lo que nos mostraron que uos agrauiáuades que los omes de nuestra casa aplazauan a algunos de uos por querellas que auíen, que les uiniéssedes responder ante nos, non uos deman­dando ante por el fuero, esto non queremos que sea. E tenemos por bien e mandamos que si el nuestro omne ouiere / querella de alguno de uos, o uos dél, si el ouiere casas o heredamiento o otra cosa e fuere uezino en el logar, o fuere el demandado, que responda antel fuero, él o el que touiere lo suyo por él; e qui del juizio se agrauiare, álçese a nos assí como deue.
§ E sobre todas estas cosas sobredichas que los caualleros nos pidieron e les fiziemos por ruego de la rreyna, aun por fazer­les más onrra /27 e bien e merced, tenemos por bien que el caua­llero que nos fiziéremos, o nuestro fijo heredero, que aya qui­nientos sueldos; e esto por razón de la cauallería que tomare de nos, o de nuestro fijo que ouiere a regnar depués de nos, e mandamos que estos caualleros puedan auer alcaldías justicias, e ayan todos sus escusados assí como el priuilegio dize que les diemos sobresta razón, e los otros escusados por razón / de la hueste, e parte en la fonssadera, e que ayan la parte de las caloñas de sus paniguados que auíen los alcaldes, e todas las otras franquezas que les diemos por nuestros priuilegios, o al­gunos de los otros que tengan cartas de nuestro otorgamiento; e que aya su mugier quinientos sueldos, e quando la mu­gier enbibdare e mantouiere bibdedat, aya los quinientos suel­dos. E si casare con ca/uallero que non fiziéremos nos o nues­tro fijo heredero, que pierda los quinientos sueldos e non los aya.
§ Otrossí por fazerles mayor merced otorgamos que los otros caualleros que fueron fechos fata el día del era deste priuilegio, de los infantes o de los rricos omes, que quisieren uenir a nos e que nos diéremos nuestras cartas de otorgamiento como los nuestros uassallos, que ayan aquesta onrra de los /30 quinientos sueldos, e todas estas franquezas e las otras que han por nues­tro priuilegio. E los que desta guisa non uinieren e nos non les diéremos nuestras cartas, e fueren uassallos de los inffantes o de los rricos omes, que non ayan los quinientos sueldos, nin nengún portiello en la villa, nin nengunas destas franquezas que en esta priuilegio dize, nin de las otras que ante les ouiemos dadas.
§ Otrossí / por fazer onrra e merced a los caualleros que nos fiziéremos, o nuestro fijo heredero, o a los que diéremos en esta razón nuestras cartas que son nuestros uassallos, si alguno fi­ziesse alguna cosa porque mereciesse en el cuerpo justicia de muerte o de esternamiento, tenemos por bien e mandamos que si non matare seyendo en tregua, o sobre saluo, o non fiziere tray­ción o aleue e ma/tare en otra guisa, o fiziere cosa porque deua morir o auer otra justicia en el cuerpo, quel recabden e que nos lo enuíen dezir, e nos enuiarles emos mandar aquello que touiéremos por bien e por derecho. Pero si acaeciesse cosa por que nos fuéssemos fuera de nuestros rregnos, mandamos que lo cum­pla aquel que nos dexáremos en nuestro logar. E por fazer a los caualleros más /33 bien e más merced, porque en el nuestro priuilegio que les diemos en razón de como ouiessen sus escusados non dize ý que ouiessen mayordomos, dámosles e otorgámoles que ayan los caualleros seños mayor­domos, e que los escusen de la quantía que han los otros escu­sados, segunt dize en el otro nuestro priuilegio que les diemos.
§ E otrossí por fazer bien e merced a los caualleros que de suso dixiemos, / dámosles que ayan de sus paniguados la parte de las caloñas que auíen los alcaldes.
§ E por fazerles más bien e más merced, otorgámosles los nues­tros priuilegios e el libro del fuero que les diemos.
§ E de lo que nos dixieron que quando uiniedes a nos que non uos libráuamos tan aína como auiedes mester, tenemos por bien que si nos non uos libráremos tan aína, que dedes las peticio­nes / a los escriuanos que nos pusiemos que las recibiessen, e si ellos non uos las libraren luego, que lo mostredes a la rreyna e ella mostrarlo a nos. E mandamos e deffendemos que ninguno non sea osado de yr contra este priuilegio para crebantarlo nin para minguar­lo en ninguna cosa, ca qualquier que lo fiziesse auríe nuestra yra e pecharnos ýe en coto mill maravedís, e a los que el tuerto recibiessen todo /36 el daño doblado. E porque esto sea firme e estable, mandamos seellar este priuilegio con nuestro seello de plomo.
            Ffecho el priuilegio en Seuilla, por nuestro mandado, martes, ueynt e nueue días andados del mes de abril, en era de mill e e trezientos e dos años.
E nos, el sobredicho rrey don Alffonso, rregnant en uno con la rreyna doña Yolant, mi mugier, e con nuestros fijos, el inffan/te don Ferrando, primero e heredero, e con el inffante don San­cho e con el inffante don Pero e con el inffante don Johán, en Castiella, en Toledo, en León, en Gallizia, en Seuilla, en Cór­doua, en Murcia, en Jahén, en Baeça, en Badalloz e en el Al­garue, otorgamos este priuilegio e confirmámoslo.
Yo, Johán Pérez de Cibdat, lo escriuí por mandado de Millán Pérez de Aellón, en el año doze/no que el rrey don Anffonso rregnó.



E nos, el sobredicho rrey don Sancho, rregnant en uno con la rreyna doña María, mi mugier, e con nuestros fijos, el inffante don Fferrando, primero e heredero, e con el inffante don Alffonso e con el inffante don Anrrique, en Castiella, en Toledo, en León, en Gallizia, en Seuilla, en Córdoua, en Murcia, en Jahén, /39en Baeça, en Badalloz e en el Algarue, otorgamos este priuilegio e confirmámoslo e mandamos que uala assí como ualió en tienpo del rrey don Alffonso, nuestro padre. E porque esto sea firme e estable, mandamos seellar este priuilegio con nuestro seello de plomo.
Ffecho en Palencia, lunes, catorze días andados del mes de febrero, en era de mill e trezientos e veynte e siete años.
(Signo rodado. Castillos y leones): Signo del rey don Sancho.
(En círculo): Don Alfonso, alfiérez del rey, confirma.- Don Iohán Fernández, mayordomo mayor del rey, confirma.
Don Mahomat Aboabille, rrey de Granada e vasallo del rrey, conf. La eglesia de Seuilla, vaga. La eglesia de Sancti[ago, vaga].
(Encima de la rueda): Don Gonçaluo, arçobispo de Toledo, primado de las Españas e chançeller de Castilla, conf.
/ (1ª col.) Don Iohán Alffonso, obispo de Palencia e chanceller del rrey, conf.- Don fray Ferrando, obispo de Burgos, conf.- Don Almorauid, obispo de Calahora, conf.- Don García, obispo de Sigüença, conf.- Don Iohán, obispo de Osma, conf.- Don Blasco, electo de Segouia, conf.- La eglesia de Áuila, vaga. Don Gonçalo, obispo de Cuenca, conf.- Don Domingo, obispo de Plazencia, conf.- Don Diago, obispo de Cartagena, conf.- La eglesia de Jahén, vaga. Don Pascual, obispo de Córdoua, conf.- Don Suero, obispo de Cádiz, conf.- Don Aparicio, obispo d’Aluarrazín, conf.- Don Rroy Pérez, maestre de Calatraua, conf.- Don Ffernant Pérez, grand comendador del Hospital, conf.- Don Gómez Garçía, comendador mayor del Temple, conf.
/ (2ª col.) Don Nuño Gonçáluez conf.- Don Iohán Alffonso conf.- Don Diago López de Salzedo conf.- Don Diago García conf.- Don Ferrnando Pérez de Guzmán conf.- Don Vela conf.- Don Rroy Gil de Villalobos conf.- Don Diego Martínez de Ffinoiosa conf.- Don Gonçalo Gómez Maçanedo conf.- Don Rrodrigo Rodríguez Malrrique conf.- Don Diago Ffróyaz conf.- Don Gonçalo Yuañes de Aguilar conf.- Don Pero Anrríquez de Harana conf.
/ (3ª col.) Don Martín, obispo de León, conf.- Don Pelegrín, obispo de Ouiedo, conf.- Don Pero, obispo de Çamora, conf.- Don frey Pedro Fechos, obispo de Salamanca, conf.- Don Antón, obispo de Cibdat, conf.- Don Alffonso, obispo de Coria, conf.- Don Gil, obispo de Badaioz, conf.- Don ffrey Bartolomé, obispo de Silues, conf.- Don Áluaro, obispo de Mendoñedo, conf.- La eglesia de Lugo, vaga. Don Pero, obispo de Orens, conf.- Don Pero Fferrnández, maestre de la cauallería de Sanctiago, conf.- Don Ferrnando Pérez, maestre d’Alcántara, conf.
/ (4ª col.) Don Sancho, fijo del inffante don Pero, conf.- Don Esteuan Fferrnández, perteguero mayor en tiera de Sanctiago, conf.- Don Ferrnando Pérez Ponz conf.- Don Iohán Ferrnández de Limia conf.- Per Áluarez, fijo de don Per Áluarez, conf.- Rrodrig Áluarez, so hermano, conf.- Don Iohán Alffonso d’Alborqueque conf.- Don Diago Ramírez conf.- Don Arias Díez conf.- Don Ferrnando Ferrnández de Limia conf.
            (Merinos, adelantados y notarios): Don Sancho Martínez de Leyua, merino mayor en Castiella, conf.- Don Iohán, fijo del inffante don Manuel, adelantado mayor en el rregno de Murcia, conf. Don Fferrnando Pérez, electo de Seuilla e notario mayor en el rregno de Castiella, conf.
(Debajo del signo rodado): Don Martín, obispo de Astorga e notario mayor en el rregno de León, conf.- Don Pero Díez e don Muño Díaz de Castañeda, almirantes de la mar, conf. Don Rroy Páez, justiçia mayor de casa del rrey, conf.
(Merinos, adelantados y notarios): Diago Gómez, merino mayor en el rregno de Gallizia, conf.- Esteuan Pérez, merino mayor en tierra de León, conf. Don Iohán, obispo de Tuy e notario mayor en el Andaluzía, conf.
            (Cancillería): Yo, Rroy Martínez, capiscol de Toledo, le fiz escriuir por mandado del rrey en el quinto año que el rrey sobredicho rregnó.
Episcopus Palentinus. Episcopus Astoricensis.


           E(e)ste es traslado de un priuilegio que era ffecho en esta manera:
Et yo, Sancho García, escriuano público en Cuéllar por Velasco Pérez, de la Cámara de nuestro señor el rrey, ui e leý vn priuillejo del rrey don Sancho, onde fue sacado este traslado que sacó Gómez García, escriuano; e yo por mandado del / conçejode Cuéllar, pus aquí este sig(signo)no en testimonio.







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 IMAGEN GÓTICA DE LA MAGDALENA EN LA FACHADA DE LA CAPILLA DEL HOSPITAL
 Juan Carlos Llorente Mínguez

Portada del Hospital de Santa María Magdalena

 En la fachada de entrada a la Capilla del Hospital de Santa María Magdalena de Cuéllar, se conserva una imagen de la santa titular, situada bajo el arco toral que sostiene el alero y sobre el alfiz de bolas que enmarca el escudo de los Cueva, la piedra fundacional y los escudos del fundador, el arcediano de Cuéllar en la catedral de Segovia don Gómez González. La imagen se cobija bajo armazón de madera rematado en frontis clásico renacentista.

Del siglo XV,  representa a la Magdalena con "toca" y con túnica talar. Se aprecian, a pesar del deterioro que sufre la imagen, los símbolos de identificación de la santa: el rosario,  el salterio en su mano izquierda y el tarro de los perfumes en la derecha, en recuerdo de su retirada del mundanal ruido, tras abandonar su vida disoluta, o tras la muerte de Cristo, y el episodio evangélico de las lágrimas y ungüento sobre los pies de Jesús.




La imagen estaba situada bajo rico doselete pétreo, en el ábside Este de la Capilla. 
 














 





En el siglo XVI, al adosarse a este ábside la casa de la Cilla del Concejo, se la colocó bajo  el citado arco toral sobre la entrada a la capilla y se la ubicó en esta hornacina de madera.









Tras la reciente y muy notable restauración de la fachada a cargo del Ayuntamiento de la Villa, el prestigioso restaurador Carlos Sanz Velasco, hizo un estudio de la imagen con propuesta de futura restauración, en el que hace, entre otras apreciaciones, las siguientes:

"… Es una imagen gótica labrada en piedra caliza de color ocre amarillento. Aparentemente es el tipo de caliza dolomítica que se explotaba en los alrededores de Segovia y el mismo tipo que la piedra usada en la lápida con restos de inscripción que hay en esta portada, y la usada en el dosel de la hornacina que se encuentra en la fachada Este de la capilla.
La imagen conserva restos de policromía y dorados. Ha sido objeto de una restauración en la que se rehicieron los pliegues que enmarcan la cabeza y toda la parte del cuello. Debajo del material empleado para estas reconstrucciones, se ven restos de piedra.


La figura actualmente mide 84 cm de altura, 37 cm de ancho máximo y 19 cm de fondo máximo. Está ahuecada por la parte posterior para reducir el peso de la imagen…
La hornacina de madera en que se encuentra la figura es claramente un elemento posterior a la escultura. Tiene algunos restos de dorado en las molduras de la tapa superior y una decoración muy sencilla de estrellas doradas."

La propuesta del restaurador es clara: reproducir la imagen para colocarla en el lugar de la original y trasladar la original, tan expuesta a los accidentes atmosféricos y medioambientales degradantes, a alguna de las dependencias del interior del edificio.

Obras consultadas:
-  Iconografía de los Santos; Juan Ferrando Roig; Omega . Barcelona Ediciones 1950.

- PORTADA DE LA CAPILLA DEL ANTIGUO HOSPITAL
DE LA MAGDALENA  de CUELLAR
CONSOLIDACIÓN Y RESTAURACIÓN DE DIFERENTES  ELEMENTOS EN LA
PORTADA DE LA CAPILLA DE LA MAGDALENA, EN CUELLAR.
TRABAJOS REALIZADOS Y PROPUESTA DE INTERVENCIÓN PARA LA
CONSERVACIÓN DE LA ESCULTURA GÓTICA DE MARÍA MAGDALENA.
JUNIO DE 2013       RESTAURADOR: CARLOS SANZ VELASCO.


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AQUEL TRISTE DÍA DE LA ROMERÍA DEL HENAR DE 1956
Unos días antes de la última celebración de la Romería del Henar el pasado septiembre, tuve la ocasión de tener afable charla con Jesús Minguela Pascual, este hombre de la vecina localidad de Torrescárcela, localidad que, aunque en la provincia de Valladolid, es desde antiguo de la Comunidad de Villa y Tierra de Cuéllar, lugar pues, con infinidad de lazos comunes, tanto históricos como de sus gentes, con la Villa cuellarana.
Jesús es un pozo de inquietantes aguas costumbristas de su Torrescárcela y localidades circundantes. Pacientemente va recopilando datos y más datos de tantos y tantos aspectos de lo vivido en su pueblo que, si no fuera por ello, ya habrían quedado sepultados en el tiempo.
Durante nuestro encuentro y conversación salió a relucir lo del trágico accidente de un autobús en las cercanías de su pueblo el día de la Romería del Henar de 1956, y él, aunque muy jovencito, ha tenido la capacidad de recordar mucho de lo sucedido aquel día que puso de luto a toda la comarca y que llegó a tener trascendencia en los medios de comunicación incluso a nivel nacional.
El domingo 16 de septiembre de 1956, recuerda Minguela, amaneció húmedo, triste y con lluvias intermitentes. La Fiesta de la Romería del Henar era para las gentes de Torrescárcela, como para tantos y tantos pueblos comarcanos, un día grande que se esperaba con impaciencia sobre todo para los niños y jóvenes. Yo tenía once años, comenta Jesús, y como tantos congéneres, me había acostado el día anterior elucubrando y soñando cómo lo iba a pasar "el día del Henar" con mi familia. En ello estaba cuando, sobre las ocho u ocho y media de la mañana, con gran ruido se abrió la puerta de la habitación donde dormía con mis hermanos, y fue mi abuela Sira la que con voz enérgica nos dijo: "levantaros inmediatamente que a lo mejor tenemos que poner en las camas a algún herido…"
Fotografía del estado en que quedó el autocar (Cortesía de D. Jesús Minguela)

Ya mi padre, sigue, había ido al lugar del accidente y había vuelto al pueblo con algunos de los heridos; en la Plaza había reunión general de vecinos que se preparaban para lo que hiciera falta a favor de los accidentados… Un autocar procedente de varias poblaciones del Valle del Cerrato (sureste de la provincia de Palencia) con destino al Santuario de la Virgen del Henar, traía la ruta de la carretera de titularidad de" Villafuerte-Cuéllar". Había pasado Quintanilla de Onésimo y Cogeces del Monte. Poco antes de llegar al cantón del kilómetro 10 en dirección Cuéllar, en el Pago del Arriero, nada más empezar a bajar una empinada cuesta, camino del puente del Arroyo Valcorba, por algún imprevisto desconocido, se salió de la carretera por la derecha y se precipito y despeñó por la ladera abajo…"Aquello fue horrible", dice Jesús estremecido… La carretera no tenía pretil, era una carretera, como decíamos entonces, "blanca" con muchísimos baches y encima lloviznando, casi seguro que habría creado "babilla" en las rodaduras…" Las voces de alarma se corrieron como el fuego. Tanto los habitantes de Cogeces del Monte como los de Torrescárcela se movilizaron como cuando tocaban las campanas "a arrebato". Recuerdo que enseguida se corrieron las voces de que una mujer había fallecido: al parecer la señora había salido despedida desde el habitáculo y había chocado con una gran piedra que aún se ve en el lugar. La mayor parte de los heridos fueron atendidos en el Ayuntamiento de Torrescárcela, y quizá algunos en Cogeces. Los médicos de las dos localidades atendieron diligentemente a los heridos con los medios a su alcance como lo hizo también la Farmacia de Cogeces. Con bastante celeridad, la familia de los Granicero de Cogeces, prestó un camión de su propiedad para trasladar heridos a Cuéllar, heridos atendidos en el Hospital de la Magdalena. La autopsia de la mujer que se tenía por única fallecida, tuvo lugar en un pequeño local que se había inaugurado recientemente dentro del Cementerio de Torrescárcela. Un poco después, ya nos dijeron que había otro fallecido como lo señala un letrero que se colocó en el lugar del accidente, en el que se da cuenta del fallecido: Pedro Ordejón Ocasar, policía de tráfico de 31 años… Poco a poco, nos fueron diciendo que eran aún más los fallecidos. Respecto al autocar, recuerdo se había casi en su totalidad se había desprendido del chasis al estar compuesto preferentemente de madera. Los asientos desprendidos estaban diseminados por la ladera, los enseres que portaban los accidentados, aparecieron en un radio bastante grande en torno al lugar del siniestro. Luego fuimos sabiendo que la empresa propietaria del autocar se llamaba "Empresa Tejedor" que parece que tenía su sede en Castrillo de Don Juan y que era la empresa que diariamente recogía viajeros del Valle del Cerrato en línea hacia Palencia. De este hecho trágico, concluye Jesús Minguela Pascual, Torrescárcela y seguro que los pueblos adyacentes, quedó consternada durante muchos años. Aún es hoy y creo que no hay convecinos de las nuevas generaciones que no hayan oído hablar en sus casas del referido suceso…"
Fotografía publicada por los medios de comunicación de la época (del fotógrafo Rafael)
Hasta aquí la sencilla y sentida narración de Minguela, que seguro hará refrescar la memoria a muchos de nuestros lectores de Cuéllar y Comarca e incluso de Segovia y Valladolid, porque, aun y a pesar de los precarios medios de comunicación de aquella época, la noticia se reflejó suficientemente tanto en los diarios segovianos como vallisoletanos y palentinos. Elijo, como referencia de todos ellos, la noticia que apareció en el ABC el martes 18 de septiembre de 1956 (página 43):

UN AUTOCAR LLENO DE VIAJEROS SE PRECIPITÓ POR UN PROFUNDO BARRANCO ENTRE SEGOVIA Y VALLADOLID.
Valladolid 17. Entre los pueblos de Cogeces del Monte y Torrescárcela se ha producido un grave accidente de autocar que ha costado la vida a cuatro personas y en el que cincuenta más han resultado heridas de mayor o menor gravedad.
Un autocar que había salido de Palencia con viajeros para asistir a las fiestas en la ermita del Henar, al llegar a una pendiente se precipitó por un barranco de unos 500 metros de altura. El autocar quedó completamente destrozado y se desprendió el techo del mismo con lo que varios viajeros al salir despedidos se libraron de una muerte cierta.
Un grupo de heridos de menor gravedad se trasladó al pueblo de Torrescárcela desde donde pidió ayuda al Gobierno Civil de Valladolid.
De esta capital salieron el gobernador civil, presidente de la Diputación, delegado provincial de sanidad y el doctor Zapatero que con toda prontitud llegaron al lugar del suceso. La circunstancia de ser médicos los cuatro hizo que muchos de los heridos pudieran salvarse ya que tomaron toda clase de medidas. De la Residencia del Seguro de Enfermedad "Onésimo Redondo" salió para el lugar del accidente un equipo de ambulancia, así como de la Cruz Roja y Delegación Provincial de Sanidad y distintos equipos médicos. Alrededor de las tres de la tarde llegaron los primeros heridos a Valladolid que fueron internados en la residencia "Onésimo Redondo" del Seguro de Enfermedad, donde se habían preparado cinco quirófanos con otros tantos equipos de médicos y transfusiones y cincuenta camas.
Resultaron muertos en el accidente Pedro Ordejón de treinta y un años policía armada y de tráfico de la plantilla de Valladolid; Isabel Zamora Zamora, de cincuenta y tres años, casada vecina de Cubillas de Cerrato; un niño de seis años hijo de Gerardo Fernández y Elvira Alolza, vecinos de Cubillas de Cerrato (Palencia). En la residencia sanitaria "Onésimo Redondo" donde había ingresado gravemente herida, ha fallecido Secundina Torres Salazar, vecina de Cerrato (Palencia).
Heridos graves, Virgilia Ortega de cincuenta y dos años, casada, natural de Cubillas de Cerrato; Palomo Morato de cuatro; Gerardo Ovejón de setenta y nueve años, ambos de Cerrato; Marcela Sánchez de cincuenta y dos, casada; Rafael Calvo Sánchez de veintitrés, soltero, ambos de Cubillas de Esgueva; Elvira Alolza de treinta y dos, casada, madre del niño muerto; Gerardo Fernández, casado, padre del niño muerto ; Juan de la Fuente, de treinta, casado; Pedro Gozalo Ortega , de treinta y cinco casado, ambos de Esguevillas; Feliciano Sanz Cano, de cuarenta y cinco, casado, de Encinas de Esgueva; Julián Cervera, de sesenta y cinco, casado, de la misma localidad.
De pronóstico reservado, Filomena Hernández Escudero de cincuenta y tres años, casada; Adela Triviño, de sesenta, casada; María del Carmen de la Fuente, de veintitrés, soltera; Felisa Garrido de sesenta, casada, ambos de Cubillas de Cerrato; Santos Orvejón, de setenta, soltero, de Población de Cerrato.
Y menos graves y leves, los siguientes: Heliodoro Fernández González, Feliciano Sanz Cano, Visitación Molinero, Antonia Ortega Palomo, Florentino Ortega, Antonio Ortega Ortega, de seis años, Domiciano Ruiz, Amalia Torres, Esperanza Torres, Pedro Lazarón, Pedro Fuentes Arce, Mercedes Torres, Teresa Fernández, Teresa Sebastián, Alfonso Ozores Arranz, María Luisa Coloma, Vicente Simón, Adelaida Santiago, Ángela Simón, Celsa Ozores, Juliana Ozores, de tres años, Isaías Palomo, Julián Palomo, Edelina Palomo, Felicísimo Revilla, Anunciación Moratinos, Domitila Pozazal, Ángeles Orvejón, Águeda Orvejón, Apolonia Orvejón, Ángeles Odecha, Federico Rafael Calvo, Anastasia Sánchez, Jaime Rodríguez, Alfredo Medina, Epifanio Serrano, Felipe Valdivieso, Martina Tejerino, Aurora Ruiz, Pedro García y la niña de ocho años, Milagros Ozores.
El conductor, Francisco Armendáriz, de veintinueve años, natural de Linares del Arroyo (Segovia),resultó con heridas leves, así como su ayudante, Francisco Tejero de diez y nueve años.- Cifra.
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Segovia 17. (Crónica telefónica de nuestro corresponsal).
El gobernador Civil interino de la provincia, ha dirigido hoy a través de la prensa y de la "radio" locales, una felicitación a cuantas personas intervinieron en la prestación de auxilios a los heridos de accidente de automóvil ocurrido ayer por la mañana entre Torrescárcela y Cogeces, de la provincia de Valladolid, al caer por un terraplén de quinientos metros y volcar un autocar que desde Palencia se dirigía a la romería de la Virgen del Henar. Ha subrayado dicha autoridad el admirable comportamiento del vecindario de Cuéllar, a donde nada más ocurrir el trágico accidente, fueron llegando hasta cincuenta heridos, algunos de extrema gravedad, que quedaron instalados en el Hospital de Santa María Magdalena. Fueron practicadas más de un centenar de transfusiones de sangre, para cuya operación ofrecieron suya generosamente numerosos vecinos de Cuéllar.
También se facilitaron por dicho vecindario ropas de cama, mantas y otros enseres, así como todos los vehículos disponibles para el transporte de heridos y personal sanitario. Médicos, practicantes y Hermanas de la Caridad trabajaron incansablemente en la asistencia a las víctimas, secundados por el vecindario y autoridades de Cuéllar en admirable ejemplo de abnegado civismo, hasta el momento en que se dispuso el traslado de los heridos a Valladolid, después de realizada la primera cura.
De Segovia, al recibirse las primeras noticias del accidente, salieron para Cuéllar el gobernador civil interino, Sr. Díaz Miguel Moraleda; el teniente coronel de la Guardia Civil y el jefe provincial de Sanidad con personal médico y sanitario y tres ambulancias.
En el Santuario de la Virgen del Henar, por la tarde, durante la solemne y tradicional procesión de la romería, se rezaron preces por las víctimas de la catástrofe.- Mariano GRAU.
En términos semejantes, se hicieron eco, como decía más arriba, los diarios provinciales de Segovia, Valladolid y Palencia.
(Salvo el cartel referido sobre el fallecido Pedro Ordejón Ocasar, que yo sepa, ningún testigo conmemorativo se hizo en recuerdo de la tragedia y de sus afectados, aunque, eso sí, la retentiva colectiva, por el tremendo impacto recibido, aún lo mantenga en la memoria de las gentes de los pueblos afectados, a pesar de los cerca de sesenta años transcurridos.)

JUAN CARLOS LLORENTE MÍNGUEZ
Profesor emérito de Geografía e Historia.




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DOCUMENTO SOBRE EL REPARTO DE LAS OFRENDAS DE LOS FUNERALES ENTRE LOS FRAILES DE SAN FRANCISCO Y LOS CLÉRIGOS DE LA VILLA
1501, enero, 15. CUÉLLAR

Conçierto dentre el monasterio de San Francisco e la clerezía sobre la ofrenda de los difuntos que se enterraren en el dicho monesterio.


1r. En la villa de Cuéllar quinse días del mes de enero año del Señor de mill e quinientos e vno en presençia de nos Juan Velázques e Frncisco Aluares, escriuanos públicos en la dicha villa e escriuanos de los hechos de ella e de los testigos de yuso escriptos, estando en la casa del consistorio, que es en la plaça de la dicha villa, ayuntados los señores justiçia e rregidores e procuradores de la dicha villa e su tierra, conuiene a saber: el señor bachiller Juan de Lilio, alcalde, e Gil Sánches e Alonso Velásques e Pedro de Oyado e Rrodrigo de Vallejo, rregidores e Francisco Gómez e Gonzalo Rodríguez de Córdoua, procuradores del estado de los caualleros y escuderos e Pedro Sánches rregidor e Ferrán Nuñes, procurador e mayordomo e Juan Romo de Montemayor e Juan Criado de Chañe, procuradores e rregidores del estado de los onbres buenos pecheros que paresçieron ende presentes de la vna parte el rreuerendo y deuoto padre fray Antonio de Hontoria, guardián del monesterio de Sant Francisco extra muros de la dicha villa en nonbre del dicho conuento e de la otra parte Pedro Martínes, cura de Santa Marina e Alonso Martínez, cura de Sant Miguel, yglesias de la dicha villa e Pedro Sánches, cura que fue de Traspinedo, en nonbre de todos los clérigos de la dicha villa e sus arrauales e dixeron a los dichos señores que bien sabían commo seyendo guardián en el dicho monesterio el rreuerendo e deuoto padre fray Francisco de Çamora, con su acuerdo e consejo ellos avían hecho çierta yguala entre si çerca de la quenta de los funerales e después avía avido entre ellos çiertas diferençias, las quales agora están ygualadas entre sy, segund que más largamente por vna escriptura de yguala entre ellos fecha, su tenor de la qual es este que se sigue: En la villa de Cuéllar a ocho días del mes de enero año del nasçimiento de nuestro saluador ihesu christo de mill e quinientos e vn años en presençia de mi Juan de Santisteuan, notario apostólico e notario público en la dicha villa por la autoridad episcopal e de los testigos de yuso escriptos, estando los honrrados Gómez García e Pedro Martínez e Pedro Sánchex e Alonso Martínez, cura de Sant Miguel e Francisco García, capellán de su señoría e Juan Sánches, cura de Sant Sebastián e Antonio Bermúdez e Alonso López, cura de Santisteuan e Andrés González, cura de Arroyo, clérigos del cabildo de la dicha villa, en nonbre de los absentes clérigos curas e beneficiados en las yglesias de la dicha villa a canpana tañida, segúnd que lo han de vso e costunbre, dixeron que por quanto sobre çiertos debates e diferençias que entre los rreuerendos padres el guardián e frayles del monesterio de señor Sant Francisco extra muros desta villa, sobre rrazón de la quenta e funerales de los que murían y se enterrauan en el dicho monesterio, con el rreuerendo e deuoto padre fray Francisco de Çamora, guardián que a la sazón era en el dicho monesterio, en nonbre del conuento del dicho monesterio se avían echo çier


2v. to asiento çerca de las dichas cosas que los dichos clérigos curas e benefiçiados de las dichas yglesias avían de llevar por rrazón de la dicha quenta, la qual dicha concordia se hizo mediantes los señores justiçia e rregidores desta dicha villa e que por entonçes no se otorgó la escrptura dello e agora nosotros somos conuenidos e ygualados con el rreuerendo e deuoto padre fray Antonio de Hontoria, guardián del dicho monesterio de estar y quedar por el asiento e yguala, su tenor del qual es este que se sigue. 
Que por quanto en esta dicha villa es costunbre que por las personas que mueren hagan honrras e obsequias por tres días e algunas personas acostunbran lleuar ofrenda de pan e vino y carne y candelas e dinero todo junto elprimer día y non más e otros lleuan la dicha ofrenda en pan cozido todos los tres días, era la diferençia en que manera se avía de llevar la dicha quarta, fue asentado que todo el pan e vino e carne e dignero e candelas e de toda otra cosa qualquier que se traxere en el primer día de los tres, agora venga la carne biua agora muerta que de todo ello lleue el cura de la perrochia e benefiçiados della la quarta parte e si por ventura en los otros dos días después del primero le lleuare más ofrenda por el tal defunto que de la tal ofrenda lleue el cura perrochial e benefiçiados la quarta parte de lo que viniere en pan agora sea cozido agora en grano e no de otra cosa alguna. e otrosí que si acaso fuere que alguno hiziere más de los dos días segundo e terçero los treynta días passe commo los passados que es que non puedan lleuar sino del pan en grano o cozido. e otrosí que del anal que se truxere en todo el año el dicho cura e benefiçiados lleuen la quarta parte del dicho pan e çera e non de otra cosa, e que de toda la ofrenda que se truxere en el cabo del año o se diere al dicho monesterio en qualquier manera, el dicho cura e benefiçiados non lleuen parte alguna ni menos del dos anal si alguno lo hiziere.  e porque lo sobre dicho sea firme e se guarde entre ellos de aquí adelante hizieron tres escripturas en un tenor para cada una de las partes la suya y otra que quedasse en el arca del consistorio, las quales otorgaron los dichos frayles estando en su casa e los dichos clérigos estando allegados en su cabildo a canpana tañida segund que lo tienen de vso e de costunbre, e los señores del conçejo e justiçia e rregidores en su consistorio e casa de ayuntamiento e rrogaron a los escriuanos e notarios de yuso contenidos, las signasen de sus signos. por ende contentos de la dicha yguala dixeron que la aprobaban e tenían por buena de agora para sienpre jamás e se obligauan e obligaron por si e por sus bienes en nonbre del dicho su cabildo de non yr nin venir contra


3r ello nin contra parte dello en juyzio nin fuera del nin de se llamar lesos nin danificados en la dicha yguala e si en algund tienpo veniesen de echo contra ello que non fuesen oydos, antes pedían e suplicauan al señor obispo que agora es e al que fuere de aquí adelante o a su prouisor e vicario general que se la hagan conplir e tener e de commo lo dezían pidieron a mi el dicho notario ge lo diese signado e a los presentes que fuesen dello testigos Fernando de Cuéllar, sacristán, e Áluaro de Briuiesca e Ferrand Áluarez, vezino de Villoria; e yo el dicho Johan de Santisteuan notario público sobre dicho, presente fuy en vno con los dichos testigos al otorgamiento de lo sobre dicho e de rruego e otorgamiento del dicho rreuerendo padre fray Antonio de Hontoria, guardián del dicho monesterio, en nonbre del conuento e frayles del e de los  honrrados clérigos del dicho cabildo, de suso nonbrados, que están presentes por ei e por los absentes, que les pedían por merçed que aquello quisiesen aver por bueno e firme e valedero para sienpre jamás e luego los dichos señores, vista la dicha escriptura dixeron que la avían e ovieron por buena e les plazía de la guardar para sienpre e de commo pasó los dichos guardián el clérigos lo pidieron por testimonio e signado, e fueron testigos dello Garçia Despinosa e Juan Vázquez e Diego de Cuéllar e yo Françisco Áluares escryuano público en la villa de Cuéllar e de los fechos del conçejo della a la merçed del duque de Alburquerque, mi señor, fuy presente en vno con el dicho Juan Velázques, escryuano e con los dichos testygos e por rruego e otorgamiento de los sobre dichos esta carta fyçimos escreuyr e por ende fyse aquy este mio sygno en testymonio de verdad . Juan Áluares.
Transcripción: Julia María Montalvillo García.

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LA DESAPARECIDA IGLESIA DE SAN GIL: 
SOBRE EL SANTO TITULAR.


La iglesia de la parroquia de San Gil, arruinada y desaparecida en torno al último tercio del siglo XVII, parece ser que se ubicaba en lo que hoy se denomina Plazuela de San Gil, dentro de la ciudadela de la Villa de Cuéllar, próxima al arco llamado de la Judería. 





La primera cita documental del Archivo Parroquial, da la fecha de 1363. Era una parroquia más bien pobre y quizá por ello, en  1642 el Obispo de Segovia decretó su anexión a la próxima de San Martín. En 1667, el Obispado otorga provisión al párroco de San Martín y San Gil para que trasladara retablos, imágenes, pila bautismal y ornamentos a la de San Martín, porque la iglesia amenazaba ruina…Ningún documento escrito o pictórico nos hablan de cómo era el templo, aunque algunos historiadores, como Balbino Velasco, en su Historia de Cuéllar, presupone que fuera una iglesia más de las numerosas que se construyeron del  denominado románico de ladrillo. En el Archivo Parroquial la documentación parroquial de San Martín y San Gil, arranca en 1604 y termina en 1840; todos los beneficios de la iglesia de San Gil, por ejemplo las Tazmías, lo administraba la parroquia de San Martín, aún después de desaparecida físicamente la iglesia. La imagen del denominado Cristo de San Gil (s.XIV) que se venera actualmente en la iglesia de San Andrés, procede de la desamortizada iglesia de san Martín, que, a su vez, la recibió de la de San Gil, cuyo apelativo nos delata su origen. 




Pero ¿qué sabemos del Santo Titular…? Numerosas parroquias de la Edad Media, recibieron el nombre de éste santo cuya vida, desde diferentes fuentes, nos llega con la siguiente descripción que me parece una de las más completas de las publicadas y que ha sido redactada por la Parroquia de Motilla del Palancar, cuyo Patrón y titular es San Gil:

 San Gil Abad fue un abad benedictino y eremita de origen griego.



Los conocimientos que tenemos sobre su vida hacen que nos movamos entre leyendas de carácter piadosas y relatos basados en hechos e historias de carácter popular que se divulgaron entre las regiones y países que frecuentó. No está claro cuál es el significado de su nombre, tal vez el más aceptado es el de “ protector “: San Gil o Egidio del latín “ el protector o defendido “; o de origen griego “Aighido “ que significa “ hijo de Egeo”. Nació en Atenas en el año 640 y murió el 1 de septiembre de un año en el que las fuentes consultadas no se ponen de acuerdo pues se habla del 720, 721 o incluso hay quien retrasa su muerte hasta el año 725.De familia acomodada – algunos lo relacionan como descendiente de sangre real -, fue educado en las letras humanas. Escritor, maestro y brillante estudioso de la ciencia del momento. Al morir sus padres – Teodoro y Pelagia -, siendo aún muy joven, se sintió atraído por la doctrina de Jesús, por lo que según se dice se deshizo de todo su patrimonio y repartió sus bienes entre los necesitados, recibiendo a cambio el don de hacer milagros (calmó tempestades, curó enfermos y realizó otros prodigios como provocar una lluvia de rosas). Rápidamente se extendió su fama por toda Grecia, y las gentes se dirigían a él como "el santo". Abrumado por la popularidad emigró a Francia. Allí se estableció al borde de la Camarga, cerca de Arlés en el sur de Francia, siendo discípulo de Cesáreo arzobispo de Arlés. Allí fundó un monasterio benedictino, siendo él su primer abad, por lo que recibió el nombre de St.Gilles. Con el paso del tiempo se vio nuevamente desbordado por la popularidad... “ Puesto que los hombres se obstinan, en rodearme de respeto, iré a vivir entre las fieras “, comentó, por ello atravesó el río Ródano y en una de sus riveras se encontró un santo ermitaño llamado Veredimo con el que permaneció algún tiempo. Por último, se retiró como eremita en una cueva de un frondoso bosque de la Provenza francesa, donde según se describe no había nada qué comer. Moviéndonos ya en el terreno de la leyenda, se dice que diariamente una cierva lo alimentaba de leche. Se le atribuye un buen número de milagros, y el sentimiento religioso del medievo, hizo que fuera conocido como abogado de los pecadores – por haber ayudado en la conversión del rey Carlos -, protector de los pobres, tullidos, arqueros – al haber sido herido por una flecha -, abogado del miedo y defensor contra las enfermedades del cáncer y la epilepsia, llamada “ mal de San Gil “.Como ya hemos comentado, el año de su muerte no está confirmado, pero sí que fue sepultado en la iglesia conventual de St.Gilles. Su sepulcro se ha conservado, y durante la Edad Media se convirtió en un lugar famoso de peregrinación, ya que estaba situado en el trayecto del Camino de Santiago. Las reliquias de San Gil o Egidio se encuentran en la actualidad en su mayor parte en St-Sernin de Toulouse. También en los países de lengua alemana Egidio fue un santo muy venerado, por lo que muchas de las ciudades alemanas hacen referencia a él: St. Gilden, Gilldenberg, St.Ilgen, St.Ägyd...Se le considera como uno de los “catorce santos auxiliares “. En el calendario Romano reformado en 1969 ya no lo menciona. Es representado como un anacoreta en una cueva, con una cierva o como abad benedictino con báculo, cierva, libro, flecha clavada en el brazo, lirio, perros, y un mensaje celeste en una filacteria por haber descubierto un pecado oculto del Rey Carlos y hacérselo confesar. Su leyenda es la siguiente: ya en su retiro en una cercana cueva al río Ródano, era visitado diariamente por una cierva que lo alimentaba con su leche. Cierto día en una cacería organizada por el rey Childeberto, entonces rey de Francia, los perros acosaron a la cierva, y ésta se metió en la gruta de San Gil, donde misteriosamente los perros no pudieron acceder al estar cercado de árboles y malezas. Sorprendidos los arqueros lanzaron flechas al interior de la cueva y una de las cuales hirió al ermitaño en el rostro. Otros relatos afirman que fue herido en una mano o en el brazo. Al ser hallado desangrándose, el rey quedó tan impresionado por el suceso que dijo: “Si este hombre es capaz de exponer su vida por salvar la de un animal, ¿qué no hará por la salvación de los hombres?“. Para reparar su culpa, se personó en el lugar y le ofreció dinero y toda clase de bienes pero San Gil no aceptó, pidiéndole a cambio que construyera un monasterio en ese lugar. El rey aceptó la propuesta y edificó un monasterio. Así surgió St. Gilles, donde murió. También se cuenta otra leyenda del siglo VIII en la que, San Gil, abad benedictino, atravesó el Pirineo y se estableció en el Valle de Nuria, término de Caralps (Ripollés) para evangelizar y cristianizar a los pastores. Eran convocados al son de una campana y los alimentaba cocinando en una olla. Perseguido por el rey Witiza tuvo que regresar a Francia. En la actualidad se celebra en Nuria la Fiesta de los Pastores. Se sigue venerando la gruta milagrosa donde vivió San Gil, y cada 1 de septiembre los pastores de la comarca se concentran para celebrar el día del patrón. Hacen una concentración de ganado – ovejas, cabras, corderos, vacas, bueyes... – y durante la misa celebrada por el obispo de la Seu, ofrecen los productos típicos del oficio: leche, quesos, cuajadas.. .San Gil además de ser el patrón de Motilla del Palancar, es el de Carintia, Estiria, Nuremberg, Osnabrück... Es el patrón de los cazadores, de los pastores, de los tratantes de caballos, de mendigos, abandonados, leprosos, de madres lactantes, favorecedor de la fertilidad, y apaciguador de tormentas, fuegos y sequías.

Pero, ante la posibilidad de que éste no fuera el santo titular de la desaparecida parroquia e iglesia cuellarana (posibilidad sugerida desde unos datos sueltos en medios de la red de Facebook), debemos analizar la posibilidad de que se tratara de otro santo con el mismo apelativo, y por ello ver las posibilidades de que fuera un Santo Leonés, cuya referencia biográfica que encuentro como más completa es la siguiente:

 Gil de Casaio (Bierzo?, ca. 1170 - Casaio, Carballeda de Valdeorras, ca. 1250).
"No se sabe donde nació, aunque tradicionalmente, se dice que éste fue un monje benedictino, abad de San Martín de Castañeda. Se retiró a una ermita donde murió. Es venerado como SANTO por la Iglesia en la comarca del BIERZO, hacia 1170, pero podría ser en algún otro lugar Galicia o incluso de Castilla. Monje benedictino o cisterciense en el monasterio de Santa María de Carracedo (Bierzo), fue al monasterio de (Galende, Zamora), que restauró y del cual fue ABAD. De todas maneras, tampoco hay pruebas documentales de que fuese realmente el abad. Buscando la soledad para hacer oración , se retiró con otro monje, Pedro Fresme, en el priorato de Santa Cruz de Casaio (Carballeda de Valdeorras), no muy lejos de Castañeda, pero ya en la comarca de Valdeorras, en Galícia, donde hizo de rector del pueblo.Marcharon después a hacer vida eremítica a Casaio (también en el municipio de Carballeda de Valdeorras, en el valle de Valdeorras), donde cada uno de los dos monjes viven en una ermita. Cuando Gil murió, a mediados del siglo XIII, el otro monje lo enterró en la misma ermita.
Sobre la ermita se edificó una iglesia, que se convirtió en lugar de peregrinaje, con romerías el 1 de septiembre. Tiene mucha devoción en la comarca de Valdeorras y en otras partes de Galicia. Se estableció una cofradía de San Gil en Casaio, a quien el papa Benedicto XIV concedió en 1746 indulgencias para los que visitasen la ermita.
No se conoce el día de la muerte; se eligió como festividad el 1 de septiembre porque ese mismo día se conmemora la festividad de San Gil. La coincidencia y la ignorancia hizo que se mezclasen elementos, y que el santo de Casaio fuese representado, como el occitano, con una diana al lado".

Se insinuaba también en el citado suelto en las redes sociales, que el santo titular podría haber sido el Beato Gil de Vaozéla, cuya biografía pertinente podría ser la siguiente:

En Santarem, en Portugal, beato Gil de Vaozéla, presbítero, que como profesor de medicina en París se entregó a una vida disoluta, pero, una vez convertido, ingresó en la Orden de Predicadores, en la que se esforzó en rechazar, con lágrimas, oración y sacrificios, todas las tentaciones.

Nació en Vaozela (diócesis de Viseo, Portugal), siendo su padre el noble Rodrigo Pelagio Valladares, que al ser un segundón lo dedicó a la carrera eclesiástica. Gil estudió en Coimbra, donde se distinguió mucho por su brillante inteligencia. El rey le concedió una canonjía y otros beneficios. Pero el joven se interesaba más por las ciencias experimentales que por la teología y decidió estudiar medicina en París. Poco después de emprender el viaje, le alcanzó por el camino un forastero (el beato pensaba más tarde que era el demonio en persona), quien le invitó a ir a Toledo en vez de proseguir el viaje a Francia. Gil se quedó, pues, en Toledo, donde no sólo estudió alquimia y física, sino que se interesó también por la nigromancia. Según parece, se entregó ahí a todos los vicios y llegó incluso a hacer un pacto con el diablo, firmado con su propia sangre. Siete años después, pasó a París, donde practicó la medicina con gran éxito. Allí conoció a santo Domingo de Guzmán y su ejemplo hizo que la voz de su conciencia empezó, por fin, a hacerse oír. Una noche Gil tuvo un sueño en el que un espectro gigantesco le gritó: « ¡Cambia de vida!» « ¡Cambiaré de vida!», exclamó Gil al despertar. Y cumplió su palabra, ya que al punto quemó los libros de magia, destruyó los frascos de ungüentos y emprendió, a pie, el viaje a Portugal.
Con los pies ensangrentados y medio muerto de fatiga, llegó al fin a la ciudad de Valencia, donde los dominicos le recibieron hospitalariamente. Gil aprovechó la ocasión para confesarse. Poco después, tomó el hábito. El resto de su vida fue de lo más edificante. Naturalmente, no le faltaron ataques del demonio y el recuerdo del pacto que había hecho con él le hacía temer mucho por su salvación; pero, con la gracia de Dios, perseveró en la oración y la mortificación. Siete años después, tuvo una visión en la que Nuestra Señora le devolvió el pacto que había firmado con su sangre y, a partir de entonces, vivió en paz. Poco después de su profesión, los superiores le enviaron a la ciudad portuguesa de Santarem. 
Más tarde, estuvo en un convento de París, donde se hizo muy amigo del beato Humberto de Romans, futuro maestro general de la Orden de Predicadores. Tuvo una gran familiaridad con el beato Jordán de Sajonia siendo ya Maestro de la Orden. De él habla abundantemente fray Gerardo de Frachet en “Las Vidas de los frailes”
Vuelto a su patria se dedicó a la predicación con gran asiduidad, llevando una vida ejemplar con lo que atrajo a muchos, especialmente a los más descarriados, al camino de la salvación, donde llegó a ser provincial de Coimbra y Santarem. Fue prior provincial de la provincia de España dos veces entre los años 1233-1249. Fue un fraile de eximia santidad, autoridad y gran formación intelectual. Dios le favoreció con frecuentes éxtasis y con el don de profecía. Al momento de su muerte en el convento de Santarem, pidió ser revestido de cilicio y puesto sobre el pavimento y así dirigió a los frailes palabras de mucho consuelo. Sus reliquias se encuentran hoy en San Martino do Porto, cerca de Lisboa, en una casa particular. Su culto fue aprobado en 1748.


La posibilidad de que sea el Beato Gil de Vaozèla parece la más remota, porque no fue beatificado hasta el siglo XVIII, y por tanto, la consiguiente veneración como santo no se podía hacer práctica. El hecho de que la iglesia de san Gil de Cuéllar estuviera situada cerca del barrio de la judería no avala la insinuada pretensión de que tuviera que ver con prácticas de alquimia y ciencias semejantes que atañen a los judíos, más por las leyendas de voluntad difamadora que pesaban sobre ellos que por una objetiva visión  de su cultura y religión.
Poco posible sería que una repoblación leonesa, que no se puede documentar en estas tierras en las que se registran poblaciones venidas de la primitiva Castilla, de la Rioja o de Navarra, en la ocupación de lo que fue la Extremadura Castellana (Soria, Segovia y Ávila) nos llevara a concluir que el San Gil de Cuéllar fuera el San Gil del Bierzo.
Considero por estas razones, que el San Gil de la parroquia cuellarana, era el tradicional San Gil Abad o Egidio, cuya devoción se detecta en Castilla y León y el resto de España desde el siglo XII, plasmada en numerosas parroquias como San Gil de Burgos, de Sevilla, de Zaragoza, de Segovia (desaparecida), de Zamora, de Granada, de Guadalajara…por citar unas pocas entre muchas más….
Juan Carlos Llorente Mínguez


FUENTES CONSULTADAS

BALBINO VELASCO BAYÓN, HISTORIA DE CUÉLLAR, Gráficas Andrés Martín Valladolid 1981.
UBIETO ARTETA, COLECCIÓN DIPLOMÁTICA DE CUÉLLAR, Segovia 1961. Diputación Provincial.
JUAN FERRANDO ROIG, ICONOGRAFÍA DE LOS SANTOS, Ediciones Omega Barcelona 1950.
JUAN ALONSO VALCARCE
 Memorias para la historia de San Gil de Casayo, monje cisterciense del Real Monasterio de Ntra. Sra. de Carracedo, abad del Real Monasterio de San Martín de Castañeda, anacoreta en el Valle de Casayo.  
JOAQUÍN  LORENZO VILLA
Año cristiano de España, Madrid, imprenta Real, 1793 "San Gil de Casayo.  
CRISTINA HUETE GARCIA, HAGIOPEDIA, EN FACEBOOK.



CASAS BLASONADAS EN LA VILLA DE CUÉLLAR.
El insigne segoviano, el Marqués de Lozoya, exponía, en palabras que recoge el eminente heraldista Alfonso de Ceballos Escalera y Gila, Marqués de la Floresta en su obra "Armorial de Segovia", las siguientes consideraciones:
" La Heráldica debiera figurar entre las "Bellas Artes". Los blasones pintados en alfarjes, esculpidos en piedra o forjados en hierro, son el decoro y el prestigio de los viejos recintos urbanos esparcidos por toda España. Los blasones ennoblecen el caserío y son, al cabo, poesía y belleza. En mi larga vida he visto desaparecer no solamente a los habitantes de las casas blasonadas, sino también el derribo o el derrumbamiento de estas mismas casas que los fundadores pensaban que serían cabeza de su linaje "hasta el Juicio Final". He visto también cómo se quedaban cerrados y desiertos palacios que vi en todo su esplendor. Destinados a diversos usos, vieron desaparecer tapices y retratos familiares, arañas y cornucopias doradas. Pero, único testimonio de los fastos de antaño, queda el blasón, la piedra heráldica".
Bellas consideraciones las de don Juan de Contreras que nos pone en contacto con una necesaria atención sobre lo que nos queda de aquellos caserones de tanta historia y de gran interés, casi siempre, arquitectónico.
En Cuéllar se han perdido un número indeterminado de estas casonas bastantes de ellas durante el siglo pasado, cuando una mal interpretada prosperidad conllevaba el derribo de "lo viejo" por nuevas construcciones de ladrillo y cemento que se presentaban como signo de prosperidad. Pero, aún, un singular conjunto de ellas, si bien no todas en buen estado, lucen como testigos de un rico pasado constructivo embellecido por galanas piezas heráldicas.
El elenco de las casas blasonadas que han llegado hasta la actualidad aparecen a veces de forma aislada o esporádica, para agruparse en otras ocasiones en señaladas calles del casco viejo. Para enumerarlas tomo como base el nombre de las calles por orden alfabético:
CALLE CARCHENA.
- La casa número 6 está blasonada en la clave del portalón de dovelas. Las armas son "engolado de cabezas de jabalí , en el "jefe" una torre y "en punta" un oso o un jabalí"; armas de familia desconocida, pero quizá de los de la Torre y los del Puerco.
- En el Centro Cultural Carche-Casa joven, en el zaguán hay dos escudos que pertenecieron a la casa de Don Martín López de Hinestrosa-Córdoba y de Doña Isabel de Zuazo, los dos enterrados en los sepulcros mudéjares de San Esteban, cuya casa de la calle de los Herreros fue derribada para construir el Cine de la Muralla. el de Don Martín presenta cinco leones puestos en aspa, el de Doña Isabel, la de las bulas de san Esteban, es un escudo cuartelado, primero y cuarto tres banderas, segundo y tercero, dos lobos pasantes puestos en palo.
CALLE DEL COLEGIO
- En el número 8, un escudo en la clave de un portalón de arco de medio punto; las armas son eclesiásticas, con las llaves de San Pedro superadas en el centro por una corona ducal.





- En el llamado Palacio de Pedro I el Cruel, o el Justiciero, Casa solariega de los Velázquez de Cuéllar, sobre las arquivoltas románicas ostenta tres escudetes siendo el del centro el de los Velázquez de Cuéllar: "trece roeles (o bezantes)"; el situado a su derecha, es el de los Velasco, Condestables de Castilla, atravesado por un palo, por no ser de línea directa en la posesión del título; el situado a su izquierda tiene por armas cinco flores de lis puestas en sotuer; en los capiteles de la citada puerta, también hay figuras heráldicas: en el de la izquierda un sol, una luna y un trébol de cinco hojas, y en el de la derecha un águila exployada.
CALLE DEL DUQUE DE ALBURQUERQUE
En la fachada de las llamadas "paneras del Duque, un escudo que se repite en la fachada de la Casa, en la Calle de la Solana alta :
escudo cuartelado bajo corona ducal y arropado por manto de grande de España, abrazado por la cruz de la orden de Santiago; en el primer cuartel, las armas del condado de Siruela, en el segundo las armas de Enríquez de Navarra, en el tercero las armas de Espínola y en el cuarto las armas de Guzmán; en el escusón (centro del escudo) las armas de los Cueva. El escudo está abrazado por el collar de la orden de Carlos III, y acompañan símbolos de tropa: tambores, cañones y lanzas.
El escudo fue mandado colocar por XIII Duque, Don Miguel de la Cueva, entre los años de 1788 y 1790.
CALLE DEL PALACIO
En el edificio que fue Estudio de Gramática y desde principios del siglo XX Cárcel, hay un escudo desubicado de su lugar con armas de los Toledo: ocho puntos de azur(azul) equiparados a otros ocho de plata, correspondiente a las armas de la esposa del segundo Duque de Alburquerque , doña Francisca de Toledo
CALLE DE LOS HORNOS
- En el edificio número 20, un escudo en el dintel cuartelado, primero y cuarto, cruces como las de Calatrava, y el segundo y tercer cuartel están picados aunque se adivinan dos leones rampantes. Es posible que fueran las armas de los Ruiz y Silva, que tuvieron su casa solariega en la calle de Segovia.





- Justo en frente, en la fachada lateral del actual Palacio de Justicia, sobre portalón de dovelas, hay un escude totalmente picado y que pudo responder a las armas de los Rojas, pues este gran edificio fue su casa solariega.
CALLE DE SAN ANDRÉS
- en el número 40, actual restaurante de san Basilio, en la fachada
de lo que fue aquel monasterio, hay un escudo con las armas de los Cueva, desubicado de su origen que al parecer era el claustro desaparecido de aquel convento.


CALLE DE SAN PEDRO
- En la vivienda número 8, dos escudos a los lados de la puerta adovelada. El de la derecha es el de los Herrera: dos calderas con cabezas de sierpes en las asas y por orla, once calderas más pequeñas. El de la izquierda lleva armas de los Daza: "una cruz hueca y floreteada, cargada de cinco veneras, cantonada de cuatro calderas con tres cabezas de sierpe cada asa".
- En el número 12, un escudo (quizá movido de su lugar original: partido con armas de los Corral de Arellano a la izquierda:" en campo partido, dos flores de lis y en punta otra flor de lis; en el capo de la derecha las armas de los Águila y de los Velázquez".
- En el número 16, un escudo esculpido en el dintel: una "bicha" con rostro de Solís, abraza las armas de un partido de Águila traspasada de palo y bajo ella flores de lis, y de ortigas sobre ondas marinas (Vivero-Ortigueira).
En la misma vivienda, un escudo nuevo con las armas de "Iglesias" cuya leyenda reza: "a pesar de todo venceremos a los moros".



 


- Justo en frente, en el número 17, a los lados fachada de arco apuntado, dos escudos; el de la derecha es de los Hinestrosa-Córdoba, pero la disposición de los leones está contrariada; 



 


el de la izquierda ostenta las armas de los Velázquez del Puerco: trece roeles y por orla ocho cruces; debajo de los roeles un puerco orlado por ocho medias lunas".


- En el dintel de la puerta del actual Palacio de Justicia, en la llamada Casa de las Bolas, hay un escudo "picado", cuyas desaparecidas armas serían las de los Rojas: "cinco estrellas de ocho puntas de oro en campo de azur (azul). (Continuará)
CALLE DE SANTA CRUZ
- En el llamado Palacio de Santa Cruz, a los lados del portalón adintelado, se exhiben dos escudos, siendo el de la derecha el de las armas del Marquesado de Cadrehita, que incluye las propias de "Torre", "Afán de Ribera" y Enríquez, y otras…; el de la izquierda es el de los Cueva, tan profuso en la Villa.
- En la fachada de servidumbre del Palacio, que recorre toda la calle de Santa Cruz, a la altura de la actual cafetería Dori, dos escudos desubicados de su lugar de procedencia, presentan las armas del Concejo ( cabeza de caballo cortada hasta el pecho), y las armas de "Girón" escudo cortado, el jefe partido de Castilla y León y en punta tres girones. Estos dos escudos estaban sobre la puerta de la antigua Alhóndiga en el Mercado del Pan; un tercero con armas de los Cueva está custodiado en dependencias municipales.
CALLE DE LA SERRANILLA
Un escudo timbrado de corona ducal amparando al emblema Jesús, Hombre, Salvador, orlado por el cordón de los franciscanos.
CALLE DE SANTA MARINA
- En el inmueble número 3, sobre portada de dovelas, un escudo con las armas del Concejo (esta casa tendría algún destino municipal).
CALLE DE SEGOVIA
- En el número 7, un escudo-dintel partido con las armas de los Velázquez de Cuéllar y dos lobos pasantes puestos en palo que pueden ser de los Maldonado o de los Ayala.
- Cercana, En la misma acera se ubica la Casa-palacio de los Herrera, que luce dos escudos; el de la izquierda , bajo capelo eclesial, un abanderado que sostiene y recuerda el estandarte que concedió Carlos I a Alonso Ruiz de Herrera en 1523 por haber hecho preso a un general francés, al que arrebató el estandarte en las batallas de la Cuenca de Pamplona; debajo, el escudo es un partido con la cruz de los Ruiz y los trece roeles de los Velázquez de Cuéllar. El escudo de la derecha presenta un cuartelado: el primer cuarto es de Ruiz, el segundo de Herrera, el tercero es Velázquez y el cuarto es un moral sobre ondas que es de "Morales".
- En el número 19, en la cave del arco hay un escudo de los "Águila" y por bordura ocho escudetes; por cima, otro escudo con las armas de los Girón, que en su día estuvo colocado en una casa vecina, (aún se aprecia color en el castillo de primer cuarto superior).
CALLE DE LA TRINIDAD
- En el número 1, tres escudos bajo cimeras emplumadas muestransus armas picadas, pero se distinguen algunas de ellas: en el escudo de la derecha las armas de los Hinestrosa-Córdoba, en el del centro tres flores de lis con los cinco leones de los Hinestrosa-Córdoba y en el de la derecha , los roeles de los Velázquez de Cuéllar.
- En un inmueble de la misma acera, en una portada adintelada, hay un escudo con las armas picadas, pero en el que aún se distinguen las conocidas armas del Concejo; a esta casa se la denominaba desde antiguo la Casa Grande, y fue en su día del Ayuntamiento.
CALLE DEL ARCO DE SANTIAGO
- En el número 11, en una casa de notable antigüedad, un escudo de los Cueva; la casa sería propiedad de los Duques para servicio de los "cargos" de su Casa.
PLAZA DEL CAMPO
- En una gran casa de corte renacentista, hay dos escudos, en el de la izquierda se adivinan las armas de los Castro, seis roeles o bezantes, las de los Águila, el tercero y el cuarto cuartel apenas se pueden identificar; en el escudo de la derecha hay armas de Bazán (escaques blancos y negros), de los Águila y Herrera, sin que pueda identificar las del último cuartel.
PLAZA MAYOR
- en el edificio de la Casa Consistorial, un escudo, como no podía ser menos, con las armas del Concejo, señalando que el caballo representado está contrariado, es decir, mira a nuestra derecha cuando debiera mirar a la izquierda como determinan las normas de la Heráldica.
PLAZA DE SAN GIL
- En la casa número 9, donde estuvo ubicado el Hospital de las Llagas o de la Cruz, había un escudo y una lápida fundacional que fueron vendidos en el pasado siglo, dándose por desaparecidos, aunque sospecho que el escudo de los Daza, de armas ya descritas y que conocemos por documento gráfico, es el que está en la fachada del Mesón de Cándido en Segovia, en la calle Emperador Teodosio.
En la misma fachada de lo que fue Hospital, adosada a la muralla de la ciudadela, hay un escudo-dintel con las armas de don Agustín Daza que da cuenta también de algunas de sus fundaciones. El escudo está bajo capelo eclesial.
PLAZUELA DE SANTO TOMÉ.
En la casa donde, según reza una lápida de principios del siglo XX, residió el poeta Espronceda durante su obligado alejamiento de la Corte, hay un escudo de armas sin identificar, aunque pudieran ser eclesiásticas: una cruz en aspa (San Andrés) y de bordura cuatro veneras o conchas.
PLAZUELA DEL ESTUDIO
- En lo que fue fundación de don Gómez González en el siglo XV, el noble caserón que albergó el Estudio de Gramática, sobre su puerta, desfigurada por obras posteriores, hay tres escudos, el superior es el de los Cueva, y los dos, debajo y a sus lados, son los del fundador: seis cruces conformadas por luneles y en el escusón (centro) una cruz más de luneles con cruz incluida de brazos iguales; por orla ocho luneles.
Por supuesto, son muchas piezas heráldicas más, las que conforman el total de las mismas en la Villa que suman unas trescientas; he hecho mención de las que podemos ver dispersas por el caserío y que muchas veces pasan desapercibidas para vecinos y visitantes y que debieran ponerse en valor. Tengo que hacer referencia a las que también están ahí presentes en las fachadas de los edificios religiosos, en las murallas, en las fuentes y en el propio Castillo que no son objeto de este trabajo.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
Balbino Velasco: " Cuéllar, Reportaje gráfico de su historia", Gráficas Martín, Valladolid, 1972.
Balbino Belasco: " Historia de Cuéllar". Gráficas Andrés Martín, Valladolid, 1981.
Escalera y Gila: "Armorial de Segovia", Segovia, 1986.
Olmedo Álvarez Julio: "Heráldica", Perea Ediciones, Madrid,1989.
González-Doria Fernando: "Diccionario enciclopédico de los Reinos de España", Madrid,1987.
Larios Martín Jesús:: "Nobiliario de Segovia", Segovia 1956-67.
Schnieper Campos Jacques: Armorial de apellidos españoles", Auryn Ediciones, Madrid, 1999.
Juan Carlos Llorente Mínguez




TRANSCRIPCIÓN DEL DOCUMENTO
Archivo del convento de Santa Clara de Cuéllar (A.C.S.C.C.)

1527, marzo, 7. Cuéllar

 


En la villa de Cuéllar a siete días del mes de março año del nasçimiento de nuestro señor e salvador ihesu christo de mill e quinientos e veynte e siete años ante el señor bachiller Pedro de Çeballos, teniente de corregidor en la dicha villa de Cuéllar e su tierra por el señor dottor Garçia Rrodríguez de Herrera, corregidor en la dicha villa de Cuéllar por el duque nuestro señor, que estaba oyendo e librando pleitos en el avdiençia e lugar e ora acostunbrado y en presençia de mi Garçia de Lezcano, escribano público en la dicha villa de Cuéllar a la merçed del muy yllustre señor don Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque, conde de Ledesma e de Huema, etc., e mi señor, e ante los testigos de yuso escritos paresçió y presente Pero Vermúdez, vezino de la Caveçuela, lugar de la villa de Sepúlveda, ansi como testamentario de Mari Vermúdez, vezina que fue del lugar de Hontalvilla e presentó un testamento sinado de mi el presente escribano y un codeçillio sinado de Francisco Beltrán, vezino del dicho lugar de Hontalvilla e ansi mesmo presentó a Juan de Bartolomé e a Frutos Herrero e a Frutos Sacristán e a Juan Martín e a Pero Benito, vezinos del dicho lugar de Hontalvilla que estaban presentes que fueron testigos del dicho otorgamiento del dicho codecillio e pidió al dicho señor teniente que rresçiba de ellos juramento en forma devida de derecho e so cargo del juramento que ansi hizieren sean preguntados acerca de lo que se contiene en el dicho codeçillio e lo que dixeren e declararen se lo mande dar en pública forma rreduçiendo el dicho codeçillio poniendo en ello su abtoridad e decreto judicial e que lo pide ansi por testimonio para en guarda de su derecho. E luego el dicho señor teniente tomó e rresçibió juramento en forma devida de derecho de los dichos Juan de Bartolomé e Frutos Herrero e Frutos Sacristán e Juan Martín e Pero Benito sobre la señal de la cruz donde cada uno de ellos pusieron sus manos derechas corporalmente diziendo que juraban a Dios e a Santa María e a la señal de la cruz donde avían puesto sus manos derechas e a las palabras de los santos quatro ebanxelios do quier que más largamente están escritos que, como buenos e fieles e verdaderos cristianos, que dirán e declararán la verdad acerca de lo que se contiene en el dicho codeçillio y echada la confusión del juramento dixo cada uno de ellos si juro e amén, testigos que les vieron jurar Diego Çorrilla e Pero Álvarez e Juan de Sant Rromán, escrivanos públicos en la dicha villa de Cuéllar, e seyendo leydo e publicado por mi el dicho escrivano el dicho testamento e ansi mesmo seyéndoles leydo por mi el dicho escrivano el dicho codeçillio a los dichos testigos de suso nonbrados e jurados e seyendo preguntados por el dicho señor teniente so cargo del juramento que tenían echo acerca de lo que se contiene en el dicho codeçillio e conforme a ello lo que dixeron e declararon cada uno de ellos por si es lo siguiente
(Al margen) testigo. El dicho Juan de Bartolomé, testigo jurado, e siendo preguntado por el dicho señor teniente conforme a lo que se contiene en el dicho codeçillo e dixo que este testigo se alló presente al tienpo que la dicha Mari Vermúdez otorgó el dicho codeçillio e que le otorgó segund e como se contiene en el dicho codeçillio e que estaba en su buen juizio natural quando le otorgó, que le otorgó antes Francisco Beltrán, el qual escribió el dicho codeçillio e que esto es la verdad para el juramento que hizo, e no firmó porque dixo que no sabía firmar.
(Al margen) testigo. Frutos Herrero, testigo jurado, e seyendo preguntado por el dicho señor teniente conforme a lo que se contiene en el dicho codeçillio dixo que al tiempo que la dicha Mari Vermúdez otorgó el dicho codeçillio que este testigo se halló presente al tienpo que le otorgó e que le otorgó segund e como se contiene en el dicho codeçillio e que estaa en su buen juizio natural quando le otorgó ante el dicho Francisco Beltrán, el qual le escribió e que esto es la verdad para el juramento que hizo e no firmó porque dixo que no savía firmar.
(Al margen) testigo. El dicho Frutos Sacristán, testigo jurado, e seyendo preguntado por el dicho señor teniente conforma a loque se contiene en el dicho codeçillio dixo que este testigo se alló presente al tienpo que la dicha Mari Vermúdez otorgó el dicho codeçillio e que le otorgó segund e como se contiene en el dicho codeçillio e que estaba en su buen juizio natural quando le otorgó ante el dicho Francisco Beltrán e que esto es la verdad para el juramento que hizo e no firmó porque dixo que no savía escrevir.
(Al margen) testigo. El dicho Juan Martín, testigo jurado e seyendo preguntado por el dicho señor teniente conforme a loque se contiene en el dicho codeçillio dixo que este testigo se alló presente al tiempo que otorgó la dicha Mari Vermúdez el dicho codeçillio e que le otorgó segund e como en él se contiene, ante Francisco Beltrán e que estaba en juizio natural quando le otorgó segund e como en él se contien ante Francisco Beltrán e que esto es verdad para el juramento que hizo e que esto es verdad ara el juramento que hizo e no firmó porque dixo que nos savía escrevir.
(Al margen) testigo. El dicho Pedro Benito, testigo e seyendo preguntado por el dicho señor teniente conforme a lo que se contiene en el dicho codeçillio dixo que este dicho testigó se alló presente al tiempo que otorgó la dicha Mari Vermúdez el dicho codeçillio, que estaba en su buen juizio natural quando le otorgó e que le otorgó ante Francisco Beltrán e que esto es la verdad para el juramento que tiene hecho e no firmó porque dixo que no savía firmar.
E luego el dicho señor teniente dixo que visto el pedimiento y testamento e codeçillio e juramento e declaración de los dichos testigos que avía e obo por publicado el dicho testamento y el codeçillio por rreduzido e que mandava e mandó a mi, el presente escrivano, que sacase un traslado o dos o más, los que menester fueren, en linpio del dicho testamento e codeçillio originales e los diese sinados de mi sino en pública forma al dicho Pero Vermúdez, como testamentario, o a otras qualesquier personas que les pertenesçiese para en guarda de su derecho y a los legatarios el traslado en el qual dicho testamento o testamentos o codeçillio o codeçillios que yo ansí diese sinados de mi sino dixo que interponía e ynterpusoo su abtoridad e decreto judiçian, tanto quanto podía e devía de derecho para que fagan fe ante qualquier juez que paresçieren y el dicho Pero Vermúdez pidiolo ansí por testimonio, testigos Diego Çorrila e Pero Álvarez e Juan de Sant Rromán, escrivanos públicos de la dicha villa, su tenor del qual dicho testamento e codeçillio es uno en pos de otro, de berbum a verbun es lo siguiente
Yn dey nomine amen. Sepan quantos esta carta de ynstrumento de testamento vieren como yo, Mari Vermúdez, muger que fui de Pedro de Xaramillo, vezina del lugar de Hontalvilla, lugr e jurediçión de la villa de Cuéllar,  otorgo e conozco por esta presente carta, estando sana de mi cuerpo y estando en mi buen juizio natural tal que a Dios Nuestro Señor Ihesu Christo le plugo de me lo dar e temiendo la muerte que todo fiel cristiano deve temer creyendo firmemente en la Santa Trinidad que es Padre e Hijo y Espíritu Santo que son tres personas e un solo Dios verdadero, hordeno este mi testamento e postrimera voluntad a servicio de Dios, mi Señor Ihesu Christo e de la bienaventurada virgen gloriosa Santa María, su madre, a la qual tomo por mi abogada con toda la corte celestial e quiera alcançar que su hijo Ihesu Christo aya misericordia e piedad de mi ánima quando de estas carnes pecadoras saliese e la quiera rreçebir e llevar al su santo rreyno del paraíso, amén.
Primeramente mando mi ánima a mi Señor Ihesu Christo que la crió e rredimió por su preçiosa sangre que derramó en la santa vera cruz por salvar todo el umanal linaje y el cuerpo a la tierra donde fue formado. Yten mando que quando fuere la voluntad de mi Señor Ihesu Christo de me llevar de esta presente vida que mi cuerpo sea sepultado en el monesterio de señora Santa Clara estra muros de la dicha villa de Cuéllar donde la señora abadesa e monjas e convento mandaren.
Yten mando que el dicho día de mi enterramiento me digan çinco misas en el dicho monesterio e me agan el dicho día de mi enterramiento segund e como lo suelen hazer con las rreligiosas, e les den doze libras de çera e quatro honças de ençienso e me lleven mi anal e den al dicho monesterio doze anegas de trigo e dos cántaras de vino para el dicho anal e quatro libras de çera. Yten mando que me digan en el dicho monesterio treinta misas de la pasión de mi Señor Ihesu Christo e me digan en el dicho monesterio nueve misas en onor de los nueve meses y mi señora la Virgen María e çinco a onor de las çinco letras de Nuestra Señora e site a onor de los site dones del Espíritu Santo e honze a onor de las honze mill vírgenes en el dicho monesterio. Yten mando que me digan las misas de Santo Amador en el dicho monesterio e den quatro libras de çera e una honça de ençienso e paguen por las dichas misas lo que es costunbre. Yten mando que den a las dichas monjas del dicho monesterio el día de mi enterramiento a cada una un rreal porque rrueguen a Dios por mi ánima. Yten mando que digan por el ánima de mi madre e de mi agüela en el dicho monesterio veynte misas en el dicho monesterio e por mi padre otras diez misas, que son treinta, e le paguen por cada una misa medio rreal e por mi marido me digan doze misas en el dicho monesterio e den para las dichas misas quatro libras de çera y de ençienso una honça. Yten mando que me entierren con el ávito de señora Santa Clara e paguen por él al dicho monesterio mill maravedís. Yten mando que me digan siete misas del destierro de Nuestra Señora e paguen por ellas medio rreal e den media libra de çera para ellas. Yten mando que en los nueve días me rrezen las rreligiosas del dicho monesterio las horas de la vida de Nuestra Señora, que no falte ningund día de se rrezar entre todas e den a cada una de las dichas monjas dies maravedís. Yten mando que me digan en el cabo del año çinco misas a onor de las çinco plagas de mi Señor Ihesu Christo e den media libra de çera para ello e les paguen las misas a medio rreal e den a cada una de las monjas para el dicho cabo de año medio rreal porque rrueguen a Dios por mi ánima.
Yten mando que si fallesçiere en el lugar de Hontalvilla que me traigan al dicho monesterio e venga el cura e sus sacristanes con mi cuerpo hasta el dicho monesterio e den al dicho cura tres rreales e de comer e a los sacristanes a veynte maravedís a cada uno e traigan tres honbres que vengan con ellos e se lo paguen. Yten mando que den a la yglesia de Santa Margarita un rreal para su hobra e a la yglesia de señor San Pedro del dicho lugar otro rreal para la dicha obra de la yglesia. Yten mando que me diga el cura del dicho lugar çinco misas en la yglesia de señora Santa Margarita e otras çinco en la yglesia de señor Sant Pedro en el altar de señor Sant Andrés e se las paguen a medio rreal e le den una libra de çera para las dichas misas e les paguen lo que es costunbre por el comer. Yten mando que den al dicho monesterio de señora Santa Clara, donde yo me mando enterrar, dos anegas de pan de rrenta, una de trigo y otra de çebada, para siempre jamás por que rrueguen a Dios por mi ánima e se lo den del pan que tengo de rrenta en el lugar del Campo, que es tierra de Maderuelo. Yten mando que si mi hija Francisca Vermúdez fallesçiere antes que tome estado de bebir que la entierren en el dicho monesterio donde yo me mando enterrar e le agan por su ánima otro tanto como yo mando en el dicho monesterio. Yten mando a Santa María la Mayor, donde rreçebimos olio crisma çinco maravedís e a la trenidad e rredençión de cavtibos cada çinco maravedís e a Santa Olalla de Barçelona otros tres maravedís e a todas las otras hórdenes acostunbradas a cada una un maravedí. Yten mando que den a mi hermana Ysabel Vermúdez, monja, quatro baras de paño blanco para una faldilla e çinco varas de lino para una camisa e mando que den a mi jija Beatris de Xaramillo otro tanto como a la dicha mi hermana. Yten mando que den a Ana de Peñaranda, mi hija, quinientos maravedís. Yten mando que den a mi hijo Pedro de Xaramilllo mill maravedís. Yten mando que qualquiera persona que viniere jurando ha esta dos rreales que se los devo que se los paguen e para conplir e pagar e executar este mi testamento e las mandas e legados en él contenidas establesco por mis testamentarios e caveçaleros al señor Alonso López, vicario, vezino de la villa de Cuéllar e a Juan Sedeno, mi hermano, vezino de Navas Dolo e a Pero Vermúdez, vezino de la Caveçuela e a la señora abadesa del dicho monesterio e a mi hermana Ysabel Vermúdez, monja, a los quales e cada uno de ellos por si e yn soligum doy todo mi poder conplido bastante segund que yo lo he para que se apoderen todos mis bienes e los vendan e rrematen en pública almoneda o fuera de ella como a ellos bien bisto fuere hasta ser conplido este dicho mi testamento e las mandas e legatos en él contenidas e aní conplido dexo por mi universal heredero a mi hija Francisca Vermúdez, hija de Pedro de Xaramillo para que herede todos mis bienes muebles e rrayzes que quedaren e fincaren conplida mi ánima e las mandas en él contenidas, rreboco e anulo e caso e doy por ninguno qualquier testamento o testamentos o codeçillio o manda o mandas que yo aya echo hasta el día de oy, agora sea por escritura agora por palabras, las quales quiero que me non valgan en juizio nin fuera del salvo este que agora fago e si no valiere por mi testamento quiero que valga por mi codeçillio e si no valiere por mi codeçillio quiero que valga por mi húltima e postrímera voluntad como mejor puede e debe valer de derecho en firmeza de lo qual otorgué esta carta de testamento e postrímera voluntad ante Garçia de Lezcano, escrivano público de la dicha villa de Cuéllar, estando en el dicho monesterio de señora Santa Clara a veynte e çinco días del mes de mayo año del nasçimiento del nuestro señor e salvador Ihesu Christo de mill e quinientos e veynte e seys años, testigos que fueron presentes, llamados e rrogados para ello, fray Juan de Herrera e fray Juan de Velásquez frailes de señor San Francisco e Bernaldino de Penilla e Hernando de Rrivera e Antonio de Rrivera e Pedro de Santa Clara, vezinos de la dicha villa. Fray Juan de Herrera / fray Juan de Velásquz / Bernaldino de Penilla / Hernando de Rrivera/ va testado do diz y e do diz no le enpesca. E yo Garçia de Lezcano, escrivano rreal e público, uno de los del número de la dicha villa de Cuéllar a merçed del duque mi señor, fuy presente a todo lo suso dicho en un con los dichos testigos e de rruego e otorgamiento de la dicha Mari Vermúdez fize escrevir esta carta segund que está asentada e otorgada en mi rregistro, por ende fize aquí este mio sino a tal en testimonio de verdad. Garçía de Lezcano, escrivano.

 
E yo Francisco Beltrán, notario apostólico doy y fago fee como en primero día del mes de hebrero de mill e quinientos e veynte e siete años, la señora Mari Vermúdez no rrevocando su testamento que ante Lezcano, escrivano, tiene echo más antes dexándole por fuerte e firme e valedero otorgó e hizo este codeçillio en la manera que se sigue
Digo que por quanto yo en el dicho testamento obe mandado que quando Dios Nuestro Señor me llevase de este mundo diesen a mi hermana Ysabel Vermúdez, monja en Santa Clara de Cuéllar, quatro baras de paño y çinco baras de lienço y agora es defunta mando que las den a mi hermana la de Guzmán, que bibe en Sepúlveda, y ansi mismo ove mandado en el dicho testamento que se den a las dichas monjas dos fanegas de pan de rrenta que yo tengo en el Campo, tierra de Madereuelo, agora mando y es mi voluntad que den a las dichas monjas dos mill maravedís en dineros y las dichas dos anegas sean para mi heredero y estos dos mill maravedís no de rrenta sino una vez pagados y no más, y en lo demás mando y es mi voluntad, que el dicho testamento sea cunplido segund en él se contiene eçebto esto que dicho tengo en este codeçillio y ansi quiero que valga como mi postrímera voluntad y para todo lo que dicho es rruego a Juan de Bartolomé Sánchez y a Frutos el herrero y a Pero Benito y a Frutos Sacristán y a Juan Martín, vezinos del dicho lugar de Hontalvilla que de ello sean testigos y a vos, el dicho notario, que lo escrivays de vuestra mano y lo firmeys de vuestro nonbre de manera que aga fee e yo, el dicho notario, a rruego de la sobredicha Mari Vermúdez lo escrivy y presente fui en uno con los dichos testigos a todo lo
Documento incompleto.
Transcripción realizada por Julia María Montalvillo García

 

 

ALONSO GÓMEZ DE ENCINAS

No es muy conocida ni se le hadado una justa importancia a la vida del cuellarano Alonso Gómez de Encinas, a pesar de que el Cronista de la Villa, Balbino Velasco, le dedica las notas suficientes, en su Historia de Cuéllar, como para que la vida de este hombre, lograra un lugar preferente entre tan destacados y señalados que la misma ha dado para Cuéllar.
El Padre Alonso Gómez de Encinas había nacido en Cuéllar "circa" a 1.575 en torno a esas décadas finales del siglo XVI en que la Villa era un emporio, cuando artistas de "escuela" como la de Pedro de Bolduque y o la de los Maldonado servían la muy significada demanda de iglesias, conventos, nobles y sobre todo, de la Casa Ducal, marco florido pues, que propiciaba el acercamiento al mundo de los estudios, en la casa que fundara Gómez González, el Estudio de Gramática, señalando que al mismo podían acceder nobles y pueblo llano, no sólo de la Villa, sino de toda la Tierra. En ese ambiente siempre acrecentado por un abundante sector clerical, secular y regular, que tenían el gran privilegio de saber leer y escribir y que acercarían sus saberes a aquellas gentes humildes que mostraran buenas maneras para los estudios y adquisición de saberes. Según Balbino Velasco, es probable que Alonso Gómez de Encinas naciera en el barrio de San Andrés, pues en una nota marginal del libro de "Bautizados, desposados y difuntos" de la parroquia de San Andrés, se hace referencia a un tal Pedro de Encinas, difunto en 1.616, como "padre del mártir fray Alonso" En la misma nota se advierte de su condición social: pobre.
En este ambiente, un Alonso de Encinas cursó sus primeras letras, como tantos cuellaranos, en el Estudio de Gramática, para después estudiar en Salamanca desde donde pasó al convento de Mercedarios de Valladolid donde hizo su carrera conventual y donde fue ordenado sacerdote. De nuevo en Salamanca, aparece matriculado el curso 1597-98 como fray Alonso Gómez, presbítero, teólogo.. Según fray Guillermo Vázquez, en su obra "Mercedarios ilustres" (Revista "La Merced",1932) en el curso 1599-1600 figuraba al frente del Colegio propio como presbítero, teólogo, vicario de tercer año. Pedro Nolasco Pérez, en su obra "Religiosos de la Merced que pasaron a la América española " (Sevilla, 1914), sigue el rumbo de nuestro Alonso que en 1609 pasó a Nueva España, como secretario y predicador, con el vicario general Antonio de Mendoza; Alonso Gómez figura en el registro de pasajeros en Sevilla como " de unos cuarenta y cuatro años, alto, lampiño y tres lunares en el carrillo derecho". Pasados seis años del mandato del vicario, no quiso regresar a España y pidió que le consagrasen a las misiones entre los indios. Fue nombrado doctrinero de la isla de Puná, en la bahía de Guayaquil, del Virreinato del Perú, hoy en Ecuador. Los habitantes de la isla eran muy temidos (eran antropófagos) y sembraban el terror en las costas vecinas. En torno al 1624, llegó a estas costas el pirata holandés Jacobo L´Hermite que había atravesado el estrecho de Magallanes con doce navíos, asolando las costas españolas del Pacífico. Intentó asaltar Guayaquil, en la Bahía de su nombre, y al no conseguirlo por la defensa que se encontró, el corsario se retiró habiendo sufrido grandes pérdidas, y en su retirada recaló en la isla de Puná que está en la boca de la Bahía. El pirata desembarcó el 2 de Junio de 1624 haciendo huir a sus habitantes aterrorizados por la crueldad de sus métodos. Fray Alonso, enfermo, sufrió cruel martirio por parte de los piratas que abrieron sus entrañas para buscar en ellas la Eucaristía. Fue el día de san Antonio de 1624. El 10 de Julio la Audiencia de Quito daba cuenta detallada de lo sucedido al rey Felipe IV.
Al año siguiente, prueba de la repercusión que tuvieron los hechos, fray Alonso Remón, célebre maestro y poeta de aquellos tiempos, publicó su "Relación verdadera del martirio que dieron los herejes al observante y religioso varón Fr. Alonso Gómez de Encinas, religioso de la Orden de Nuestra Señora de la Merced y natural de la Villa de Cuéllar" (En Madrid, por Diego Flamenco, año 1625. Reproducido en el Boletín de la Orden en febrero de 1914).
Al final de la relación, se incluye un poema-romance que, entendiéndolo como obra literaria de su tiempo (barroco), transcribo aquí para conocimiento de propios y extraños, por su curiosidad en el contenido y narración de los hechos acontecidos al fraile mercedario:
"El día que el grande Antonio
que ilustró su nombre a Padua
goza el triunfo que la Iglesia
le da con su fiesta santa,
este año de veinte y cuatro
un jueves por la mañana
enemigos de la fe
cercan las islas indianas.
Sobre la isla de Puná
armados en tropa saltan
cuadrillas de gelandeses
y otros herejes de Holanda,
no tan blandos como ella,
de más ásperas entrañas,
más fieros y más crueles
ciegos como están sus almas.
Buscaban estos en Puná
el Papaz, que así le llaman,
al que bautiza y confiesa,
el predica almas cristianas.
Era un santo religiosos
aquel que allí ministraba
aquellos indios bozales
ganando para Dios almas.
Del Orden de la Merced,
Fray Alonso se llamaba
y sobre Gómez Encinas
y Cuéllar era su patria.
Profesó en Valladolid,
de allí pasó a Nueva España
de Nueva España a esta isla
que el Pirú Puná llaman.
Cuando entraron los herejes
enfermo estaba en la cama
retirose como pudo
y escondiose en la montaña.
Engañaron a los indios
con sus melosas palabras
los embusteros herejes
y así donde está declaran.
Y vendiéronle como Judas
que se pareció esta causa
al discípulo engañoso
pues éste los enseñaba.
Asiéronle los herejes
y tras de muchas puñadas
le abrieron todos los pechos
y sacaron las entrañas
Padecía el santo mártir
con paciencia soberana
y rogaba por aquellos
que la vida le quitaban.
¡Dichosa su religión
y venturosa su patria!,
y a Dios que le hizo suyo
se den infinitas gracias.
Al parecer, su imagen llegó a recibir culto algunos años en la iglesia de la Merced de Barcelona.
Según Balbino Velasco, han llegado hasta nosotros dos representaciones de Fray Alonso, una, actualmente en paradero desconocido, se ubicaba en un cuadro en la sacristía de la parroquia de San Miguel, pero de la que se conserva una fotografía. La otra representación se trata de un grabado que realizó Alardo de Popma para la obra de Alonso Remón Predicador y cronista de la Orden que estaba dedicada al Duque Don Francisco de la Cueva del Consejo de Estado de su Majestad y reza: "Este es el verdadero retrato del glorioso Mártir Fray Alonso Gómez de Encinas de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, natural de la Villa de Cuéllar. Padeció a 13 de Junio de 1624".
Por último, encuentro esta referencia de Alonso Pérez Pimentel, historiador ecuatoriano, que no he visto publicada en ningún otro lugar y que estimo muy interesante para ir completando la historia vital de fray Alonso :

SACERDOTE.- En 1.624 una balsa indígena que salía del Golfo de Guayaquil divisó a la flota pirata de Jacobo L'Hermite Clerk que estaba entrando y se regresó a dar la alarma a los pobladores. La escuadra de L'Hermite nueve meses bloqueaba el puerto de Callao, pero destacaba flotillas, a los sitios más cercanos del Pacífico, en busca de presas.
Nuestro puerto estaba empobrecido porque no podía exportar cacao pero el Corregidor Diego de Portugal y Botti tomó las medidas del caso y se aprestó a la defensa, sacando a las personas inhábiles, las joyas y demás objetos de valor, entre los que se encontraban 250.000 pesos del erario fiscal. "Luego improvisó trincheras, dispuso a su gente y esperó".
Mientras tanto los piratas hacían horrores en la Puná donde asaltaron un barco y echaron por la borda a los tripulantes, amarrados por las espaldas y de dos en dos para que no pudieran nadar y se ahogaran. Además incendiaron tres buques, saquearon las casas, quemaron la iglesia y se robaron todo cuanto pudieron encontrar de algún valor. De manera que con esta invasión pirática desapareció todo rastro de civilización en la Isla, que fue abandonada desde entonces. Al anciano cura mercedario que se había ocultado en el bosque, lo martirizaron sacándole las entrañas cuando aún estaba vivo. Este valeroso sacerdote, cuyo proceso eclesiástico se inició después, es un desconocido en la historia de nuestra ciudad y merece ser recordado. Su vida fue como sigue:
"Fray Alonso Gómez de Encinas era natural de la Villa de Cuellar, diócesis de Segovia, Castilla la Vieja, en España, hacia 1.564; se educó en la Universidad de Salamanca, fue presbítero en 1.597 y profesó en el convento mercedario de Valladolid, viajando al nuevo mundo a fines del siglo XVI con el ánimo de ganar almas para la fe de Cristo. "Huía de las ciudades y villas que estaban muy pobladas y gustaba pasar sólo en partes donde no hubiesen más que indios rústicos que catequizar, bautizar y atraer al gremio de la Iglesia. Fue de los trece presentados por el maestro General de Quito y en 1.600 continuaba allí asistiendo a las Juntas convocadas por el padre Fray Andrés de Solá.
En la Puná encontró amplio campo para su doctrina y obtuvo del Provincial de Quito que lo mandase a esa isla, donde vivió casi un cuarto de siglo en apostólicas labores. En 1.624 era un anciano querido y venerado de los naturales, cuando arribaron los piratas holandeses capitaneados por un tal Chermicio. Encina se metió a lo montuoso con sus indios y aunque los holandeses entraron a buscarle no pudieron hallarlo porque estaba muy retirado. Entonces la capital de la isla era la población de Bou hoy conocida como Puná vieja, situada muy cerca de la actual Puerto Roma, en el canal de Jambelí, donde abundan las ciénagas y los manglares que dificultan cualquiera marcha.
Los holandeses, viendo que no podían hallarle, trataron de atraerse a los indios dándoles cosas de comer y cuando los tenían pacíficos, les pidieron que enseñen el sitio donde estaba escondido el "papa ", porque él los había engañado y querían castigarlo y quitarle la vida. Los muy bárbaros dieron fáciles oídos a tales mentiras y fueron al lugar donde estaba el Padre Encinas, a quien hallaron muy flaco y enfermo y puesto de rodillas en oración, rogando a Dios y así que le vieron sus enemigos, le echaron mano y empezaron a burlarse de él, maltratándolo de palabra y obra.
Uno de ellos le preguntó si era sacerdote y él respondió que sí, que era "hijo obediente de la Iglesia Católica Romana y religioso de la Orden de nuestra Señora de la Merced, confesor y predicador de la Ley evangélica" y aquí la cólera les subió de punto a los holandeses que se las traían con los católicos, por los muchos crímenes que habían cometido en las guerras de Flandes, entre las tropas de Guillermo de Nassau y los tercios de Felipe II y volviéndose a los indios les decían, que Encinas era un engañador y otras cosas más que no vienen al cuento, tras lo cual, el más atrevido pirata sacó un puñal y cogiéndole al padre exclamó:
"Estos cada día se comen a su dios, saquémosle de la barriga, que allí le tiene" y ayudado por los otros le abrieron desde la garganta hasta el vientre, echando fuera las tripas y por último le arrancaron el corazón en medio de una atroz agonía. Así fue su martirio. El Padre Encinas murió invocando el nombre de Jesús y el de María, según lo relataron los indios al Padre Pedro de Mendoza, enviado semanas después por el Provincial de la Orden, a enterrar el cadáver del mártir, en cristiana sepultura.
Enseguida se hizo una extensa relación de todo lo acontecido, "que sirvió para que durante años recibiera el culto público en varias iglesias de la Orden en España, donde se veneraba como mártir, de cuya acción existen efigies y pinturas del Padre Encinas", pero después la Iglesia revisó la lista de mártires y retiraron a este Patrono de la Isla Puná y personaje histórico de olvidada memoria.
Una relación de su vida fue impresa en Madrid en 1.625 por su autor Diego Flamenco; era alto de cuerpo, completamente lampiño y con tres lunares en el carrillo derecho, alto y cenceño y de buen talante sin ser hermoso".
Datos, todos estos, como para volver sobre la historia de este cuellarano, del que, ciertamente, no sé cómo sigue su proceso de beatificación. Estimo que la Parroquia de Cuéllar y el Obispado de la diócesis, estarán al tanto de ese proceso que desde su proclamación de "Venerable", concluiría en su designación como "Beato", y quizá, en su día, como Santo.
JUAN CARLOS LLORENTE MÍNGUEZ. (Licenciado en Historia).




1390, JUAN I DE CASTILLA CONCEDE DOS FERIAS ANUALES A LA VILLA DE CUÉLLAR



Mañana, 1 de mayo, Cuéllar protagonizará un suceso ancestral, que data de 1390, su Feria. Esta feria tenía lugar el fin de semana siguiente a Semana Santa, su lugar de celebración era el mismo que el actual, la explanada que precede al Castillo - Palacio de los Duques de Alburquerque, conocido popularmente como "El Ferial", término que desgraciadamente se está perdiendo. Hasta el domingo día 4 los feriantes nos ofrecerán sus productos de alimentación, industria y servicios, mueble, automoción, artesanía, antigüedades... todo lo que ustedes se puedan imaginar.
En un principio, Juan I de Castilla, concedió dos ferias anuales que se celebrarían una el 20 de mayo y la otra el 8 de octubre, aún conservamos fotografías de esa feria de octubre, llamada la feria del ganado, publicadas por la Asociación Cultural Peña La Plaga, en el libro que rindió homenaje a Rafael "el fotógrafo". Esta feria perdió su sentido con la mecanización del campo y la sustitución de los carros por los coches. Por eso hoy queremos dar a conocer el documento que acredita su antigüedad.
El original, de 5 de septiembre de 1390, resulta ilegible, debido a que un "listillo", catedrático para más señas, tuvo la genial idea de pasarle un reactivo (zumo de limón), para ver mejor lo que ponía, el resultado fue que nos queda un pergamino emborronado, ilegible, pero que conserva su sello de plomo colgando de hilos de seda. 
 






 










Lo que contenía lo conocemos de la confirmación del privilegio que hace su nieto, Juan II, y que es el que transcribimos a continuación.




1444, marzo, 11. Fuente el Saz.

 In Dey nomine, amen. Sepan quantos esta carta de preuillegio vieren cómmo yo, don Iohán, por la graçia de Dios rrey de Castilla, de León, de Toledo, de Gallizia, de Seuilla, de Córdoua, de Murçia, de Jahén, del Algarbe, de Algezira e señor / de Vizcaya e de Molina, vi vna carta de preuillegio del rrey don Iohán, mi abuelo, que Dios dé santo Paraíso, escripta en pargamino de cuero e firmada de su nonbre e sellada con su sello de plomo pendiente en filos de /3 sseda a colores, e en las espaldas dél señalado de çiertas señales e rúbricas. E otrosí vi vn mi alualá escripto en papel e firmado de mi nonbre e señalado en las espaldas de algunos de los de mi Conseio, los / quales dichos preuillegio e alualá son fechos en esta guisa:

            En el nonbre de Dios e de la bienauenturada Virgen Santa María, su madre, amen. Sepan quantos esta carta de preuillegio vieren cómmo nos, don Iohán, por la graçia de Dios rrey de Castilla, de León, de Portugal, de Toledo, de Gallizia, de Seuilla, de Córdoua, / de Murçia, de Jahén, del Algarbe, de Algezira, e señor de Vizcaya, rregnante en vno con la rreyna doña Beatriz, nuestra muger, e con el prínçipe don Enrrique, nuestro fijo prim[er]o heredero, en los rregnos de Castilla e de León. Por fazer bien e merçet a vos, el conçeio e alcaldes e alguazil e ofiçiales e omes buenos de la villa de Cuéllar, /6 porque nos enbiastes pedir por merçet e porque la dicha villa sea más honrrada e meior poblada, tenemos por bien e es nuestra merçet que ayades dos ferias en cada año en la dicha villa, e que se fagan la vna a veynte días andados del mes de mayo; e la otra, a ocho días andados del mes de otubre de cada año; e que / dure cada vna dellas veynte días. E que sean aforadas las dichas ferias de la dicha villa de Cuéllar e cada vna dellas segunt que lo es (sic) las ferias de la villa de Valladolit; e que todos los omnes e mugeres, christianos e judíos e moros que vinieren e fueren o enbiaren a las dichas ferias qualesquier mercaderías / e cosas, que vengan saluos e seguros e que non sean presos nin prendados por deudas que deuan de vn conçeio a otro nin de vn lugar a otro o de vna persona a otra por cartas de obligaçiones desaforadas que sobre ellos tengan o ellos ayan fecho sobre sí, de qualequier quantías de maravedís e pan e vino e paño, nin por /9 otras cosas qualesquier que deuan o ayan a dar en qualquier manera e por qualquier rrazón, saluo si las dichas debdas o alguna dellas fueren de los maravedís de las nuestras rrentas e pechos e derechos qualesquier que nos ayamos de auer e los de los nuestros rregnos nos ayan a dar en qualquier manera. Otrosý / por vos fazer más bien e más merçet es nuestra merçet que ayades e vos sean guardadas todas las franquezas e libertades que han e son guardadas a las personas que vienen o van o enbían qualesquier cosas a las dichas ferias de Valladolit e segunt se contiene en el preuillegio e cartas que la dicha villa de Valladolit en / esta rrazón tiene, non faziendo perjuizio a las dichas nuestra rrentas e pechos e derechos. E sobre esto mandamos a vos, los dichos alcalldes e alguazil e a otros ofiçiales qualesquier de la dicha villa de Cuéllar, e de todas las otras çibdades e villas e lugares de los nuestros rregnos, que vos guarden e cunplan /12 esta dicha merçet que vos nos fazemos e que non sean ossados de vos yr nin pasar contra ella nin contra parte della, agora nin de aquí adelante, en qualquier tiempo nin por qualquier rrazón. Ca si non, qualquier o qualesquier que contra ello o contra parte dello fuesen o passasen, avrían la nuestra yra e demás pechar/nos ýan en pena por cada vegada que contra ello fuesen o passasen seys mill maravedís para la nuestra cámara; e a vos, el dicho conçejo de la dicha villa, o a vuestro procurador en vuestro nonbre, e a todas las otras personas a quien ge lo quebrantasen todas las costas e dampnos e menoscabos que por esta rrazón vos rrecresçiesen, doblados; / e demás a los cuerpos e a lo que han nos tornaríemos por ello. E esto que lo fagan e fagades así pregonar públicamente porque todos sean sabidores de las dichas ferias e vengan seguros a ellas e las guarden segunt dicho es. E el dicho pregón fecho, qualquier o qualesquier que las dichas ferias e caminos quebran/15taren, que passedes contra ellos e cada vno dellos e contra sus bienes a las mayores penas que falláredes por fuero e por derecho e por hordenamiento, e los escarmentedes en tal manera que otros algunos non se atreuan a lo fazer. E los vnos e los otros non fagan ende ál, e si non por qualquier o qualesquier por quien fincare / de lo así fazer e conplir, mandamos al omne que vos esta nuestra carta mostrare que vos enplaze que parescades ante nos, en la nuestra corte, del día que vos enplazare a nueue días primeros siguientes, so las dicha pena a cada vno, a dezir por quál rrazón non cunplen nuestro mandado. E de cómmo esta nuestra carta vos fuere mostrada e los vnos e los / otros la cunpliéredes, mandamos, so la dicha pena, a qualquier escriuano público que para esto fuere llamado que dé ende al que vos la mostrare testimonio signado con su signo, porque nos sepamos en cómmo conplides nuestro mandado. E desto vos mandamos dar esta nuestra carta de preuillegio escripto en pargamino de cuero, en que /18 escreuimos nuestro nonbre, e sellado con nuestro sello de plomo pendiente.

            Dada en la çibdat de Segouia, çinco días de setienbre, año del nasçimiento de nuestro saluador Ihesu Christo de mill e trezientos e nouenta años.

            Nos, el rrey.

            Yo, Gutier Días, la escreuí por mandado de nuestro señor el rrey.

            Rregistrada.

            Yo, el rrey, fago saber a vos, el mi chançeller e notarios, e a los otros mis ofiçiales que están a la tabla de los mis sellos, que por parte de la villa de Cuéllar, me fue fecha rrelaçión en cómmo la dicha villa tiene çiertos preuillegios dados por los rreyes de gloriosa memoria, mis progenitores, de çiertas merçedes e franquezas; e dizen que se rreçelan que vos/otros non les queredes dar nin librar nin pasar nin sellar mis cartas e preuillegios de confirmaçión, diziendo que es pasado el tiempo por mí limitado para les ser dada la tal confirmaçión. E pidiéronme por merçet que sobre ello les proueyese como la mi merçet fuese, e yo tóuelo por bien. Por que vos mando que veades los dichos /21 preuillegios, e si tales son que meresçen auer confirmaçión, les dedes e libredes e passedes e selledes mis cartas e preuillegios de confirmaçión en la manera e forma común acostunbrada, non enbargante que el tiempo por mí limitado para las tales confirmaçiones sea passado. Non fagades en ál.

            Fecho diez e siete / días de setienbre, año del nasçimiento del nuestro señor Ihesu Christo de mill e quatroçientos e quarenta e tres años.

            Yo, el rrey.

            Yo, el bachiller Diego Días de Toledo, lo fize escreuir por mandado de nuestro señor el rrey, con acuerdo de los del su Conseio.

            Episcopus Cauriensis. Pedro. Don Ferrnando. Petrus, legum doctor. Iohannes li/çençiatus. Rregistrada.

E agora el dicho conçejo e alcaldes e alguazil, ofiçiales e omnes buenos de la dicha villa de Cuéllar enbiáronme pedir por merçet que porque meior e más conplidamente les valiese e fuese guardada la dicha carta de preuillegio del dicho rrey don Iohán, mi abuelo, que Dios dé santo Paraíso, /24 e lo en ella contenido, que ge la confirmase e aprouase, e sobre ello les mandase dar mi carta de preuillegio de confirmaçión escripta en pargamino de cuero e sellada con mi sello de plomo. E yo, el sobredicho rrey don Iohán, por les fazer bien e merçet, tóuelo por bien. E por esta mi carta de preuillegio confir/mo e aprueuo al dicho conçejo e alcaldes e alguazil, oficiales e omnes buenos de la dicha villa de Cuéllar la dicha carta de preuillegio del dicho rrey don Iohán, mi abuelo, suso encorporada, e todo lo en ella contenido, e cada cosa e parte dello. E mando que les vala e sea guardado para agora e para sienpre / jamás, segunt que meior e más conplidamente les valió e fue guardado en tienpo del dicho rrey don Iohán, mi abuelo, e del rrey don Enrrique, de esclaresçida memoria, mi padre e mi señor, que Dios dé santo Paraíso, e en el mío fasta aquí. E defiendo firmemente que alguno nin algunos non sean ossados de les yr /27 nin pasar contra la dicha carta de preuillegio, nin contra lo en ella contenido, nin contra alguna cosa nin parte dello, por ge lo enbargar o menguar, agora nin en algunt tienpo, por alguna manera que sea o ser pueda. Ca qualquier o qualesquier que lo fiziesen o tentasen de fazer, non les valdría e avrían la mi / yra; e a sus cuerpos e a lo que touiesen me tornaría; e demás pecharmeýan la penas en la dicha carta de preuillegio contenidas; e al dicho conçejo e alcaldes e alguazil, ofiçiales e omnes buenos de la dicha villa de Cuéllar, o a quien su boz touiese, todas las costas e dampnos e menoscabos que por / ende rresçibiesen, doblados. Sobre lo qual todo que dicho es e sobre cada cosa dello, por esta mi carta de preuillegio, o por el traslado della, actorizado en manera que faga fee, mando al prínçipe don Enrrique, mi fijo primogenito, heredero en los rregnos de Castilla e de León, e a los ynfantes, duque e al mi justiçia ma/30yor, e a los del mi Conseio e oydores de la mi Audiencia, e condes e perlados, maestres de las hórdenes e priores, adelantados e rricos omnes, e a los alcaldes e alguaziles e otras justiçias qualesquier de la mi casa e corte e chançellería, e a los comendadores e subcomendadores, alcaides de los castillos e / casas fuertes o llanas, e otros aportellados qualquesquier, e a todos e qualesquier conçejos e corregidores e alcaldes, alguaziles, merinos, rregidores, caualleros, escuderos e ofiçiales e omnes buenos de todas e qualesquier çibdades e villas e logares de los mis rregnos e sseñoríos, ansí a los que / agora son commo a los que serán de aquí adelante, e a qualesquier vasallos míos e otras personas qualesquier, mis súbitos e naturales, de qualquier estado, condiçión, preheminençia o dignidat que sean, e a cada vno dellos, que ge lo non consientan, antes que guarden e cunplan lo que dicho es, e cada cosa /33 dello e defiendan e anparen en todo ello al dicho conçejo, alcaldes, alguazil, ofiçiales, omes buenos de la dicha villa, o a quien su boz touiere; e que prenden en bienes de aquel o aquellos que contra ello e contra parte dello fueren o pasaren por las dichas penas, e las guarden para fazer dellas lo / que la mi merçet fuere; e que emienden e fagan emendar al dicho conçejo, alcaldes, oficiales, omes buenos de la dicha villa de Cuéllar, o a quien su boz touiere, de las dichas costas e dampnos e menoscabos que por ende rresçibieren, doblados, segunt dicho es. E los vnos nin los otros non fagades ende ál / por alguna manera, so pena de la mi merçet e de las penas suso dichas e de diez mill maravedís de la moneda vsual a cada vno por quien fincare de lo ansí fazer e conplir. E mando al omne que les esta mi carta de preuillegio mostrare, o el dicho su traslado signado commo dicho es, que los enplaze que parescan ante mí, /36 en la mi corte, del día que los enplazare fasta quinze días primeros siguyentes, so las dichas penas a cada vno, a dezir por quál rrazón non cunplen mi mandado. So las quales mando a qualquier escriuano público que para esto fuere llamado que dé dello testimonio signado con su signo, porque yo sepa en commo / se cunple mi mandado. E desto les mandé dar esta mi carta de preuillegio, escripta en pargamino de cuero e sellada con mi sello de plomo pendiente en filos de seda a colores.

Dada en la Fuente del [Sauz], honze días del mes de março, año del nasçimiento del nuestro saluador Ihesu Christo de mill e quatro/çientos e quarenta e quatro años.

Yo, Iohán Sánchez de Valladolid, escriuano del dicho señor rrey, lo ffize escriuir por su mandado.

Iohannes legum doctor. Iohannes liçençiatus.

Rregistrada.

Julia María Montalvillo García, Archivera - Directora de la Fundación Archivo Casa Ducal de Alburquerque y coautora de la "Colección Documental de Cuéllar" (Cuéllar.-2010)







EL BLASÓN DE LOS CUEVA Y SUS UBICACIONES EN CUÉLLAR


Dentro del ciclo de conferencias que ha organizado la Fundación del Archivo de la Casa Ducal de Alburquerque, el pasado día 22 de marzo impartí la que se titulaba "El blasón de los Cueva y sus ubicaciones en Cuéllar". Tras hacer un estudio sobre el origen de las armas que lleva: "dos bastones o palos de gules (rojo) en campo de oro (amarillo) y en punta una  sierpe de sínople (verde) saliendo de una cueva; la sierpe lleva una cola con ocho espadas de oro en campo de gules",  pasé a hacer un análisis puntual de los escudos que se ubican en la Villa, cuya considerable  cifra asciende a 92, siendo 300 las piezas heráldicas que se conservan repartidas en el conjunto histórico cuellarano. La distribución y situación, según mi trabajo, es la siguiente:
CASTILLO PALACIO:  de un total de 54, 25 ostentan las armas de los Cueva.
EN LAS MURALLAS Y ARCOS DE LAS MISMAS: 8 llevan armas de los Cueva
CASONAS, IGLESIAS Y  ALMACENES MUNICIPALES: 15 ostentan armas de los Cueva
EXCONVENTO DE SAN FRANCISCO:  8, además hice una reseña de los que conocemos procedentes de la iglesia y claustro de San Francisco  que están fuera de su ubicación: Miami, castillo de Viñuelas de Madrid y otros lugares.

EN EL MONASTERIO DE SANTA CLARA: 34 piezas con las armas de los Cueva.
EN LA CASA Y PANERAS DEL DUQUE: 2, uno en la calle del Duque y otro en la de la Solana Alta.
EN TOTAL: 92.



Aunque hice una descripción de cada uno de los escudos, pues aunque sean de las mismas armas, cada uno tiene su peculiaridad en estilo, estado de conservación y datación, quizá los que más llamaron  la atención del público asistente,  fueron los dos de la Casa y paneras del Duque, ubicada en pleno casco histórico, cuyas armas se pueden describir así:
ESCUDO CUARTELADO BAJO CORONA DUCAL Y ARROPADO POR MANTO DE GRANDE DE ESPAÑA, ABRAZADO POR LA CRUZ DE LA ORDEN DE SANTIAGO; EN EL PRIMER CUARTEL, LAS ARMAS DEL CONDADO DE SIRUELA, EN EL SEGUNDO LAS ARMAS DE ENRÍQUEZ DE NAVARRA, EN EL TERCERO LAS ARMAS DE ESPÍNOLA Y EN EL CUARTO LAS ARMAS DE GUZMAN; EN EL ESCUSÓN (CENTRO DEL ESCUDO) LAS ARMAS DE LOS  CUEVA. EL ESCUDO ESTÁ ABRAZADO POR EL COLLAR DE LA ORDEN DE CARLOS III, Y ACOMPAÑAN SIMBOLOS  DE TROPA: TAMBORES, CAÑONES Y LANZAS.
El escudo fue mandado colocar por XIII Duque, Don Miguel de la Cueva, entre los años de 1788 y 1790.
El considerable conjunto de piezas, sin tener en cuenta las numerosas desaparecidas, nos dice claramente dónde, durante siglos, estuvo la Casa principal de los Duques de Alburquerque, capital de sus Estados y panteón mortuorio de la Familia: la Villa de Cuéllar.


D. Juan Carlos Llorente Mínguez, Licenciado en Historia del Arte y Vocal del Patronato de la Fundación Archivo Histórico de la Casa Ducal de Alburquerque.





TITVLO DE Marqués de la villa de Cadereyta de que el Rey Don Phelippe tercero nuestro señor hizo merced a Don Lope Díez de Aux Armendáriz, señor de la dicha villa y su Palacio y Fortaleza
AÑO 1617


DON PHILIPPE TERCERO DESTE NOMBRE POR LA GRACIA DE DIOS REY DE Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Ierusalem, de Portugal, de Nauarra de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galizia, de Mallorca, de Seuilla, de Cerdeña, de Córdoua, de Córcega











de Murcia, de Iaën, de los Algarbes, de Algezira, de Gibraltar, de Las Islas de Canaria, de las Indias Orientales y Occidentales, Islas y Tierra firme del Mar Océano, Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de Brauante y de Milán, Conde de Habspurg, de Flandes, de Tyrol y de Barcelona, Señor de Vizcaya y de Molina, etcétera.

POR HAZER BIEN Y MERCED a vos DON LOPE DIEZ DE AVX Armendáriz, Cauallero de la Orden de Santiago, nuestro Gentilhombre de la boca, y  General de la nuestra real Armada de la guarda de las Indias. Teniendo consideración a vuestra calidad y a lo que todos vuestros pasados han seruido a los señores Reyes 







nuestros predecessores en los officios de Coperos y Cauallerizos y Mayordomos mayores y Iusticias en los nuestros Reynos de Nauarra y Aragón, de de Capitán general de las dichas fronteras y de los dichos Reynos: y a lo que vuestro padre siruió de Presidente, Gouernador y Capitán General de nuestro Nueuo Reyno de Granada: y a los muchos buenos y agradables seruicios que vos nos aueys hecho desde vuestra tierna edad con entera satisfación mía; y en alguna enmienda y remuneración de ellos, y muestra de la voluntad que tenemos de fauorecer, honrar y sublimar vuestra persona. Tenemos por bien que ahora y de aquí adelante os podays y puedan llamar e intitular y os llameys e intituleys y llamen e intitulen, y os hazemos e intitulamos MARQVES de la Villa de CADEREYTA en nuestro Reyno de Nauarra según y como y con las calidades, preeminencias y otras cosas de que gozan 



los demás Títulos de aquel Reyno
Y POR ESTA NVESTRA CARTA encargamos al Serenissimo Príncipe DON PHILIPPE mi muy charo e muy amado Hijo, y mandamos a los Infantes, Prelados, Duques, Marqueses, Condes, Ricoshombres, Priores de las Órdenes, Comendadores y Subcomendadores, Alcaydes de los castillos y casas fuertes y llanas y a los del nuestro consejo, Presidentes y oidores de las nuestras Audiencias, Alcaldes, Alguaziles de la nuestra Casa y Corte y Chancillerías, y a todos los concejos, Corregidores, Assistente, Gouernadores, y otros quales quier nuestros Iuezes y personas de qualquier estado, condición o dignidad que sean, nuestros vassallos súbditos y naturales, assi a los que ahora son, como a los que adelante fueren y a cada vno y qualquier dellos y al nuestro Virrey y Capitán general del nuestro Reyno de Nauarra, Regente



 y los del nuestro Consejo del, Alcaldes de la corte mayor y Oydores de nuestra Cámara de comptos reales y otros qualesquier ministros y oficiales del dicho nuestro Reyno ya todos los nobles varones, ricoshombres, caualleros, gentilhombres, hijosdalgo y a los Concejos, Alcaldes, Iusticias, Iurados y regidores de qualesquier ciudades, villas y lugares del dicho nuestro Reyno, y a qualesquier Tribunales, concejos y personas particulares que os ayan, tengan y llamen MARQVES de la dicha Villa de CADEREYTA y que os guarden y hagan guardar todas las honras, gracias, mercedes, franquezas, libertades, preeminencias, ceremonis y otras coas que por razón de ser MARQVES deueys hauer y gozar y os deuen ser guardadas. Todo bien y cumplidamente sin faltaros cosa alguna Y SI  dello quisieredes nuestra carta de priuilegio y confirmación mandamos a los nuestros concertadores y escriuanos mayores de los Priuilegios y confiermaciones y a los nuestros Mayordomo, chanciller y notario mayores y a los otros 


oficiales que están a la tabla de los nuestros Sellos que os la den, libren, passen y sellen la más fuerte, firme y bastante que lespidieredes y menester huuieredes. DADA en Aranjuez A Veintinueue De Abril, De Mil Seiscientos y Diez y Siete años.
Yo El Rey
Y Thomás de Angulo, secretario del Rey nuestro señor la fize scribir por su manado.
Registrada
Juan de Hugarte
Por chanciller
Juan de Hugarte
El Arçobispo de Burgos
Licenciado don Diego Lopez de Ayala
ElLicenciado Gil Ramires de Arellano
TITVLO de MARQVES de la Villa de Cadereyta a Don LOPE Díez de Aux Armendáriz

Transcripción de Julia María Montalvillo García

2 comentarios:

  1. A/A de don Juan Carlos LLorente Mínguez.

    Estimado sr. Llorente:

    Me encuentro en este momento realizando un trabajo sobre la Heráldica de la iglesia de San Mateo, de Jerez de la Frontera. En dicho templo, en la Capilla Villacreces se encuentran dos escudos gemelos en los que aparecen las armas de los Villacreces (ajedrezado de quince) y de los de la Cueva. A fin de enriquecer el dicho estudio le agradecería me informase la datación de los escudos más antiguos de los de la Cueva que se conservan en la villa de Cuéllar, y asimismo los de mayor antigüedad conservados en documentación de la Casa de Alburquerque.
    Los escudos jerezanos pueden ser datados en los años 80 ó 90 del siglo XV, poniendo como tope más cercano el año 1502, en que Esteban de Villacreces testa y menciona la capilla.
    Un cordial saludo.

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  2. he visto un poco por encima el blog y me ha encantado.La presentación con música incluída genial.
    Enhorabuena por tu trabajo.

    Saludos

    Francisco Izquierdo

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